Javier Ruipérez (Cuenca, 1978), es formador e investigador
en la Fundación Euroárabe de altos estudios en Granada,
además de coordinador técnico del máster de cooperación al
desarrollo en la Universidad de Granada. Desde hace años es
también subdelegado de andalucía y miembro de la junta
directiva de Economistas Sin Fronteras, una organización no
gubernamental de desarrollo (ONGD,) fundada por profesores y
catedráticos universitarios comprometidos por generar
cambios en las estructuras económicas y sociales en pro de
que sean más justas y solidarias. Desde esta posición
coordina el curso que hoy culmina en la facultad de
humanidades bajo el título ‘universitarios por una economía
más justa’.
Pregunta.- Viene a hablar a los estudiantes universitarios de
‘Responsabilidad Social Corporativa’, (RSC) ¿cómo define
este concepto?
Respuesta.- Lo que pretende o la idea con la que nace este
concepto es buscar una manera diferente y justa de hacer los
negocios. Se basa en un enfoque de cómo las empresas deben
gestionar sus negocios para que sean justas y ofrezcan a la
sociedad y el medio ambiente el retorno que supuestamente
deben tener. Sus ejes son la sostenibilidad económica,
ambiental o ecológica y social.
P.- ¿Cree que este es un concepto suficientemente
conocido en la sociedad?
R.- Es muy desconocido, especialmente a nivel social. De
hecho el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa
hace una encuesta sobre el conocimiento y la difusión de la
ERC y es un tema que un 70% de los encuestados reconoce no
saber qué es. Dentro de quienes sí lo conocen, hay mucha
controversia, porque se interpreta de distintas formas. No
es lo mismo para una ONG que para una empresa.
P.- ¿Dónde estaría entonces el justo término entre las
dos?
R.- No puedo ser objetivo porque hablo desde una ong, pero
si trato de posicionarme como ciudadano, es que llámese
responsabilidad social corporativa, o llámese imperativo
legal, cualquier empresa debe respetar los derechos humanos,
tener unas condiciones laborales justas para sus
trabajadores, exigírselas a otras empresas con las que
trabaja, no fomentar el trabajo infantil, a ser posible
acabar con la precariedad, establecer un diálogo con los
interlocutores con los que actúa... cualquier empresa que
cumpla estos requisitos, que aunque algunos suenen algo
alarmantes no son nada del otro mundo, ya que aparecen en la
Carta Universal de los Derechos Humanos; si una empresa
cumple estas premisas en su forma de trabajar, y es
responsable, a partir de ahí la línea la podemos dibujar
donde queramos.
P.- Por tanto es una responsabilidad voluntaria, no
obligatoria
R.- Si no fuera voluntaria habría una ley que lo regulara y
tendría otro nombre. La vuelta de tuerca que damos siempre a
esto es que lo importante es el comportamiento, aunque es
voluntario, entra dentro de los Derechos Humanos, por lo que
nosotros aspiramos a que se regule. El debate está abierto y
tampoco hay organismos que lo controlen más allá de
organizaciones del tercer sector como la nuestra. De hecho
el Tribunal Permanente de los Pueblos, que es eminentemente
social y popular, es el único que se fija en este sentido en
las actuaciones de las empresas.
P.- ¿El objetivo de las jornadas es entonces parte de su
programa de sensibilización?
R.- Sí, pero queremos formar de manera que cada uno saque
sus propias conclusiones a través de hechos. Hay que tener
en cuenta que España es uno de los primeros países del
primer mundo en el que porcentualmente más empresas publican
su anuario de responsabilidad social corporativa y al final
esto no deja de ser un lavado de cara.
P.- ¿Qué empresas destacaría como ejemplo o como
detractor de la RSC ?
R.- Cualquier empresa multinacional intenta saltarse para su
beneficio económico cada barrera en su camino, por eso a mi
parecer cualquiera de las grandes que cotizan en bolsa
podrían ser un ejemplo. El observatorio de la RSC hace un
balance anual de las 35 empresas del IBEX, esta lista es
pública. Como ejemplo de empresa que creo que sí cumple
estas premisas está Fiare, un ejemplo de banca ética a nivel
nacional que se respeta los criterios que promulga.
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