Expresión considerada como
ponderación al éxito de los mediocres. De ella escribió
Julia Maura en el artículo publicado el 11 de julio de
1952 en el diario ABC. De cuyo escrito sólo mencionaré parte
del último párrafo.
“Parece ser que en la hermosa ciudad mediterránea, una vez
un mal tenor dejó escapar un agudo gallo. Y antes de que el
público tuviera tiempo de exteriorizar su protesta, el
infortunado divo se adelantó hacia las candilejas y soltó un
patriótico y eficaz ¡Viva Cartagena!, que el público premió
con una cordial y calurosa ovación, salvándose así del pateo
que le amenazaba. Aunque tuviera poca voz, no era tonto el
tenor aquel. Desde entonces el ¡Viva Cartagena! Ha quedado
como patrimonio de los mediocres, algo así como su escudo de
armas o como un muro de protección”.
Llevamos ya bastantes meses, quizá años, observando con
pesar que los cinco millones de parados se han convertido en
el ¡Viva Cartagena! de los políticos que desean que se
produzca el Cambio. No hay charlas, conferencias, mítines o
debates, donde cuando los espectadores parecen bostezar,
dado que no se les dice nada creíble sobre la manera de
salir del atolladero económico en el cual nos hallamos, en
los que no surja el grito de guerra al uso: ¡Tenemos cinco
millones de parados!...
Pero no crean que el latiguillo, dramático, por cierto, es
usado, una y mil veces, solamente por oradores cuyo verbo no
es el adecuado para ganarse adeptos como lo hacía
Castelar o Azaña, de ningún modo; sino que echan
mano de él hasta los que gozan de buen cartel en el
escalafón de los partidos. Los políticos considerados más
diestros en el arte de embaucar a unos ciudadanos que
empiezan a comprender que muy pronto tendremos a los otros,
es decir, a los que parecen destinados a perder, esgrimiendo
el mismo ¡Viva Cartagena!...
Es lo que me decía una señora, en esta mañana de martes, en
el cual escribo: “Mire usted, De la Torre, no hace
falta ser muy lista para hacerse a la idea de que dentro un
año, más o menos, tendremos a los socialistas clamando
contra el PP porque la tasa de parados ha aumentado
considerablemente”.
Y puede que la señora lleve razón. Y, aunque uno esté
obligado a creer que las cosas, por estar tan mal, irán
mejorando, tampoco descarta de que la crisis llegue a un
extremo en el cual los miembros de la oposición hagan del
¡Viva Cartagena¡ su mejor arma de combate. Que tan
desagradable y funesto grito les sirva para ir horadando la
imagen de quienes han hecho de los parados su mejor
propaganda electoral.
Sí, ya sé que la política consiste en airear los fallos de
quienes gobiernan, máxime cuando el fracaso se mide por el
paro. Y el que estamos sufriendo es de armas tomar.
Achacable casi siempre a eso que llaman falta de
productividad. Palabra tabú para todos los que gocen de un
empleo. Por ello, es decir, para acabar de una vez por todas
con ese expresión de los cinco millones de parados, el ¡Viva
Cartagena! de toda la vida, se está echando de menos a
alguien que corte de un tajo el nudo gordiano de quienes
están haciendo posible que cada vez haya más gente pasando
calamidades. Pues el número de pobres está aumentando sin
cesar. Bien haría, por tanto, Rajoy en hacer de
Alejandro Magno en Bruselas. De no ser así, se expondrá
a sufrir el “mal de Villier”.
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