Así es, estamos a poco más de 72
horas del cierre de una campaña electoral, en la que, cuando
menos, los insultos no han sido la tónica más destacada. Ya
es algo.
Cosas ha habido, eso nadie lo puede negar, pero si dejamos
de lado un par de vídeos, con los que se nos “obsequió”
desde el PSOE o sus correligionarios, en lo demás, la
campaña está siendo limpia.
Y digo está siendo, porque aún no hemos llegado al final de
la misma, con lo que uno no sabe con qué “conejo de la
chistera” nos puede obsequiar Rubalcaba, en el final de lo
que parece que también llevará aparejado el punto final del
líder del PSOE, en los primeros puestos de la política de
España.
A partir del lunes, casi con seguridad, con Mariano Rajoy
como vencedor, debe haber quedado atrás uno de los períodos
menos brillantes en lo que es nuestra sociedad, mientras
Zapatero fue inquilino de La Moncloa.
Y digo esto, porque con él aunque ya en su “agonía” ha
llegado esa notificación de la calma, por parte de ETA, pero
hasta llegar a todo esto hemos pasado y estamos pasando por
la situación más crítica, económicamente hablando, de la
forma de vivir en nuestro país.
Zapatero apareció en La Moncloa unido al “talante”, que no
al talento y ese talante duró mientras no se le oponían unas
circunstancias adversas. Luego, cuando “pintaron bastos”,
del talante no se supo nada más.
El talante, como punto de arranque, tras haber ganado unas
elecciones, después de un atentado monstruoso, no quedaba
mal, pero cuando se comenzó a arañar en asuntos añejos en
los que ni él, ni yo que soy más viejo, habíamos vivido,
entonces las cosas se vieron de otra forma y muy
especialmente, desde el momento en el que apareció la crisis
a la que no con talante, sino con talento, habría que haber
sabido abordar, desde el primer día.
Sea como sea, Zapatero ya es historia, la historia de la
creación de un paro descomunal que van a tener que
solucionar otros, con menos talante, pero con más ideas
claras para salir del pozo en el que estamos metidos.
Si es Rajoy el que gana las elecciones, que es lo más
posible y esperado, tendrá que hacer encaje de bolillos para
que no se repita, ni una sola cosa de las que hemos tenido
que soportar en los últimos siete años y medio, largos.
Si ganara Rubalcaba, que Dios nos coja confesados, lo que no
podría es hacer ni un solo guiño a las políticas que él y su
“jefe de filas” han hecho en los últimos años.
España irá a votar el domingo. Ese mismo día, sobre las diez
de la noche, ya sabremos como están las cosas y como han
terminado las elecciones, para a partir de ahí, desde el día
siguiente ponerse a trabajar, lo primero en lo que Zapatero
y su séquito nos haya dejado, que esa es otra, y a
continuación para corregir y enmendar todo lo que hasta
ahora fue de mal en peor.
En el PSOE lo tienen más que asumido que van a perder las
elecciones, con lo que las horas finales de la campaña serán
para evitar una goleada de escándalo, mientras que en el PP,
aun sabiendo que obtendrán la victoria, no se quieren
acercar “al trofeo” hasta que el “árbitro” haya dado por
concluido el encuentro.
Uno echando la vista hacia atrás, gane quien gane, lo que no
puede por menos es mirar con añoranza las elecciones de los
años 77 o 79, cuando había ilusión por el futuro, ahora la
única ilusión que hay es la de cambiar el desastre de hoy
por una normalidad para mañana.
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