Traté de seguir el debate que
emprendieron dos candidatos a presidir el Gobierno de
España, obviando a los demás candidatos, pero en momentos me
caía dormido hasta que llegó el punto que me dormí en el
sofá. Poco interés en ese debate.
Un Rajoy con la cara descompuesta y participando en el
debate con dictados de sus asesores traspasados a los
papeles, no tuvo la entereza de rebatir las preguntas de
Rubalcaba con otros argumentos que las descalificaciones
(“eso es mentira”, “eso es insidia”, etc.)
Es increíble que un candidato a la presidencia tenga que
pasar todo el tiempo que ha durado el debate leyendo
papeles. Tan corto resulta Rajoy que no es capaz de recordar
el nombre del sargento muerto en Afganistán y teniendo que
echar mano al papel para leerlo. ¿Ese señor va a ser el
futuro presidente del Gobierno español?
Desde el comienzo del debate se vio claramente que Rajoy
evitó, a trancas y barrancas, exponer lo que piensa hacer
cuando gobierne, Si lo hubiera hecho habría provocado una
espantada de votantes.
Esa postura me hizo dormir.
Que diga Mariano Rajoy, en una de sus respuestas a Rubalcaba,
que “Yo no soy como usted y lo que no llevo en mi programa
no lo hago”… lo dijo con razón, ya que su programa es tan
ambiguo que parece un relato de buenas intenciones sin nada
concreto. Él mismo lo desconoce.
De paso debería pensar, un poquito por favor, que asuma lo
que están haciendo sus militantes en las comunidades en
referencia a los recortes sociales. Eso no engaña a nadie,
sólo a los tontos.
El líder del PP ha estado repetitivo hasta el cansancio, el
mantra de los parados no se ha apeado de su boca. Confunde a
Rubalcaba con Rodríguez Zapatero… así son los conservadores,
se mantienen en sus treces sin dar soluciones.
Ha estado hablando más de pasado que de futuro y con ello se
ha quedado ahí, Rajoy, sin presentar propuestas mientras
Rubalcaba sí las ha presentado.
En definitiva, me quedo con los gestos de Mariano Rajoy, el
levantamiento de cejas significa que estaba alerta frente a
lo que tenía delante y con el tiempo dedicado a la lectura
de los papeles, cosa que da la sensación de que no atiende
al contrario y que no conecta con la audiencia.
Terminemos con esto. El resultado, pese a que me quedé
dormido, lo puedo dar: Rajoy intentó emular a Cassius Clay (Mohammad
Alí), tratando de acorralar a su rival para luego intentar
tumbarle sin conseguir conectar un solo gancho.
Uno mira al futuro, Rubalcaba, y el otro profundiza en el
pasado. No hay más vueltas.
Ha sido un debate del ¡¡y tú más!!
Sigo considerando estas actuaciones políticas como la
discriminación y la negación de derechos al resto de
partidos políticos.
Todos tienen el pleno derecho de participar en debates, sin
tener en cuenta los resultados obtenidos en pasadas
elecciones (cosa del pasado ¿no?) porque los ciudadanos
tenemos el derecho de confrontar todas las ideas y opiniones
y no solo la de esos dos partidos.
Lo que vamos a votar el 20-N es el futuro. No vamos a votar
el pasado.
Mi conclusión, personal e intransferible, es que Rajoy
oculta, a toda marcha, su programa por cuanto no ha dicho
nada de lo que va a hacer con los españoles, ni nada de cómo
va a sacar al país de la crisis.
No lo dice porque no quiere asustar al electorado con sus
verdaderas respuestas: los desempleados que se mueran de
hambre; la patronal que contrate y despida como de la real
gana; la sanidad que la paguen los ciudadanos; la educación
que la paguen los papás; las pensiones si las toca… me
tocará hacer a mí el papel de corredor ante los grises,
perdón, los azules.
Su programa lo tiene oculto en una caja fuerte… ni Julian
Assange consigue sacarlo.
Hay mucho estómago agradecido, en la prensa, para dar como
vencedor a Rajoy.
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