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OPINIÓN - DOMINGO, 6 DE NOVIEMBRE DE 2011

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

En busca de mejor disciplina


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Llevamos algo más de mes y medio con los enseñantes en pie de guerra por las razones de los “recortes presupuestarios”, cuando un nuevo debate se presenta en la comunidad educativa, no solamente en nuestro país, sino también a nivel europeo: se trata del problema de disciplina en las aulas. En España se reclama un modelo que recupere la autoridad de profesores y maestros, si fuese necesario ese modelo mejor basado en fortalecer la buena conducta, que en castigar la inadecuada.

En los últimos años, el simple rumor ha ido creciendo hasta convertirse en clamor: queremos y necesitamos más disciplina para nuestros hijos. En un momento en que el sistema exige espíritu de sacrificio a todos los sectores implicados, es necesario preparar a nuestros alumnos, para hacer frente a situaciones venideras que requieren muchos sacrificios.

En el Reino Unido, tras los disturbios y saqueos violentos de este verano, protagonizados por muchos adolescentes y niños, la llamada a la disciplina se ha propagado. Hasta el punto de pedir la vuelta del “caning” (el castigo físico con varas de cáñamo u otro material) en las escuelas.

Pero, ¿qué dicen los padres? Según una reciente encuesta, prácticamente la totalidad de los progenitores y dos tercios de los alumnos, creen que es necesario un liderazgo más fuerte del profesorado. El 40% está a favor de recurrir a los azotes (un 19% de los alumnos de Secundaria también), mientras que el 45% se opone. Además, el 75% es favorable a las suspensiones, la expulsión, el aislamiento y el viejo método de escribir 100 veces lo que no se deben hacer o decir en las clases.

A pesar de las cifras, parece imposible que lo maestros recurran al “caning” o al “smacking” (coscorrones): el Gobierno ha declarado que es impensable volver a una práctica abolida en 1986 y prohibida por el Parlamento en el 98.

En nuestro país, llevamos ya años contemplando cómo los padres que pueden, optan por la enseñanza privada o concertada en aras de un mayor orden y concierto en las aulas. Ya en 2005, un estudio de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, (FAD), advertía que los padres anhelan un modelo educativo que marque límites claros y recupere la autoridad, de ahí que se inclinen por los colegios privados, ya que “favorecen la socialización entre iguales, rememoran valores de ética y de disciplina”, según expone. Alrededor del 30% de los padres españoles prefieren no matricular a sus hijos en colegios públicos por tres razones: distinción, servicios y, precisamente, disciplina, según datos del último “Barómetro de la Educación (2007)”.

Es más probable que el resto desee hacer lo mismo, pero no pueda por cuestiones económicas. De hecho, un estudio de 2010 de la Fundación Alternativas señala que las clases medias y altas de la sociedad están abandonando la escuela pública en favor de la concertada, aunque esta última no ofrece mejores resultados académicos. Lo que se aseguran, según el Informe, es mayor control y mayor porcentaje de padres con título universitario, un 23% en la concertada frente al 11% en la pública.

Profesores experimentados piensan que “el comportamiento de los alumnos es reflejo de lo que viven en casa. Cuando un chico o chica tiene problemas de disciplina es porque en casa la educación no es la correcta. El problema no es de los centros educativos, sino de la familia, y allí es donde hay que atajarlo”.

Otros experimentos docentes, sí admiten una diferencia entre los públicos y privados. “Además del número de alumnos por clase (ratio) la diferencia fundamental es que si tienes problemas con un alumno, en el privado lo expulsan y no pasa nada. En realidad, el protocolo es muy similar en ambos (amonestaciones, expedientes, expulsión), pero llega un momento en el público en que el proceso es muy farragoso. Es muy difícil echar a alguien. Es más, si lo echas, sólo consigues un traslado y el problema continúa en el otro centro escolar”.

La distancia que separa el ayer del hoy de los centros escolares, públicos o privados, es abismal. Yo quiero recordar mi escolarización en un centro público-concertado, cuando la utilización de la palmeta estaba a la orden del día, tirones de orejas, copias repetidas muchas veces con la frase objeto del castigo, y el número cien como modelo… Y todo por una leve falta de disciplina, aunque a veces se magnificaba dar correctamente la lección; sacar faltas de ortografía en el dictado, cuando se excedía de tres faltas, creo recordar; llegar con retraso al colegio, etc.

Ya como maestro, me tocó vivir episodios que, después de transcurridos más de cincuenta años, en nada habrán caído en desuso, aunque en determinados casos, los papeles pueden haberse invertido.

Pero, conviene recordar que la educación de los niños y niñas y el castigo están íntimamente vinculados. Aunque en la actualidad psicólogos y pedagogos descartan por completo las formas punitivas en el aprendizaje de la disciplina que durante siglos tuvieron un papel predominante en la educación de los niños.

Para el psicólogo, Howard Garner, premio príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, 2011, padre de la teoría de las inteligencias múltiples, el respeto no es algo que se pueda pedir, sino que se tiene que ganar. Y los niños ven la diferencia entre el profesor que pide ser respetado sin ninguna otra razón y el que se gana el respeto de los estudiantes. Pero también es importante cómo se trata el resto de la sociedad a los profesores. Los niños ven la relación y conexión entre políticos, actores, famosos pero también con los profesores. En los países como Finlandia, Corea del Sur, el profesor se gana el respeto, pero a la vez es respetado por la sociedad.
 

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