Me estaba pensando, lo de ponerme
a pensar es un auténtico problema por las cosas que se me
ocurren pensar y que me llevan a un estado de opinión que,
normalmente, hace cabrear a una parte del personal cosa que
me importa un bledo y el otro también.
Me estaba pensando que eso de adelantar o atrasar el reloj
una hora en determinadas épocas del año es una auténtica
chorrada que no vale para nada.
La cosa de ponerme a pensar sobre este asunto, me la dio el
tener que encender la luz, porque veía menos que un gato de
yeso, a las siete de la tarde, cuando antes la encendía las
ocho, con lo cual, si la matemáticas no miente, me lleva a
gastar más luz que antes de atrasar el reloj una hora.
Que digo yo, en el supuesto que se pueda decir algo, que en
épocas pasadas donde la mayoría de los trabajos se
realizaban aprovechando la luz del día, pues la cosa esa de
atrasar o adelantar los relojes una hora, tenía su efecto en
cuanto al ahorro de luz artificial se refiere. Hasta ahí,
totalmente de acuerdo.
Pero hoy día, con el adelanto de los tiempos, cuando todo
está mecanizado y dependiendo de la energía eléctrica, ya me
contarán para qué vale el adelanto o el atraso de los
relojes.
Cuando se llega a las oficinas, lo primero que se hace es
encender la luz, pues sin ella es difícil empezar a
trabajar, ya que todos los aparatos que tenemos que utilizar
dependen de la energía eléctrica. Sin ella es poco menos que
imposible iniciar el trabajo.
Vayamos ahora a las grandes fábricas, esas que todo el
trabajo se hace en cadena. Para que esa cadena de montaje o
de transporte de mercancías para ir separando y eligiendo
los productos según su calidad o tamaño es necesaria, sin
discusión alguna, la energía eléctrica, ya que sin esa
energía, sería imposible poner en marcha las cadenas
transportadoras.
Es más, últimamente, se están haciendo las oficinas con
escasas o ningunas ventanas, para evitar las distracciones
que pueda tener el personal contemplando el paisaje, dejando
de trabajar mientras esto sucede.
Con lo cual, y antes esta solución tomadas por algunos
empresarios, se tiene que encender la luz para poder
trabajar en la labor que se tienen encomendada cada uno de
los empleados / as, durante la semana laboral.
Con estas perspectivas, ya me contarán ustedes, querido
lectores, para qué vale los cambios de horarios que tienen
lugar en determinadas épocas del año. Pues demostrado está
que es poco o ninguno es el ahorro eléctrico que se consigue
con el mismo.
Lo único que queda, de una claridad meridiana, es que todos
tenemos que encender la luz con antelación al horario que
realizábamos antes de producirse el mencionado cambio.
Para no marear mucho la perdiz e ir al grano, los únicos que
consumiremos más energía eléctrica abonando más en el recibo
de la luz, seremos los de siempre, los que siempre pagamos
de nuestros bolsillos todo. a pesar de que cada vez ganamos
menos con la congelación de las pensiones y la retención
efectuada en el salario de los funcionarios.
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