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OPINIÓN - SÁBADO, 5 DE NOVIEMBRE DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Triunfo del despilfarro
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hay frases, citas o dichos que vienen que ni pintiparados para empezar a escribir la columna diaria. Un ejercicio que no está exento de dificultades. Pero que uno acepta con las mejores disposiciones y con el canguelo correspondiente por el enorme respeto que le sigue teniendo a ponerle firma y rostro a lo que dice.

En esta mañana lluviosa de otoño, viernes por más señas, cuando la campaña electoral se ha hecho oficial, la noche anterior, y a mí me toca escribir, recuerdo un dicho de Juan Cueto, escritor y articulista, que reza así: “Cuando el fracaso se mide por el paro, es lógico que el triunfo se anuncie por el despilfarro”.

Con este dicho, cualquiera podría defender a José Luis Rodríguez Zapatero. Al menos le serviría como atenuante para paliar en alguna medida la gravedad de los cargos que se le atribuyen. Haber negado la crisis y no haber tomado las medidas oportunas, en su justo momento, entre otras equivocadas decisiones que ya apenas cuentan.

Y es así, porque el paro se ha convertido en un drama. En un drama que no deja de sumar pobres a la lista de los que ya había. Y los pobres suelen comer poco y no, precisamente, por estar sometidos a ninguna dieta. Y con la botarga vacía, no hace falta decir que se piensa de forma tan destemplada como para creer que ZP es el culpable de todos los males que nos aquejan.

Zapatero ha ganado dos elecciones seguidas. Y aunque hubo de luchar para ser candidato en unas primarias con tres compañeros, la verdad es que llegó a la presidencia del gobierno con la vitalidad de los veinte años, y sin sufrir las mutilaciones de una larga carrera política. Y se encontró con una España en la cual se gastaba el dinero a manos llenas. Bien sabía él que todo era debido a una burbuja inmobiliaria. Pero a ver quién era el guapo que les decía a los españoles que había que apretarse el cinturón en todos los sentidos si no queríamos apechugar con una crisis como la que estamos viviendo.

Durante esos años de despilfarro, y por tanto de triunfo gubernamental, ninguna Comunidad Autónoma -ni siquiera las gobernadas por el PP- se distinguió por renunciar a formar parte de esa fiesta del dinero que parecía no tener fin. Ningún gobernante quería, bajo ningún concepto, perder la oportunidad de participar de una opulencia falsa. Por más que, de en cuando en cuando, los políticos opositores decidieran sacar a relucir la moral que se suele airear cuando no se gobierna.

Ahora, cuando ZP está ya embalando sus cosas para dejarle la vivienda vacía a su sucesor, y se le nota en sus ojeras la pesadumbre de un cargo que le ha hecho envejecer aceleradamente, uno piensa que Mariano Rajoy llegará muy gastado a La Moncloa tras luchar denodadamente por conseguir semejante logro.

MR ha tenido que soportar carros y carretas para verle, al fin, la luz al túnel de su carrera. Pues nunca dejó de ser visto como candidato designado a dedo y ninguneado por muchos de los suyos, durante los años en que ZP triunfaba clamorosamente y a él le correspondía la vitola de perdedor. La tarea que le espera a Rajoy es descomunal. Y, además, bien sabe él, por ser inteligente, que la desdichada situación económica juega en su contra. Y, salvo milagro, la gente puede perder la paciencia más pronto que tarde.
 

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