PORTADA DE HOY
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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 2 DE
NOVIEMBRE DE 2011 |
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OPINIÓN / ANÁLISIS |
Tertulias, debates y mesas
redondas |
Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com
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Como podrán comprobar no he hecho
alusión al “ágora de Sócrates” porque podría parecer
excesivamente pretencioso, por más que algunos de los
candidatos que se presentan por Ceuta sean auténticos “MASP”,
es decir “maduros pero sobradamente preparados” que es más
que “JASP” que son “jóvenes pero sobradamente preparados”
porque suman la experiencia vivida a la preparación y
cualificación académica, más una trayectoria profesional. Y
lo que los votantes queremos palpar en estas citas es
precisamente el grado de “expertos en vivir” y la IE, es
decir, la inteligencia emocional de quienes están llamados a
representarnos. Nunca olvidaré una frase que leí del
director italiano Bertolucci cuando se encontraba en pleno
rodaje de una película que se llamó “Te n´el deserto”, te en
el desierto, el genial cineasta al ser preguntado sobre su
inmensa creatividad con visos espirituales alegó “A la
espiritualidad no se llega ni por la literatura ni por la
filosofía, sino por la experiencia vivida”.
Y es el bagaje existencial, el equipaje de toda una vida, lo
que interesa comprobar de los candidatos para evaluarles en
su calidad-cualidad de seres humanos. La empatía que es la
capacidad de ponerse en el pellejo del contrario y de sentir
sus sentires (los psicópatas no tienen empatía) la
asertividad que es la capacidad de expresar las ideas con
claridad y sin vacilaciones ni dejaciones y sobre todo la
imprescindible resiliencia que es la cualidad-estrella de la
nueva psicología. Ya saben que se trata de un término
trasplantado de la física a la vida y que es la capacidad de
determinados metales de volver a su forma original tras
haber sido sometidos a condiciones extremas, al igual que la
idoneidad de determinadas personas para afrontar situaciones
difíciles y dolorosas que les dejan prácticamente “fuera de
juego” y no obstante ser capaces de recuperarse y volver a
intentarlo una y otra vez.
Recuerdo con emoción la primera vez que leí sobre la
resiliencia cuando aún no se había utilizado el término como
cualidad del ser humana. Fue en un poema que ha marcado los
cojones de muchas generaciones, es el “Si” de Kipling que ha
dirigido tantas vidas : “Y si puedes obligar a tu corazón, a
tus nervios y a tus músculos/ a servirte en tu camino mucho
después de que hayan perdido su fuerza/ excepto la Voluntad
que les dice “¡Continuad!”/… si puedes emplear el inexorable
minuto/ recorriendo una distancia que valga los sesenta
segundos/ tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella / y lo
que es más, serás un hombre, hijo mío”.
¿Qué más puedo decir?
Pues muchas cosas, porque todos sabemos que esta campaña que
nos arrastrará hasta el glorioso 20N (esperamos que sin
incidentes indeseados para conseguir “vuelcos
electorales”porque no cuela) será la de las grandes
propuestas económicas que en el programa del PP son claras y
concisas, pero sobre todo factibles y se cuenta con los
técnicos capaces de llevarlas a cabo. Pero se espera mucho
más de los aspirantes que el monólogo económico y los “no
recortes” en educación y en sanidad que ya suenan a pestiño
y que se repiten más que el cebollino. Se espera un tono
algo más elevado porque los votantes no somos unos
cantamañas y queremos soluciones concretas para las reformas
de las leyes ¿Qué piensan los políticos? ¿Qué nos van a
embaucar con tan solo decir que “no habrán recortes
sociales”? Papanaterías. Cuando se pellizca con fuerza a los
bancos en el ombligo y se les obliga a otorgar créditos
blandos a pymes y autónomos y estos generan puestos de
trabajo que aumenta el número de afiliados a la Seguridad
Social y estos trabajadores consumen generando a su vez
prosperidad, no cabe hablar de una sociedad “subvencionada”
ni de malgastar el sudor de los contribuyentes “a fondo
perdido” porque los dineros que se dan a cambio de nada no
son de los gobernantes que, por la noche, se ponen en sus
despachos a hacer billetes con la máquina de los dineros,
sino que cada euro lleva impregnado mucho esfuerzo y mucho
sacrificio. Invertir en formarse, prosperar y producir
siempre. Mamoneo jamás.
Pero hay que elevar el tono y ser más multidisciplinares,
acometer más asuntos de interés para el futuro de España y
de los españoles. Afortunadamente desde este diario se han
venido lanzando ideas y reflexiones, lo que toca los huevos
es que el análisis sobre la reforma de la figura del hurto
en el Código Penal, trabajosamente formulado en estas
páginas hace no mucho, tenga como respuesta el que sea
Convergencia i Unió quien se apropie íntegramente de la idea
y la exponga en fecha de ayer, como quien descubre un tesoro
o un avance científico de lo más novedoso. Ahí está
publicado con una reflexión extenuante, consulten las
hemerotecas. Y salió del modesto laboratorio de ideas
neuronal de una escribidora y pensadora del PP siendo
compartido con todos. Pero tan solo aprovechado y
capitalizado por CIU, a no ser que por causa de la
sincronicidad (existe) esta escribidora hiciera el trabajo
días antes y a los catalanistas se les ocurriera idéntico
días más tarde, ya saben, por cuestión de las emanaciones
cuánticas de la gran Mente Universal. Pero a lo que no
estamos dispuestos y es una afirmación genérica, es a gastar
las reservas de acetilcolina (es la memoria en estado puro)
en ir proponiendo reformas legales, asándonos las neuronas,
tirando de experiencias propias y escarbando en las
injusticias de la justicia, para que luego vengan y lo
copien sin citar a este medio. ¿Mezquindad? Si ustedes
tuvieran que mimar sus neurotransmisores con caras
sustancias de botica para que no se cortocircuiten también
se podrían permitir cierta ruindad intelectual.
Lo esencial es que se está funcionando a nivel pueblo llano
y soberano y por eso tenemos derecho a que nuestros futuros
representantes compartan con todos nosotros algo más que
estadísticas sobre el paro y recuerdos de las profecías del
Apocalipsis del tipo de que “el Anticristo llegará al poder
sobre la sangre de los inocentes” porque se nos corta el
cuerpo y nos destemplamos.
¿Mesas sectoriales? Un recurso excesivamente repetido, mejor
encuentros, tertulias, mesas redondas, debates con los
votantes y mucho “Cinco horas con Mario” que nos cuenten
quienes son y cómo son, qué sienten y qué les alegra o les
entristece, si nos tienen afecto o pasan de nosotros, si
tienen mascota y si son creyentes. “Sí” pero no de Kipling,
compondremos un “Sí” para los candidatos. Porque no queremos
que nunca nos defrauden.
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El abominable mensaje de
“la lucha de clases” |
Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com
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Es cierto que las campañas
electorales dan pábulo a muchos errores en cuanto a mensajes
propagandísticos, pero los elucubradores del patético video
electoral del PSOE del “niño pijo” diciéndole a la niñera
que su hija cuidará de los vástagos del niño, en una especie
de perpetuación de las diferencias de clases resulta fallido
desde el momento en que un periódico nacional suelta la
noticia de que la hija de Pepiño Blanco es compañera de
colegio privado y de ballet de la hija de Genoveva Casanova
y del Duque de Salvatierra, hijo de la Duquesa de Alba. En
esto se evidencia que los hijos de la élite socialista no
frecuentan los pupitres de las escuelas públicas que sus
padres defienden con denuedo.
Y lo curioso es que frente a los garantismos y complacencias
de los colegios públicos, donde a veces los profesores hacen
más de lo que pueden y les cuesta motivar al alumnado,
quienes pueden elegir la enseñanza privada están optando por
educar a sus hijos con una disciplina, unas normas y unas
reglas que, de existir en la enseñanza pública harían que
todos los redentoristas compulsivos pusieran el grito en el
cielo ante el “recorte de libertades”. La enseñanza privada
es mucho más dura que la pública y los castigos ante
cualquier falta de urbanidad o de disciplina están a la
orden del día, algo que en la enseñanza pública parece que
no es factible.
Nunca olvidaré la emotiva disertación de Juan Luis Aróstegui
en el último Pleno de la Asamblea donde alegaba que “para
educar a los alumnos hay que quererlos” cómo si de la
capacidad afectiva del profesorado dependiera la motivación
del alumnado. Y eso es maravilloso, rectifico, sería
maravilloso en una especie de sociedad idílica donde se
respondiera de forma colectiva a los esfuerzos y los
desvelos de los maestros con aprecio y empeño por parte de
los alumnos. Pero no vivimos en una sociedad bucólica sino
en una realidad que a veces es bastante dura y para esa
realidad hay que capacitar a los más jóvenes a base de una
educación que alcance a todos los niveles y no tan sólo al
académico. El binomio acción=reacción es el lógico, así ante
buen comportamiento=premio, mal comportamiento=castigo.
Sería ideal que el ser humano “que es bueno por naturaleza”
no necesitara la imposición de normas de conducta porque
trajera desde la cuna insertado el chip de lo correcto y de
lo incorrecto. Pero no es así, cuando nace el niño es un
libro en blanco y las primeras enseñanzas de adaptación a
las normas las aprende en el seno de su familia desde los
primeros momentos, la escuela es un complemento
indispensable, pero los maestros no son los padres ni están
llamados a sustituir la educación básica, sino a
complementarla y a potenciarla.
En mis años trabajando con determinados grupos sociales he
oído a profesores agobiados confesar las dificultades de
“luchar contra el ambiente” y he asistido a la puesta en
marcha de esas “Escuelas de padres” diseñadas para aquellos
progenitores que también necesitan directrices para guiar a
sus hijos. Nadie nace sabiendo pero afortunadamente el
actual sistema cuenta con instrumentos para apoyar a los
padres que no saben o no se ven capaces y la enseñanza
pública, por el talante del profesorado, podría decirse que
es más permisiva que la rígida enseñanza privada donde una
corbata mal anudada o un paso fuera de la fila equivale a un
sábado de castigo en la sala de estudios. En mi opinión a
los alumnos hay que darles de entrada, un voto de confianza
pero, sin llegar a los extremos de la enseñanza británica o
alemana, exigirles el cumplimiento de unas normas y de unas
reglas que son tanto de conducta como de convivencia y que
se basan en el respeto a la autoridad de los maestros y de
respeto hacia los compañeros más adaptación a la normativa
del centro.
Y antes que nada y sobre todo convencerles de que la
educación es un privilegio que se les ofrece y algo que hay
que valorar y agradecer, porque a veces el “tener derecho” y
el “gratis total” hace que no se valore ni se aprecie lo que
se recibe.
Pero observado con frialdad, la enseñanza parece una
apología del absurdo desde el momento en que padres más
pudientes se permiten el lujo de enviar a sus hijos a
centros de disciplina espartana, mientras que la amable,
dialogante y permisiva educación pública donde el alumno
tiene todos los derechos, es gratis total. Pero “algo tendrá
el agua cuando la bendicen” y algo tendrá la disciplina de
los colegios privados cuando los padres pudientes, como el
Ministro Blanco, eligen ese sistema para sus hijos y cuando
padres menos pudientes hacen esfuerzos titánicos para que
sus hijos puedan acceder a ese tipo de educación.
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