De siempre, hemos oído decir, y
razones hay para ello, que si quieres que un problema del
tipo que sea no tenga ninguna solución, lo primero que se
debe hacer es formar una comisión para que lo trate.
Naturalmente, cuando se forma una comisión para estudiar y
tratar de atajar cualquier problema, los miembros de esa
comisión no son ni trabajadores, ni, mucho menos, expertos
en esa materia, con lo que pasa el tiempo, se reúnen cientos
de veces y el problema, en cuestión, muere por sí solo o se
queda sin solucionar para siempre.
Y esto es lo que está pasando con la violencia en el
deporte, más concreto en el fútbol, que se anda por las
ramas y no se abordan las raíces del problema, como tal.
Hoy en el fútbol, volviendo a los asuntos de la violencia,
parece que todo el problema está en los aspectos racistas y
que todo lo demás se vaya dejando pasar.
Y es que basta con que dos docenas de imbéciles se metan con
un “moreno”, hagan tres gestos que le puedan denigrar, para
que ya, de oficio, entre la comisión y al club o a los
individuos esos “se les cae el pelo”. Y eso está bien, pero
la violencia ni es eso, solamente, ni se queda,
particularmente, en eso.
Recientemente acabamos de tener dos casos en los que la
comisión ni ha entrado, ni parece que vaya a entrar, y creo
que son más para estudiarse que cualquier otra chorrada de
las que han abordado, de oficio, y con lo que ya se han
justificado.
Veamos. En el encuentro disputado en el campo Vicente
Calderón, cuando se enfrentaban el Sevilla y el Atlético de
Madrid, una gran parte de una de las gradas y en repetidas
ocasiones, cantó algo tan denigrante como:” ea, ea, ea,
Puertas se marea”. Los gritos en cuestión son intolerables,
porque iban dirigidos hacia un jugador que hace ya varias
temporadas murió sobre un terreno de juego.
A instancias de la prensa, el presidente del Atlético de
Madrid salió a justificarse y a pedir perdón. No había otra
cosa pero, a estas horas, los imbéciles que corearon esas
desagradables frases no han tenido ninguna denuncia, ni el
Atlético de Madrid, tampoco, para tratar de identificar a
todos o a una gran parte de aquellos gamberros.
La comisión antiviolencia no nos sirve.
Más recientemente, concretamente, en el encuentro del pasado
jueves en San Mamés, dicen que la catedral del fútbol, en
España, pudimos oír y ver como otro grupo grande, que
ocupaba una o varias partes del graderío gritaba, en
repetidas ocasiones:”españoles, hijos de puta”, y así en
varias ocasiones.
Ese día, que sepamos, por parte de la directiva del equipo
vasco, Atlético de Bilbao, nadie salió a pedir disculpas y
la comisión antiviolencia, de momento, sigue dormitando y
sin quererse enterar de todos esos problemas.
Pues bien, con todos los respetos para cualquier morenito o
para otros a los que se hace una burla desagradable, me
parece que es mucho más grave lo del Atlético de Madrid o lo
de Bilbao, porque en este caso, en Bilbao se estaba
insultando a cuarenta y cinco millones de españoles. ¿Dónde
están los incompetentes de antiviolencia?.
Que esto último haya sucedido en San Mamés nos indica que
“la catedral” ha dejado de ser tal y se ha convertido, si
acaso, en una simple capillita. Dan vergüenza y asco.
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