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OPINIÓN - VIERNES, 28 DE OCTUBRE DE 2011

 
OPINIÓN

Seguridad vial y la España de la pandereta en Ceuta

Por Tamara Crespo


Negligente es el término más suave que puede aplicarse al Gobierno del señor Vivas en relación con la nueva carretera de Loma Colmenar desde que la promotora de su construcción, la sociedad estatal del suelo, SEPES, la entregara a la Administración local, hace ya tres meses. Para empezar, la tardanza en su apertura al tráfico resulta inexplicable cuando se trata de un vial que se entregó con todo lo necesario para su puesta en servicio, desde las farolas, bancos y papeleras a la jardinería, pasando por las marcas viales y señales verticales, todo. Pero es que a esta tardanza en la puesta en servicio de una infraestructura importantísima y en la que se han invertido millones de euros de los contribuyentes, se ha sumado ahora el despropósito de que haya vehículos que circulan ya, a su libre albedrío, por una carretera que no se ha abierto al tráfico.

Un paseo por la zona resulta muy ilustrativo respecto a ese tipo de situaciones que cualquier ciudadano de a pie diría que “sólo pasan en el tercer mundo”. La España cañí, la de que “alguien” haya quitado las vallas y otros elementos de protección que impedían el tránsito por una carretera cerrada, existe en Ceuta, y muy bien representada. La España de la pandereta, la de una vecina despistada que asegura que se ha puesto a circular con su vehículo por esta carretera oficialmente cerrada al tráfico porque ha “leído”, en un periódico que no es este, que estaba abierta. La España cañí es la de un Gobierno que permite que “alguien” abra al tráfico por su cuenta y riesgo una carretera que aún no puede ser utilizada porque no se han cumplido todos los trámites y requisitos legales para ello. ¿Y si ocurriera un accidente? Fácil es que cualquier percance se produzca de hecho en una carretera por la que circulan coches que pasan junto a señales de prohibido el paso que están tiradas en el suelo y que no se ha limpiado de las avalanchas de tierra producidas por las últimas lluvias porque, evidentemente, los servicios que deberían encargarse de ello no tienen notificación de que la carretera esté abierta.

¿No suena a chiste que de las tres vías de acceso a esta carretera sólo una esté cerrada y sea un punto en el que la Guardia Civil tiene montado un control permanente? Como nada está señalizado, quienes lleguen hasta el Quemadero desde la Almadraba o desde el Hospital por este vial “fantasma” han de darse media vuelta en el acceso al Príncipe y Los Rosales porque “alguien” ha abierto, supuestamente por su cuenta y sin permiso de las autoridades sólo un trocito del vial, ¿quizá el que le hacía falta para ir a su casa? Todo parecería una broma si no fuera porque afecta a seguridad vial, a la seguridad de los ciudadanos que desconocen que circulan por una carretera en la que ni patrulla la Policía Local, ni hay servicio de mantenimiento ni siquiera alumbrado público porque “alguien”, alguien en este caso de la Ciudad Autónoma, ha permitido que se circule cuando aún no es legal ni seguro hacerlo.
 

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