Los partidos políticos ya han
presentado genéricamente candidatos y propuestas, pero la
temática se sigue circunscribiendo con carácter casi
exclusiva a temas económicos y a medidas para paliar los
efectos de la crisis en el mercado del trabajo. Un asunto de
carácter primordial si queremos evitar el ser intervenidos,
pero no es en absoluto el “único” tema relevante que
preocupa y causa zozobra en la ciudadanía.
Es cierto que en pleno debate de medidas financieras ha
surgido la nueva tregua-trampa de ETA que me parece, a todos
los efectos, una estrategia de los criminales para colocarse
en las instituciones y garantizarse un salario, amen de una
“patente de corso” para manejar fondos y nebulosas
subvenciones. Si alguien “cree” a los etarras no soy yo y no
pienso presentar disculpas por mi absoluta desconfianza.
Pero, quitando hoy por hoy estos monotemas, el resto de los
proyectos de regeneración aparecen de alguna manera
estancados y a falta de exposición motivada. Y el referirme
a la grimosa Ley del Menor que ya desde su promulgación en
el año 2.000 fue tachada por muchos de “irreal, bucólica y
pastoril” no es una cuestión de oportunismo por la grave
alarma social generada por el asesinato de la adolescente
Marta del Castillo, cuyo cadáver no ha podido aún recibir
cristiana sepultura porque los criminales se niegan a decir
donde la arrojaron, ni por la indignación colectiva ante la
amabilidad con la que la justicia (con minúscula) ha tratado
a esa basura menor de edad llamado el Cuco, pese a que su
ADN se ha encontrado junto al de la niña, pese a que estuvo
presente en el crimen, pese a que ayudó a ocultar el cuerpo
violado y golpeado. Ahí está la alimaña, en libertad y
acudiendo al juicio tan tranquilo como simple “encubridor”.
¿Y qué me dicen del asesinato de la joven Sandra Palo?
Recordarán como fue violada, torturada, atropellada con un
coche, rociada con carburante y quemada viva y uno de sus
verdugos, el Rafita, en libertad y delinquiendo de manera
continuada mientras bendice una Ley del Menor garantista,
educativa, reinsertadora y complaciente con los criminales y
despiadada con las víctimas.
Cuando el propio Iborra, Presidente de la Plataforma contra
la Intolerancia y firme defensor de los Derechos Humanos ha
encabezado manifestaciones contra esa Ley absurda y forma
parte de la Plataforma para su reforma, aunando su nombre y
sus esfuerzos a los de las víctimas de delincuentes menores
de dieciocho años, es porque existe a nivel ciudadanía un
profundo clamor de protesta. De hecho una de las principales
injusticias de esta norma “buenista” e ineficaz es que
incumple una de las finalidades del Derecho Penal que es la
proporcionalidad entre el hecho y la sanción ya que según el
legislador “se pretende impedir todo aquello que sea
“contraproducente” para el menor” y prima sobre todo “el
interés del menor” desprotegiendo a las víctimas en
particular y a toda la sociedad en general. ¿Y se puede
hacer referencia desde la lógica a aquello que sea
“contraproducente” para un criminal? Lo único
“contraproducente” para los delincuentes son las leyes que
garantizan la protección de la sociedad frente a los
elementos antisociales y peligrosos, de ahí que los
“garantismos” y los “melindres” de esta ley chambosa tan
solo hayan conseguido incrementar de forma espectacular los
delitos perpetrados por jóvenes de menos de dieciocho años,
otorgándoles una sensación de total impunidad en plan “¡A mí
no se me toca que soy menor!” y una absoluta falta de temor
ante las consecuencias de sus actos, por atroces que estos
sean ya que ni respetan los Centros de Internamiento ni las
medidas y las pamplinas de estos Centros.
Tan solo aconsejo reflexionar sobre el hecho de que
absolutamente todos los presos de todas las cárceles
españolas, desde el asesino más sanguinario al atracador
multirreincidente, han sido “menores”, pero ya no lo son. Y
el único medio para que un joven no infrinja las leyes es el
temor a la dureza del castigo, el respeto ante las medidas
coercitivas y es ese el único freno existente que puede
presentar garantía de eficacia para reprimir conductas
delictivas. Sin dejar en ningún momento de reconocer que uno
de los primeros problemas con los que arrastramos en España
a la hora de tratar con infractores de menos de dieciocho
años es que la psiquiatría infantil y juvenil está “en
mantillas”, rectifico, la psiquiatría en general se
encuentra a niveles tercermundistas y faltan psiquiátricos
cerrados en los que poder recluir y tratar a los enfermos,
tanto adultos como niños y jóvenes, cada cual en su
correspondiente sección y con el personal especializado.
Desde que en los años ochenta “se cerraron los manicomios”
por las nuevas y extravagantes teorías que aconsejaban
tratar de integrar al enfermo en la sociedad por el cómodo y
barato método de trasladar toda la responsabilidad de su
control y cuidados a las familias (buen ahorro para la
Seguridad Social) el tema psiquiátrico se ha desmandado,
porque en casos graves están las residencias que son escasas
y simples “aparcaderos” de enfermos para alivio de los
familiares, pero donde no se les cura con las nuevas
terapias y tratamientos. Al igual que a los delincuentes
jóvenes, algunos de ellos sociópatas, psicópatas y aquejados
por patologías que no requieren al:
educador-psicólogo-asistente social-monitor-cuidador, sino a
buenos neuropsiquiatras, moderna medicación y tratamientos
neurológicos avanzados con permanente control y régimen
cerrado. Los jóvenes enfermos mentales con comportamientos
antisociales y que suponen un riesgo y un peligro para la
sociedad, ni se reeducan, ni se reinsertan, sencillamente o
se diagnostican, se tratan , se controlan férreamente y se
curan, o se les deja víctimas de sus problemas psiquiátricos
entre charlitas de educadores y discursos de la asistente
social, todo igual de inútil y de ridículo.
Y al fallar el sistema de salud mental a todos los niveles,
es aún más urgente la reforma del artículo 19 del Código
Penal rebajando la edad penal a los dieciséis años. Porque a
los “menores” sí les atemoriza la prisión, allí no hay
“educadores” sino funcionarios a quienes no se puede
“potrear” existe una disciplina cuartelera, se tienen que
respetar los horarios, a los compañeros y los recuentos a
rajatabla, hay un duro sistema de sanciones para quien
infringe el reglamento y cada pequeño privilegio “hay que
ganárselo”. De hecho en todas las cárceles existen los
módulos de menores para gente de menos de veinticuatro años
y los infractores a partir de dieciséis años tienen allí
“auténticas” posibilidades de reeducarse y de aprender a
cumplir las reglas, pero no porque un psicólogo haya
conseguido convencerle “para que sea bueno” sino por miedo
al castigo si no se comporta. Con el aliciente de que, en
las prisiones y dentro de la enfermería existen módulos
psiquiátricos e infinidad de internos reciben tratamiento en
el interior del centro penitenciario donde se suele contar
con muy buen personal sanitario y buenísimos médicos. De
hecho de dieciséis a veintitres años en un módulo específico
de menores los jóvenes sí se pueden enderezar y el que esté
enfermo ser diagnosticado y derivado a enfermería para
tratamiento y si está peor ser derivado a uno de los
psiquiátricos penitenciarios como el de Sevilla o Font
Calent en Alicante que lo han modernizado mucho. Allí hay
posibilidad de sanar y un control riguroso. Sé de lo que
hablo soy penalista desde hace treinta y dos años y más sabe
el diablo por viejo que por diablo, máxime cuando he sido
testigo directo de las diferentes reformas legales, la una
peor que la anterior porque los legisladores suelen venir de
“Alicia en el País de las Maravillas” y creen que legislan
para Disneylandia. Pero no, no estamos en Disneyworld, sino
en una sociedad bastante feroz, con muchos jóvenes y más
jóvenes con graves problemas de conducta y donde las mafias
extranjeras han importado nuevos tipos de delincuencia
infantil en los que chavales de diez años y de menos pueden
atacar a cualquier ciudadano con violencia para robarle.
Nada nuevo expongo cuando hago referencia a la modalidad de
“delitos con menores” importados por las mafias. Menores que
quedan en libertad y reinciden hasta en un centenar de
ocasiones con la connivencia de sus familias y ante la
indefensión absoluta de la sociedad ya que la estúpida ley
contempla el arco de los catorce a los dieciocho años, no
como otros sistemas como el inglés donde pequeños
delincuentes son juzgados como adultos, o como el durísimo
sistema francés o el alemán. Y no hablemos del americano. A
España vienen con menores para delinquir. Hasta que una
reforma legal que endurezca las penas, generalice el
internamiento y rebaje el arco de aplicación desde los diez
a los dieciséis años haga que este desventurado país deje de
ser Eldorado del crimen y el Tijuana de los robos con
violencia y de los delitos cometidos por jóvenes que se
cachondéan de las leyes y se mofan de “las medidas”.
Con la rebaja de la edad penal descenderían de forma
automática los hechos delictivos y la reforma tendría
importantes efectos disuasorios, amen de erradicar la
prepotencia y el sentimiento de impunidad de los
delincuentes. La mayoría de edad a todos los efectos a los
dieciséis años no es una “innovación” en un país donde se
permite abortar a las adolescentes sin permiso de sus padres
y acabaría con el proteccionismo lacrimoso de jóvenes,
adultos a todos los efectos, totalmente responsables de sus
actos y que se aprovechan de un Sistema que parece diseñado
para salvaguardar a los malos y dejar indefensos a los
buenos.
Cuando se promete “regenerar” se está asumiendo un
compromiso ético y moral de muy hondo calado y de enorme
trascendencia, porque se trata de determinar lo injusto,
erróneo, ineficaz, obsoleto, estúpido e inservible, para
cambiarlo por realidades justas, acertadas, eficaces,
innovadoras, inteligentes y útiles. Por el bien, la
seguridad, la tranquilidad y la satisfacción de todos los
ciudadanos honestos. Eso y no otra cosa distinta, es
“regenerar”.
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OPINIÓN / SERPIENTE DE OTOÑO |
Moda de Otoño |
Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com
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¿Quien puede hablar sobre un
adecuado “look” otoñal cuando hasta hace una semana vivíamos
una especie de primavera tardía? De hecho, a las alturas que
estamos aún no se ven (ni pegan) abrigos, plumones, trenkas
(este años son “lo más” en estilo casual) ni parkas. Como
mucho chaquetas encima de “la manguita” pero ir veraniegas a
estas alturas de la temporada es una vulgaridad y llevar
zapatos de verano en octubre es un horror, aunque el
termómetro suba a casi treinta grados. Las formas son las
formas y lo que pega es el socorrido mocasín, la plana
manoletina (ya con medias o calcetín) y sobre todo el zapato
con cordones tipo Oxford porque el “look college” está
pegando fuerte en las colecciones y todas las firmas han
sacado sus zapatos Oxford de mayor o menor calidad ¿Los más
elegantes según los gurús de la moda? Los burdeos y los
marrones-camel, el negro resulta demasiado masculino para
las señoras. Jaime Mascaró ha sacado unos Oxford caros pero
ideales y en baratito los burdeos de Mustang tampoco
molestan a nadie. Aunque para burdeos “de toda la vida”
están los mocasines castellanos con borlitas que hace unos
años nos parecían “del tunel del tiempo” pero que ahora son
un “must” y no tan solo porque los lleven Tamara Falcó y los
niños de Nati Abascal. ¿Se renueva tal vez el clasicismo? En
algunas colecciones es indudable, ya en la pasada temporada
Max Mara diseñó un abrigo camel con cinturón que tuvo lista
de espera en media Europa. Y este año repite tonalidades
tostadas en abrigos muy cuidados, algunos de pelo de
camello.
Buena opción para este otoño apostar por tonalidades camel y
dentro de la gama cromática tono hacia arriba y tono hacia
abajo. ¿Y los hombres? Ellos lo tienen más fácil porque
gracias al buen Dios se erradicó el loden verde que era un
espanto y ahora pasan de la trenka al abrigo gris o azul
marino. ¿Mis diseños preferidos para “ellos”? Cualquiera de
Adolfo Domínguez pero no de la línea U que es para más
jóvenes, sino del Adolfo Dominguez clásico de La Cañada o de
Marina Banús ¡No se pierdan las trenkas forradas por dentro
de mouton! Todo muy geométrico, muy Armani a la cañí,
precios medianos y rebajas espectaculares en su momento para
hacer fondo de armario.
Como verán no hablo del sempiterno Burberry´s porque si
antaño una de sus gabardinas con el bolso y la bufanda
(pican) a juego era de un precio adsequible ahora se ha
encarecido y se ha subido a la parra, cuando no es para
tanto y resulta igual de clasicón. ¿Monerías para aprovechar
en las rebajas? Todo lo que sea de lana de Bimba y Lola que
está en La Cañada y sus zapatos están bien aunque calzan un
poco grandes y las gafas están aún mejor porque tienen
diseños muy innovadores,
¿Para bolsos? Uterqüe, sin dudarlo, es la línea abolengosa
de Inditex, Zara es para humildes, Sfera menos humilde,
Mássimo Dutti tiene monerías y Uterqüe es elegante, tipo
Bimba y Lola pero con un poco más de calidad. Sota, caballo
y rey. Las economías medias no permiten grandes
fluctuaciones y sí mucho escarbar en las cada vez más
tempranas rebajas para hacerse con algunas piezas-clave.
Siempre que no guste “el trapajerío” que de ese hay todo el
año, bajo coste, fabricado en terceros países, ínfima
calidad, diseños graciosos y “dan el pego”(siempre que no se
tenga una talla superior a la 40) Por cierto, los vaqueros
vuelven a llevarse casi en la cintura y no en las caderas y
de incómodo tiro corto. ¡Animo, falta poco para las
rebajas!.
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