En esta ocasión, compartiré con
ustedes algunas reflexiones en relación al esperado y
deseado comunicado presentado a la ciudadanía por tres
integrantes encapuchados de la banda terrorista ETA (Euskadi
Ta Askatasuna “País Vasco y Libertad”), el pasado jueves día
20 de octubre, justamente un mes antes de la fecha elegida
por el Gobierno socialista para, que los ciudadanos
españoles concurramos a las urnas al objeto de elegir a
quien liderará el Ejecutivo de nuestro país en los próximos
cuatro años.
En principio, debo expresar mi satisfacción contenida por el
anuncio del cese definitivo en la actividad armada de este
grupo terrorista nacionalista fundado durante la dictadura
franquista con el único objetivo de alcanzar la
independencia de los auto denominados “territorios vascos” a
través de la lucha armada; asesinato, secuestro y extorsión.
Un grupo terrorista que comenzó su sangrienta andadura
cuando yo aún no era ni siquiera un proyecto de ser humano,
un 28 de junio de 1960, con el asesinato de la niña de 22
meses, Begoña Urroz Ibarrola, tras colocar un artefacto
explosivo en la estación de tren del barrio de Amara, en San
Sebastián.
Sin ninguna duda, la precaución debe ser la nota
predominante tras el anuncio efectuado por esta banda de
criminales cincuenta años después de su fundación, tras
haber asesinado brutalmente a 829 personas y heridas de
diferente gravedad a miles y miles repartidos entre hombres,
mujeres y niños de diferente consideración; políticos,
militares, miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad,
empresarios, políticos y personas que sencillamente “pasaban
por allí”. Víctimas inocentes de la barbarie criminal de
quienes, una vez más, han dado muestra fehaciente de su
falta de arrepentimiento al elaborar un comunicado que tan
solo homenajea a sus propias víctimas.
No obstante, a pesar de esta ausencia total de
arrepentimiento, ha llegado el momento de los demócratas
convencidos, de quienes hemos sido capaces de contener
nuestra indignación anteponiendo en todo momento el Estado
de Derecho al sentimiento más primitivo, la venganza. Ahora,
más que nunca, el convencimiento debe ser la nota
predominante en un proceso felizmente iniciado, que deberá
llevarnos irremisiblemente, con las correspondientes
precauciones, al cese definitivo de toda actividad armada, a
la disolución final de ETA. A partir de estos momentos,
serenidad, paciencia, compromiso, lealtad y en todo momento,
máximo respeto a un Estado de Derecho subordinado plenamente
al orden jurídico establecido.
En definitiva, el comunicado efectuado el pasado jueves día
20 de octubre por tres miembros encapuchados de la banda
terrorista ETA anunciando al cese definitivo de toda
actividad armada ha provocado ríos y ríos de lágrimas de
felicidad contenida derramadas por una ciudadanía
esperanzada con el comienzo de este proceso de paz en clara
contraposición con las vertidas durante años como
consecuencia de la barbarie terrorista. Del terror a la
esperanza.
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