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OPINIÓN - DOMINGO, 23 DE OCTUBRE DE 2011

 
OPINIÓN

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES 17.

Paco López es propietario de la peluquería Logar. En ella he estado yo cortándome el pelo cuando lo tenía, cuando lo iba perdiendo y cuando me quedaban cuatro pelusillas. Es decir, casi tres décadas. Con Paco me lo he pasado siempre muy bien. Ya que nunca me ha molestado que mientras me arreglara la cabellera o lo que me iba quedando de ella, me contase historias bien distintas. Enfrascarme en una conversación con PL era lo habitual cuando lo visitaba cada quince días. Hace dos meses, más o menos, dejé de visitarlo. Y, claro, Paco no ha tenido el menor inconveniente en llamarme por teléfono pronto en la mañana. Y lo primero que ha hecho es preguntarme por mi salud. Y le he respondido que estupenda. Aunque en consonancia con mi edad. Luego, me ha celebrado mi vuelta al oasis y a estas páginas, aduciendo que para mí escribir es tan necesario como el comer. Más o menos, que lo necesito como el respirar. Pues no, amigo Paco, tampoco se trata de eso. Máxime cuando quien escribe se permite hacer declaraciones que pocas personas se pueden permitir porque pondrían en peligro sus ingresos o su prestigio si lo tienen. En fin, que sí que he vuelto a escribir de la misma manera que cualquier día me presento otra vez en tu peluquería pidiéndote que mi cabeza sea tratada con tu maestría acostumbrada. O sea.

Martes. 18

Hora del aperitivo. Se habla de todo un poco entre quienes todavía solemos reunirnos uno o dos días a la semana. Y en vista de que lo ocurrido en la sesión plenaria de ayer está aún reciente, uno de los presentes me pregunta la causa por la cual hace ya mucho tiempo que dejé de asistir a los plenos para sacarle punta a lo que allí se dice. Mi respuesta no se hizo esperar: en principio, porque los plenos son tan largos como soporíferos, desde hace ya un mundo. Luego, porque yo no tengo la menor obligación de acudir a esas reuniones de debates. Pues día llegará, dice otro de los contertulios, en que por no estar presente en el salón municipal te pierdas la orden dada por Juan Vivas a los agentes de la Policía Local para que inviten a Juan Luis Aróstegui a desalojar la sala. Vuelvo a intervenir para decir que no creo que eso vaya a suceder. Por más que quien más manda en ‘Caballas’ esté provocando al presidente de la Ciudad para que éste, en un momento de arrebato, caiga en la trampa y volvamos a presenciar espectáculos como los que se daban otrora. No olvidemos que lo que trata Aróstegui es que en el escenario se represente una trifulca que genere una noticia a escala nacional. Noticia que si siempre es desagradable en todos los aspectos, y sé de lo que hablo por haberla vivido en otra época no tan lejana, en estos momentos sería además un motivo excelente para usarlo como arma arrojadiza contra el PP cuando la campaña electoral está a la vuelta de la esquina. De cualquier manera, hay otros medios con los que el presidente de la Ciudad puede evitar el mal comportamiento del Fulano que ha conseguido someter a Mohamed Alí a sus dictados. Un Alí que ha quedado solamente para permanecer, como tonto útil, a las órdenes de quien no cesa de decir que es el más inteligente de Ceuta: Aróstegui. Sí, hombre, el asesor de empresarios ricos en una época en la cual había sindicalistas que rompían las lunas de los comercios, obstruían las cerraduras de las puertas con silicona, amenazaban a sus propietarios y hasta le adornaban la fachada del inmueble con pintadas abominables. Doble personalidad, sin duda alguna, la de este insigne (!) sindicalista.

Miércoles. 19

A Samira Mohamed la conozco yo desde que era una niña. En realidad, me precio de conocer a toda su familia. Con su padre siempre he mantenido unas magníficas relaciones. Y así se lo celebrado a ella cada vez que se ha encartado. Ya que a Samira la suelo ver frecuentemente en el Hotel Tryp. Porque trabaja en la recepción y donde se distingue por su profesionalidad, discreción y la afabilidad que el trato con los clientes aconseja. Hoy he sabido que ha sido elegida candidata al Senado. Samira milita en la Unión Popular y Democrática de Ceuta. Y he leído las palabras elogiosas que le ha dedicado Jacob Hachuel, candidato al Congreso por el mismo partido. Ambos serán los encargados de convencer a los ciudadanos para que les voten. De modo que saldrán a la calle dispuestos a hacer una campaña en la cual imperará la sencillez y el deseo de que la gente no dude en contarles sus inquietudes. Manifiestan que lo harán sentados a una mesa allá donde vayan decidiendo instalarse. Me gusta la idea.

Jueves. 20

Cinco y media de la tarde. Hago antesala en la consulta de un médico. No sin antes haber preguntado lo que se suele preguntar en estos casos: ¿quién es el último?... Reina el clásico silencio en la sala de estar. Se habla poco y se hace bisbiseando y con las miradas perdidas. Menos mal que de cuando en cuando un niño se hace notar y cambia la faz de los allí presentes de manera momentánea. Es uno de los pocos sitios en el cual los españoles conseguimos mantener la boca cerrada durante tanto tiempo. De pronto, llega un matrimonio conocido y, nada más verme, él se sienta a mi vera y me da palique. Y, al cabo de unos minutos, me dice que si no me había enterado de lo suyo. Y le dije que no. Y él se puso a contarme que había sufrido un infarto. Del cual había salido mejor librado de lo previsto. Y que a fuerza de repetirse que su expectativa de vida es, por lógica, nueve años más corta que la de su mujer, había decidido dejar de beber, de fumar, de comer demasiado y, por supuesto, estaba dispuesto a dejar la vida sedentaria. Y no tuvo el menor inconveniente en celebrarme que se había comprado un chándal para empezar a caminar cuanto antes por la carretera nueva. “Hay que cuidarse, Manolo, porque los hombres somos muy frágiles”. Naturalmente que sí, le respondí. Y, a renglón seguido, fue y me preguntó por mi edad. Cuando le dije el taco de años que tengo, más o menos veinte más que él, lo primero que se le ocurrió al hombre es recomendarme un régimen draconiano. Nada de grasa, nada de alcohol excepto un vasito de vino tinto con el queso. Y bla, bla, bla… Y aunque al principio te sientas deprimido, no cometas la torpeza de desviarte de ese camino tan saludable. Cuando mi conocido me dejó decir algo, a mí solo se me ocurrió lo siguiente: Mira, Fulano, la idea de que tengo que privarme de todo lo que me has dicho a mi edad para tener una oportunidad de envejecer vivo me parece absurda. Así que con todos mis respetos, te diré que prefiero cascar en seguida que vivir como un asceta. Luego, una vez abandonada la consulta, me arrepentí de haber respondido de manera tan infantil.

Viernes. 21

Me llama BA. A quien conocí hace algunos años en Ceuta. Cenamos con unos amigos y, desde entonces, me telefonea cuando lo cree preciso para contarme cuestiones relacionadas con su vida. BA se divorció hace tres años. Y la última vez que nos vimos en Algeciras, que fue el verano pasado, me puso al tanto de que estaba viviendo una bonita historia con una mujer de veinte y pocos años y que la relación tenía todas las trazas de terminar en boda. BA es emprendedor y sabe ganar dinero. Pero, además, es un buen conversador y tiene don de gentes. De su pareja me decía que estaba decepcionada de los hombres de su edad y que a él no sólo lo quería sino que lo veía como una figura paternal. Quiso saber mi opinión y yo le respondí que en cuestiones de cama yo carezco de parecer. BA me ha llamado hoy para decirme que se ha vuelto a casar. Pero no con la veinteañera. La agraciada ha sido una viuda que ha cumplido los mismos años que él: 53. Y que además es abuela. Cuando le pregunté qué era lo que había motivado semejante elección, BA, tras suspirar hondamente, me dijo lo siguiente: “Mira, Manolo, dicen que el amor es ciego. Pero en mi caso tenía los ojos bien abiertos. Cuando al despertar me miraba al espejo no acababa de verme casado con una mujer veinte años más joven que yo: habría tenido demasiado miedo de su mirada, demasiada conciencia de mis arrugas y de mis fallos. Y es que, tío, se puede presumir una vez por semana con una amante muy joven, pero no cada día con una esposa demasiado joven”. Mi amigo, BA, sabe lo que no hay en los escritos.

Sábado. 22

La gente está harta, muy harta, de tanta demagogia. Causa vergüenza ajena ver a los políticos tratando de halagar interesadamente a las masas cuando les conviene a sus intereses. Resulta decadente comprobar de qué manera se acercan a los niños, cuando están en campaña, con el fin de hacerles cuatro carantoñas que hagan babear a sus padres. Siendo éstos tan culpables como los políticos en lo que no deja de ser una simulación. Un puro paripé. Yo recuerdo lo bien que me cayó Kennedy cuando se dijo de él que odiaba esa escena. Diciendo, más o menos, en campaña alejen a los niños de mí. Y encima, en esta España nuestra, la agresividad pueril de las campañas electorales dura todo el año. Aquí el Parlamento es un lugar de broncas. Aquí no hay maneras, no hay humor, no hay finura, sólo un tedioso y permanente griterío. Me acabo de acordar de Antonio Rallo. Al que tantas veces le oí decir lo que he escrito. Y además, cuando aún no ha principiado oficialmente la caza del voto, los de ‘Caballas’ han decidido echarle los perros a Francisco Márquez. A fin de meterle las cabras en el corral. De amedrentarle, vamos. Si bien es cierto que Márquez debería recapacitar sobre si le es tan necesario ocupar tantos cargos.
 

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