La pasión por la arquitectura en cada una de sus fases,
desde el momento en que se piensa cómo materializar un
sueño, hasta el último detalle en la decoración de un
espacio, es desde hace casi una década la forma de vida de
Ana Serrano Mazo (Ceuta, 1978), un talento en su campo que
ha llegado a trabajar con profesionales de la talla de
Norman Foster y Richard Rogers (ambos premios Pritzker) y
que desde hace ya algunos años opera desde el estudio que
fundó en Londres junto a la también arquitecta Elantha Evans:
Serrano Evans Partnership.
Nacida en Ceuta en 1978, se licenció en Arquitectura en la
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, tras
haber cursado estudios de danza y piano en Ceuta en su
infancia y juventud. Tras trabajar con los arquitectos José
Luis Penelas y Adela Ramos en Madrid, entra a formar parte
del equipo de Estudio Lamela que, junto a Richard Rogers,
desarrolló la T-4 del Aeropuerto de Barajas, premiado con el
premio Stirling. Hasta 2004 continua trabajando en
colaboración con Richard Rogers Partnership y otros
estudios, hasta que decide cursar un master en escenografía
en la escuela de arte y diseño londinense Central Saint
Martins. Tras colaborar con la arquitecta y escenógrafa Anne
Minors, en proyectos que incluyen trabajo para Norman Foster
o Zaha Hadid ingresa en el estudio de arquitectura Make
Architects, trabajando en el diseño y construcción de ‘55
Baker Street’. Durante este periodo funda su propia
compañía, ‘Serrano Evans’ junto a la también arquitecta
Elantha Evans con la que sigue trabajando en la actualidad.
Entre sus producciones artísticas destaca la dirección y
coreografía en el festival ‘Secret Tate’ (Tate Secreto)
llevado a cabo en 2007 en el museo Tate Britain de Londres.
De forma paralela al trabajo que desarrolla desde su
estudio, Ana Serrano ha impartido seminarios y ha sido
personal docente en la ETSAM de Madrid, la Universidad de
Edimburgo, las universidades de Westminster y Southbank
(Londres) y la Universidad de Bath, donde actualmente forma
parte del departamento de arquitectura. Entre sus últimos
proyectos se encuentra el primer taller internacional de
Diseño de Espacios para la Liturgia Pascual en el siglo XXI,
desarrollado en Madrid en julio de 2011.
Pregunta.- ¿Por qué decidió trasladarse a Londres?
Madrid y la arquitectura me absorbieron demasiado. Viví por
y para la arquitectura durante ocho años y me agotó, así que
me fui buscando nuevos horizontes. Mi primer empleo tras
acabar la carrera fue trabajar con el arquitecto de mis
sueños, Richard Rogers, haciendo un trabajo precioso [en la
T-4 de Barajas]. Por eso después dije ¿y ahora qué? Después
de haber estudiado piano y danza en Ceuta quería encontrar
un sitio donde pudiera volcar todas mis inquietudes.
¿A dónde le llevó esa búsqueda?
Me hablaron de un master en escenografía relacionado con la
performance en general, donde había que hacer de todo desde
dirigir hasta interpretar e iluminar. Era un curso de un año
y me hizo mucha ilusión poder entrar. Allí había gente de
todas las esferas: directores de cine, teatro, escenógrafos,
arquitectos... así que nos costó tres o cuatro meses
acoplarnos y hablar “en un mismo idioma”. Con el proyecto
final acabé durante cinco meses en Sicilia. Hicimos una gran
performance con la Escuela de Bellas artes de Palermo y
aquello fue impresionante, una revelación.
¿Por qué?
Lo que me encantó de aquello es que allí había espacio,
objeto, iluminación, sonido, volumen sonoro que recorría el
espacio... era una instalación que se recorría y tú tenías
que experimentar. Me gustó mucho la sensación de la ‘edición
del espacio’, esa en la que el espectador realiza su propio
recorrido. Todo esto fue lo que finalmente me llevó a
escribir la tesis sobre los intersticios de la arquitectura,
el cine, la performance y el movimiento.
¿Qué relación guarda esto con su trabajo posterior?
Aquello me marcó mucho. Acabé el primer año en Londres
absolutamente fascinada y decidí intentar buscar trabajo
allí.
El cómo continúa la historia parece formar parte de un guión
de cine. En un pequeño anuncio del periódico, Ana Serrano
descubrió el reclamo para trabajar en la consultoría de
teatro de Anne Minors, alguien desconocido para ella pero
que pronto se revelaría como una extraordinaria arquitecta y
consultora de espectáculos que diseñaba las cajas escénicas
de teatro para importantes firmas en la capital británica.
Después de una primera entrevista, pronto fue evidente lo
que ambas tenían en común, por lo que Serrano comenzó a
trabajar como ayudante de Minors, entre cuyos clientes se
encontraban desde la Royal Opera House de Londres hasta el
Ataturk Cultural Centre, en Turquía.
¿Cuál es la relación del teatro y la arquitectura?
¿Concibe la arquitectura como arte o como oficio?
La arquitectura siempre ha sido todo. Creo que desde finales
del siglo XX nos han vendido una versión de la arquitectura
que nos hemos tragado pero no tiene por qué ser así. Hoy en
día te preguntan “¿qué tipo de arquitecto quieres ser:
diseñador, director, project manager, comercial...?” yo no
puedo elegir una especialidad. Veo el espacio en todos los
sitios. Estamos hablando de gente y de cómo habita el
espacio, pero como copiamos modelos americanos y ellos
tienden a especializarse nos lo hemos creído. Ahora se
estila la macroempresa de arquitectura, pero esto a
principios del siglo XX no existía. En España mantenemos la
cultura del estudio pero la verdad es que se está yendo al
traste. Para mi el gran arquitecto debería ser como un
director de orquesta, capaz de dirigir todo desde el
principio hasta el final.
¿Y es algo que está desapareciendo?
Lo que más me molestaba de trabajar para otros en Londres
era que quien diseñaba en el estudio no se involucraba con
el cliente. Así empiezan a aparecer edificios en los que hay
como una falta de amor y cohesión en el proceso que me
parece muy triste. Los que todavía seguimos haciendo todo el
proceso empezamos a escasear y se nos ve como algo que se
puede valorar. No sé qué tiene esto de especial, o de
raro...
Es lo que en su página web se describe como holístico, es
decir, que integra todas las partes en un todo.
La parte que más me hace vibrar es esa donde la arquitectura
y el arte empiezan a desdibujarse para emocionar a la gente,
eso es para lo que yo vivo. Me encanta colaborar con
artistas, gente que tiene su propia visión del espacio
arquitectónico y lo interpreta . En líneas generales todo el
mundo sabe de arquitectura, porque todos habitamos una casa,
vivamos en una ciudad o en el campo. La emoción del espacio
arquitectónico la siente todo el mundo.
Volvamos a Anne Minors, como volvió a trabajar en
arquitectura desde aquel taller de cajas negras?
Me parecía muy bonito hacer proyectos pequeños después de
estar en algo tan grande como el aeropuerto de Madrid, una
obra que yo visitaba en coche dadas sus enormes dimensiones.
Poco a poco me había ido dando cuenta de que estaba haciendo
algo muy técnico. Entonces recibí una llamada de Make
Architects, una importante firma de arquitectura que había
fundado un polémico ex-socio de Norman Foster y que estaba
empezando. Para entonces ya tenía la sensación de que estaba
trabajando para el equipo contrario, que la caja escénica
estaba muy bien, pero me apetecía descubrir otras
alternativas y no era para lo que nos llamaban.
Ana Serrano aceptó. Pronto se vio inmersa en una de las
primeras obras importantes de la firma, 55Baker Street,
antigua sede central de Marks and Spencer que se iba a
transformar en oficinas. Según recuerda, su experiencia
inicial le resultó inquietante. “Entrar en el estudio de
Make era como entrar en una universidad gigante, llena de
muchísima gente joven trabajando con muchísima ilusión, pero
con muy poca experiencia”.
Mientras trabajaba en el gran estudio, la arquitecta ya
había comenzado a desarrollar Serrano Evans, que por primera
le dio vez la oportunidad de encargarse de la transformación
completa de una vivienda privada, atendiendo cada aspecto
del cambio al detalle. De ahí a Kendalls Hall, el proyecto
en el que más libertad ha tenido hasta ahora y que ha
permitido a su estudio ingresar en la exposición ‘50 años de
arquitectura en Londres’, expuesta este mismo verano en la
Facultad de Ingeniería de la Universidad de Westminster
junto a emblemáticos edificios londinenses como el National
Theatre o el Lloyds Bank. Al terminar la estructura de la
vivienda, Serrano Evans diseñó incluso los muebles que
compondrían las habitaciones, la escalera, el mobiliario del
baño... un trabajo total que culminaron con una performance
dentro de la casa en la que se incluía música, danza y moda
de la mano del controvertido diseñador español de Cibeles
Carlos Diez Diez.
Creo en la idea que se construye, el espacio que se habita,
se filma- explica Serrano-. Me da rabia que las revistas de
arquitectura estén llenas de fotos de espacios vacíos, lo
que me conmueve es el espacio habitado. Después, el material
de video se utiliza para recrear el espacio arquitectónico
en una galería de arte, y eso es lo que yo llamo
arquitectura total . Por el tipo de persona que soy, para mi
el arquitecto que firma la obra y no continúa en su
desarrollo se queda corto. De todas formas, y aunque
idealmente nos gusta hacer todo, no quita con que nos puedan
contratar para partes aisladas del proceso.
Vive y trabaja en Londres, pero como arquitecta y como
ceutí ¿qué opina de la Manzana de Álvaro Siza?
Es una pena que no esté terminada y no se haya ejecutado
como estuvo concebida en un principio. En mi opinión le
falta vida, es como un edificio roto antes de nacer, algo
que tiene que ver con el espacio social que crea en el
centro. Me resulta fascinante pero no deja de tener algo de
siniestro. Tengo muchas ganas de verla habitada, de que la
gente use los edificios, que se oigan las risas de los
niños... las buenas plazas están llenas de ellos, y en esta
plaza todavía no hay palomas.
¿Un espacio en Ceuta, un rincón predilecto?
Cualquiera desde el que se pueda ver el mar, el punto de
fuga . Recuerdo que el mirador de San Antonio era uno de
esos sitios donde iba a esconderme, a escuchar el sonido del
viento o ver entrar los barcos cuando vivía aquí.
¿Volvería a vivir y trabajar en España?
Me gustaría ir a cualquier sitio donde pudiera hacer un
proyecto interesante. Vivo de una forma en la que en
cualquier momento pueda hacer las maletas e irme a donde
haga falta. En los últimos cinco años he viajado para
diseñar desde un aeropuerto en Rusia desde Malasia hasta un
ático con encanto en Granada. Me gustan los retos y lo
ambicioso de lo especial y la belleza.
¿Cómo construiría su propio espacio?
Se supone que el sueño de cualquier arquitecto es hacerse su
propia casa, pero a mi me parece que sería un suplicio...
nunca estaría acabado.
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