Si sale en la televisión desciende
la audiencia con celeridad pasmosa. No hay quien lo aguante.
Se le nota tanto su deseo de ser el primero de la clase en
todo que ha conseguido hacerse con una imagen repulsiva.
Lo ideal sería que cualquiera de sus aduladores, que los
tiene, le dijera que sus apariciones televisadas lo
convierten en un tipo que genera rechazo. Pero a ver quién
es el guapo, de entre todos sus lamedores, que le pone el
cascabel al gato. Sin exponerse a sufrir las inclemencias
verbales de quien está convencido de que ha nacido para ser
el adalid de todos los ceutíes.
Produce vergüenza ajena viéndole actuar como si en realidad
los ceutíes lo hubieran aceptado ya como el dirigente o
cabecilla espiritual que él cree ser. Juan Luis Aróstegui
tiene más que asumido que es el jefe de una tropa. Aún se
recuerda, por ejemplo, cuando mandaba a un conjunto de
personas a situarse frente al edificio municipal con el
único deseo de intimidar a las autoridades y,
primordialmente, a entorpecer la vida de las principales
arterias de la ciudad.
Todas aquellas personas, necesitadas de empleo, fueron
manejadas a su antojo por el secretario general de CCOO.
Fueron usadas por éste para ganarse las simpatías del
electorado de la UDCE. Con el único fin de alcanzar una acta
de diputado que jamás hubiera conseguido siendo el candidato
del PSPC.
Lograda su acta de diputado, Aróstegui, que hasta hace nada
iba travestido de Che Guevara, acude a todas las
emisoras de radio dispuesto a no dejar hablar a nadie. Es
verdad que siempre fue un filibustero de la palabra y de
muchas otras cosas. Pero ahora está desbocado. Fuera de sí.
Tratando de opinar de todo y poniendo verde a tirios y
troyanos. Ante la perplejidad de contertulios que apenas se
atreven a decir esta boca es mía. Ante el temor de que el
líder de ‘Caballas’ los amoneste severamente. O se mofe de
los pareceres de ellos.
El domingo pasado, alguien que escribe muy bien, ya lo
denunciaba en un artículo demoledor. Más o menos venía a
decir que Aróstegui está chiflado. Y lo hacía como oyente
que había sido de un programa de la COPE en el cual había
participado el hombre que ocupa más cargos en esta tierra y
cuyo convencimiento de saber más que nadie le obliga a
evitar que nadie pueda rebatirle nada.
Artículo que conservo por si en algún momento creyera
conveniente extraer de él algún párrafo que refleja
perfectamente el modo de ser y de actuar de un tío que está
tan subido de tono como para cundir entre los suyos que su
presencia en la oposición ha hecho posible que la figura de
Juan Vivas esté de capa caída. Vamos, que la
decadencia del presidente está en pleno apogeo. Y es así,
según le cuenta Aróstegui a sus palmeros, gracias a que
Vivas está acojonado desde que lo ve sentado en la bancada
de la oposición.
Conque no es de extrañar que la presencia de Aróstegui en
las televisiones locales sirva para que los televidentes
huyan despavoridos. Algo que también sucederá con los
escuchantes de las diferentes radios. Sobre todo si sigue
comportándose como lo hizo la semana pasada en la emisora ya
mencionada. Donde actuó como si hubiera perdido la chaveta.
Eso sí, parecía que su desnorte le insuflaba aires
desvergonzados. Ah, habría que indagar en su patrimonio.
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