No me negarán ustedes, amables
lectores, que diez horas de pleno son muchas horas de
trabajo para sus señorías. Y todo par sacar adelante el
incremento de precios en la tarifa del taxi, el inicio de la
disolución del ICD, el consenso para luchar contra la
propagación del Sida, una ordenanza del ruido y la
aprobación unánime de los diputados para la iniciativa del
PSOE de ofrecer un régimen de alquiler con opción a compra
para las VPO.
La disolución del ICD sin cuantificar el ahorro que ello
pueda suponer para las arcas de la Ciudad, es algo que
estaba más cantado que “macarena”. Personalmente y en
persona, me da igual que desaparezca siempre y cuando se
respeten los puestos de trabajo de los currantes.
Lo siento por aquellos compañeros que han de cubrir esos
plenos, que por razones que todos saben, con la llegada de
la mayor inteligencia política que ha dado esta tierra, van
a tener siempre la misma duración, aún cuando en los plenos
se discuta simplemente si el alumbrado público se enciende a
los ocho o las ocho y cuarto. Tomará la palabra y aburrirá
al personal hasta conseguir dejarlos dormidos.
Su intervención en el asunto de la educación y el fracaso
escolar, me la tuve que ver mientra estaba en el periódico,
mirando la televisión local que estaba dando en directo el
pleno. Oiga, no es por nada, pero después de varios minutos
perdiendo el tiempo oyendo su magistral intervención, no se
si estaba hablando del fracaso escolar o del próximo
encuentro del Barcelona en la Champion. Se lío más que la
parta de un romano y el hombre no sabía como iba a salir de
aquel discurso que no iba a ninguna parte, ni había un dios
que lo entendiera.
El diputado estuvo hablando durante diez minutos del asunto
y el presidente le instó a finalizar su discurso a lo que,
el señor Aróstegui, contestó tajante, como no podía ser de
otra forma, “Tiene usted dos opciones. O me deja terminar o
me desaloja la policía”. ¡Toma del frasco, Carrasco!.
No se pueden ustedes imaginar, si el presidente de la
Ciudad, hubiese tomado la segunda opción, mandar a la
policía el desalojo de esta eminencia de la política ceutí.
Primeras planas de los periódicos, televisiones, no sólo
locales, enviados especiales de periódicos nacionales y
televisiones para entrevistar a tan suprema inteligencia de
la política de esta nuestra tierra. ¡Lo que hubiese dado, el
señor Aróstegui, porque eso hubiese sucedido!
Pero sucedió lo contario que, el presidente, con buen
criterio y sabiendo lo que podía ocurrir de mandar a
desalojar a la mayor inteligencia política de esta tierra,
lo dejó continuar, a sabiendas que a pesar de todos ese
pedazo de discurso, que no había un dios que lo entendiese,
no iba a conseguir nada.
La lengua o el idioma español, señor Aróstegui, es la lengua
oficial del Estado Español y Ceuta, por mucho que le pese a
más de uno no es, por cierto, una “colonia” que junto a
Melilla hay que devover a Marruecos es, simple y llanamente,
una ciudad ESPAÑOLA. No se si lo he escrito con bastante
claridad. Si no es así repito, Ceuta es una ciudad ESPAÑOLA,
donde hay musulmanes españoles que hablan perfectamente el
castellano e incluso tienen carreras universitarias. Algunos
de ellos, alumnos muy brillantes.
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