Si alguien se ha caracterizado por ser el campeón de los
bandazos, ese ha sido el Sr. Mohamed Alí, maestro de la
incoherencia, de la inexistencia de ética política y de ser
de lo más prosaico.
Cuando algunos políticos susurran las palabras “moral” y
“ética”, es como para ponerse a temblar. Tal es el
descrédito general de la “clase” política y el de algunos
políticos en particular (conste que lo primero es injusto,
pero lo segundo es de justicia), que oír de sus bocas cosas
como esas y pretender que su intención es sana, es como para
salir corriendo.
Para muchos ceutíes, no siendo necesario cuantificar su
número, pero en todo caso respetable cantidad, Mohamed Alí
representaba la esperanza de… “algo”. No se sabía bien de
qué, pero apuntaba maneras. Muchos de estos
“autodenominados” analistas políticos, le achacaban falta de
experiencia, parcialismo cultural, cierto desconocimiento de
la administración e incluso, a veces, bisoñez y, bien
pudiera, que algo de todo ello le adornara en sus comienzos,
pero mirando por encima de la nariz, se podía adivinar la
figura de un joven político que podía tener cierta
proyección. Formación no le faltaba y un sano entusiasmo
inicial le acompañaban cuando fue capaz en cuatro días, de
sustituir a una figura de la talla política de Mizziam y
dejar atrás a todo un PSOE, constituyéndose por derecho en
el líder de la oposición en Ceuta.
Pero la ansiedad, mala consejera de cualquier político, le
empezó a jugar malas pasadas y todo el mundo comenzó a
observar con cierta perplejidad, lo complejo que era el
mundo interior del aspirante. Pasó en días de ser de
izquierdas a ser de derechas, luego de ultraizquierda y al
final, parece terminar queriendo ser una especie de
socio-pacificador a base de sangre y fuego. Sólo basta
recordar sus acuerdos iniciales con el PSOE, que duraron dos
telediarios, bueno, mejor dicho, hasta que le negaron una
cuota de poder que le corresponde al Gobierno de España.
Todos contuvimos la respiración hasta ver si cuajaba aquel
pacto posterior con el PP, que, según contaron, le
reventaron sus bases. Y de aquí pasó a asociarse con la
Izquierda Unida de Llamazares y Mussa, que tras su paso por
las urnas sólo le sirvió para llevarse una decepción.Lo
último de todo es la denominada coalición caballas, que
electoralmente le ha dejado aún más tocado y deprimido y, lo
que es peor, atormentado por las iras de sus primeros
compañeros y el desenfreno de su socio y “auténtico”
beneficiario de esa extraña alianza, que propugna un
localismo en lucha contra todo y la peregrina idea de
obligarnos a los demás a aceptar un modelo de ciudad al
margen de nuestras propias ideas, bajo pena de excomunión.
Lo que parece cierto a estas alturas, es que Mohamed Alí, ya
no es ni una sombra de lo que fue no hace mucho y que vaya
donde vaya y pretenda lo que pretenda, en su nuca siente la
respiración de “algo” que él pensó que podía controlar. Y
todo esto y muchas cosas más, se lo reprochaban hasta hace
bien poco los que fueron sus verdaderos amigos y compañeros
de iniciativa, no ya hoy, porque muchos de ellos ya han
perdido la esperanza de que con él, se pueda recuperar o
impulsar un proyecto político que se basaba en sus orígenes
en fomentar la justicia social y el respeto hacia todas las
sensibilidades que conforman nuestra sociedad.
De la coalición caballas, se oyen permanentemente mensajes
que pretenden ofender a miembros del Gobierno de Vivas, por
su vinculación anterior al GIL, pretendiendo atacar de este
modo maniqueo, la coherencia y la ética de un Gobierno que,
con sus luces y sombras, como todos, algo bueno ha debido de
hacer para obtener el respaldo electoral continuado del que
goza. Pero si alguien se ha caracterizado por ser el campeón
de los bandazos, ese ha sido el Sr. Mohamed Alí, maestro de
la incoherencia, de la inexistencia de ética política y de
ser de lo más prosaico.
Ahora, en sus peores momentos, lamenta su situación y se
presenta como víctima maltratada y, lo que es peor, pretende
matar a cualquier mensajero que le recuerde el tortuoso
camino recorrido. Y todo ello lo pretende hacer con el apoyo
del Gobierno.
Mal camino lleva alguien que, sin haber llegado a nada,
pretende desde ya censurar a quien no le hace la ola. ¿Se lo
imaginan de Presidente?
Y… ¿al otro?
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