El colmo de la sesión Plenaria de ayer, larga y agobiante
como un dolor de muelas, llegó con Mohamed Ali como portavoz
de los deseos de sus nuevas amistades mediáticas. Lo que
piensan y lo que andan conspirando los acostumbrados al
monopolio hegemónico, que tienen captado a aquel que fuera
defensor de causas nobles, lo han dejado -a Ali- que se
lance a una piscina sin agua para quedar totalmente
retratado y solo. Su compañero de bancada se marchó del
Pleno más tarde y en otra dirección a sonrisa batiente
mientras comentaba la ‘jugada’ por teléfono, en tanto él
quedaba sentado en una cafetería acompañado de su mismidad.
La falta de cultura democrática de la que ha hecho gala el
segundo portavoz de la coalición en este asunto ha sido tan
evidente como su increíble acercamiento a las tesis de
Goebbels, el gran dominador de la maquinaria de la
propaganda nacional-socialista. Salvando las distancias
ideológicas de uno y otro (faltaría más), el hecho de que
Ali manifieste que, porque un medio reciba ingresos por
prestar un servicio en relación a la difusión de publicidad
institucional, deba ser forzado por la institución pública a
que dé mayor cobertura informativa a su formación política,
es sencillamente alucinante.
No sabemos a qué medios se refiere, lo podía haber dicho.
Son aquéllos que -dice- no dan cobertura a sus convocatorias
de Caballas. Se guardó para sí el dato.
Ay Alí, Alí, Alí,.. Aún con todo, seguimos esperando que
aquel ‘mirlo blanco’ vuelva a ser lo que fue. ¿Qué habrá
ocurrido desde aquellos nobles principios, a estos últimos
fines, para que el Mohamed Ali que conocimos haya cambiado
tanto?
La juventud es lo que tiene, si no se sabe dominar al
constante mal que merodea en política. 36 añitos muy
mejorables, seguro.
|