No es uno de los fenómenos
atmosféricos que más faciliten cualquier tipo de actividad
normal. Es más, siempre representa un obstáculo,
especialmente para la circulación, por tierra, por mar o por
aire.
Sin embargo, la densa niebla del pasado viernes, por la
mañana, facilitó la entrada de otros 37 subsaharianos a
Ceuta. La “patulea” aprovechó esa circunstancia para
arropándose en una oscuridad añadida colarse de rondón a
Ceuta.
Fue a primerísimas horas de la mañana y el control de la
Guardia Civil, en Arcos Quebrados, daba la voz de alarma,
antes del amanecer, con lo que además de la propia Guardia
Civil se movilizaron la Policía Nacional y la Policía Local.
Aquí no hay tregua y cualquier circunstancia es aprovechada
por los subsaharianos, o por otros tipos de “inmigrantes”
para llegar a Ceuta, al saber que, de aquí, no les va a
echar nadie, bajo ningún concepto, con lo que Ceuta se tiene
que estar adaptando a estas masivas llegadas de “inmigrantes
con o sin papeles”, en vez de ser al revés.
Y nos vamos a explicar. Desde hace varios años y para evitar
que toda esta gente anduviera a sus anchas, de día y de
noche, sin control alguno, se montó el CETI que está
costando un riñón, si no los dos, a Ceuta.
El CETI, y no es poco, dispone de 512 plazas, ¡¡Ya está
bien!!. Pues bien, desde hace tiempo, se nos ha quedado
chico y en estos momentos tiene, cuando estoy escribiendo,
en la tarde del sábado, 687 acogidos.
Esta situación es, realmente, inaguantable, porque ahora que
había una mínima rebaja, el mismo día que estaba programada
una salida de 10 subsaharianos y 1 argelino, nos llega la
propina de que se cuelan, de rondón, otros 37.
Lo único positivo que está teniendo el CETI para algunos
ceutíes es que ha creado unos cuantos puestos de trabajo y
al paso que vamos, si esto sigue creciendo así, el paro se
puede paliar, casi por completo aquí, con este lugar.
Pero volvamos con los aspectos de la niebla. Todos los
inmigrantes eran subsaharianos y se colaron por la orilla
limítrofe con Marruecos, superando ese espigón vallado del
Tarajal y a través del agua.
Las fuerzas fronterizas de Marruecos no se enteraron, es de
suponer que así fuera, y las españolas otro tanto de lo
mismo, hasta que la Guardia Civil ya los divisó en Ceuta.
Durante varias horas hubo un trabajo extra, con esta llegada
de personajes a los que ni se les había llamado, ni se les
esperaba, y fue después del mediodía, cuando en las
distintas operaciones de búsqueda ya se habían interceptado
31 inmigrantes.
Hemos hablado de trabajos y así fue, porque los voluntarios
de Cruz Roja llevaron a cabo una decena de curas a estos
inmigrantes, además de tener que trasladar a uno de ellos al
hospital por presentar politraumatismos que se había
producido en una caída cuando trataba de esquivar a la
Policía.
Mucha actividad, pues, en Cruz Roja, ya que atendió,
sanitariamente a los inmigrantes, además de entregarles
ropa.
Y aquí, además, ya no hay límites de edad, aunque
averiguarla, en muchos casos, sea un auténtico enigma. Así,
de los más de una treintena de inmigrantes interceptados en
los diferentes lugares, en los que se les iba cogiendo, diez
de ellos manifestaron que eran menores de edad, con lo que
hubo que activarse, para ellos, otro protocolo distinto al
que se activa para los mayores.
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