Lleva casi ocho meses sin ver a sus dos hijos. Hace un año
puso una demanda para obtener parte de la custodia y un
régimen de visitas y cuando el escrito le llegó a la madre
biológica de los niños, esta le impidió seguir viéndolos.
Aún no sabe cuando podrá volver a estar con ellos y lo único
que le queda es la esperanza de que la justicia le devuelva
el derecho que nunca debió perder. Esta es una realidad que
muchos hombres viven mientras la sociedad les da la espalda
en pos de una Ley de la Igualdad que los desampara, pero
también es la historia de una mujer ceutí, que lleva casi un
año luchando por conseguir a través de los juzgados lo que
su expareja le niega. Esta ciudadana prefiere mantener su
anonimato ya que tiene pendiente el juicio. No obstante,
está muy segura de que quiere contar su historia. “Ojalá
pueda ayudar a alguien que está pasando por lo mismo que yo,
porque no me gustaría que nadie tenga que vivir mi
situación”, cuenta.
Un día, Carmen -nombre ficticio- llegó a su casa y ya no
estaban ni su pareja, con la que había pasado trece años, ni
los dos hijos que habían tenido en común. Desde ese día, ver
a los dos niños empezó a depender del humor de su exnovia.
Aún así, Carmen podía llevar a su hijo mayor al colegio casi
a diario. “Le dejaba en clase, le daba un besito y me iba a
casa”, cuenta y añade que también lo acercaba a sus clases
de piscina dos veces por semana. Sin embargo, las excusas
comenzaron a llegar y “veía muy poco a mis hijos”, cuenta
esta mujer que explica como el mayor lloraba por no poder
irse con ella cuando su expareja asi lo decidía. “Pensé que
si la situación ya estaba así, cuando pasara el tiempo iba a
ser peor y después de mucho llorar y pensármelo, fui
valiente, reuní a mis amigos y a mi familia y les dije que
iba a pedir un régimen de visitas”, recuerda Carmen. El
sufrimiento que le puede costar a su hijo esta situación es
lo que más preocupa a Carmen, a quien le angustia es que su
hijo ya no la reconozca. El tiempo ha hecho que pueda hablar
del tema sin que las lágrimas acudan a sus ojos, pero la
tristeza se puede sentir en su voz. Aún así, durante la
entrevista repite muy convencida que tiene esperanza y su
voz se aviva al explicar que hay jurisprudencia sobre casos
como el suyo. Y es que, el de esta mujer es especialmente
difícil.
Los hijos de Carmen no llevan sus apellidos, sino los su
expareja, que además no se sometió a una fecundación in
vitro. “Yo siempre quise ponerles mi apellido, pero ella no
quería, me decía que nunca me quitaría a los niños y yo,
después de llevar más de diez años juntas, me lo creí”. La
desconfianza se ha apoderado ahora de esta mujer que dice
con amargura que nunca pudo imaginar que no conocía a la
persona que tenía a su lado.
Ahora Carmen se agarra a una sentencia que el Tribunal
Supremo dictó el pasado mes de mayo. En un caso muy similar
al suyo, el juzgado falló a favor de la pareja de la madre
biológica no por el derecho de la mujer a ver al niño sino
por el derecho efectivo que tiene el menor a relacionarse
con aquellas personas con las que le une una relación
afectiva. Pero para esta mujer aún no hay una fecha de
juicio, la justicia está siendo muy lenta para ella, que de
momento se tiene que conformar con ver a su hijo entrar al
colegio desde lejos y enterarse de su vida a través de
terceras personas.
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