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sociedad - LUNES, 17 DE OCTUBRE DE 2011


alumno en la pizarra. archivo.

reportaje / derecho de familia
 

Dos madres por una
custodia compartida

Carmen lleva ocho meses sin ver a sus hijos,
la madre biológica de estos se lo impide y la ley la mantiene a la espera de un juicio en el que esta mujer luchará por conseguir volver a estar con los dos niños, de cuatro y un año
 

CEUTA
Virginia Saura

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Lleva casi ocho meses sin ver a sus dos hijos. Hace un año puso una demanda para obtener parte de la custodia y un régimen de visitas y cuando el escrito le llegó a la madre biológica de los niños, esta le impidió seguir viéndolos. Aún no sabe cuando podrá volver a estar con ellos y lo único que le queda es la esperanza de que la justicia le devuelva el derecho que nunca debió perder. Esta es una realidad que muchos hombres viven mientras la sociedad les da la espalda en pos de una Ley de la Igualdad que los desampara, pero también es la historia de una mujer ceutí, que lleva casi un año luchando por conseguir a través de los juzgados lo que su expareja le niega. Esta ciudadana prefiere mantener su anonimato ya que tiene pendiente el juicio. No obstante, está muy segura de que quiere contar su historia. “Ojalá pueda ayudar a alguien que está pasando por lo mismo que yo, porque no me gustaría que nadie tenga que vivir mi situación”, cuenta.

Un día, Carmen -nombre ficticio- llegó a su casa y ya no estaban ni su pareja, con la que había pasado trece años, ni los dos hijos que habían tenido en común. Desde ese día, ver a los dos niños empezó a depender del humor de su exnovia. Aún así, Carmen podía llevar a su hijo mayor al colegio casi a diario. “Le dejaba en clase, le daba un besito y me iba a casa”, cuenta y añade que también lo acercaba a sus clases de piscina dos veces por semana. Sin embargo, las excusas comenzaron a llegar y “veía muy poco a mis hijos”, cuenta esta mujer que explica como el mayor lloraba por no poder irse con ella cuando su expareja asi lo decidía. “Pensé que si la situación ya estaba así, cuando pasara el tiempo iba a ser peor y después de mucho llorar y pensármelo, fui valiente, reuní a mis amigos y a mi familia y les dije que iba a pedir un régimen de visitas”, recuerda Carmen. El sufrimiento que le puede costar a su hijo esta situación es lo que más preocupa a Carmen, a quien le angustia es que su hijo ya no la reconozca. El tiempo ha hecho que pueda hablar del tema sin que las lágrimas acudan a sus ojos, pero la tristeza se puede sentir en su voz. Aún así, durante la entrevista repite muy convencida que tiene esperanza y su voz se aviva al explicar que hay jurisprudencia sobre casos como el suyo. Y es que, el de esta mujer es especialmente difícil.

Los hijos de Carmen no llevan sus apellidos, sino los su expareja, que además no se sometió a una fecundación in vitro. “Yo siempre quise ponerles mi apellido, pero ella no quería, me decía que nunca me quitaría a los niños y yo, después de llevar más de diez años juntas, me lo creí”. La desconfianza se ha apoderado ahora de esta mujer que dice con amargura que nunca pudo imaginar que no conocía a la persona que tenía a su lado.

Ahora Carmen se agarra a una sentencia que el Tribunal Supremo dictó el pasado mes de mayo. En un caso muy similar al suyo, el juzgado falló a favor de la pareja de la madre biológica no por el derecho de la mujer a ver al niño sino por el derecho efectivo que tiene el menor a relacionarse con aquellas personas con las que le une una relación afectiva. Pero para esta mujer aún no hay una fecha de juicio, la justicia está siendo muy lenta para ella, que de momento se tiene que conformar con ver a su hijo entrar al colegio desde lejos y enterarse de su vida a través de terceras personas.
 

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