Suelen estar en las puertas de los supermercados. Son
inmigrantes, como Mahama o Mois, quienes aseguran que están
ahí para ayudar con las bolsas y ganar así algo de dinero,
pero no porque roben. Agregan que algunos de sus compañeros
del CETI sí que desarrollan hurtos. Lo justifican porque
llevan “ocho meses con el mismo pantalón”.
“Sí, algunos de los del CETI roban”, asegura Mahama, “pero
yo no”. Este joven inmigrante procedente de Costa de Marfil
se pasa las horas en la puerta del Centro Comercial ‘Parque
Ceuta’. “Ayudo a llevar las bolsas o los carros, pero yo no
robo”, insiste. Después, justifica a sus compañeros del CETI
que, según él mismo, sí lo hacen: “Pero es que llevamos ocho
meses con el mismo pantalón”. Mois, que está en Ceuta desde
hace tres meses y procede de Burkina Faso, ratifica, en un
escaso español, lo que dice su compañero. Asegura que están
allí, en la puerta del centro, para conseguir “cincuenta
céntimos o un euro”, pero no para robar.
“Ceuta no good”
“Quince euros todo”. Stevan y Simón aseguran que ese es el
precio que les han costado las cinco prendas que llevan
metidas en una bolsa del ‘Corte Inglés’. No son capaces de
encontrar el recibo de compra y enseñan las prendas llenas,
no sólo de taras, sino también de los agujeros que dejan las
alarmas cuando se arrancan. Los dos inmigrantes explican que
tienen 17 años pero residen en el CETI, y que se ganan algo
de dinero como aparcacoches en el Puerto. Añaden, además,
que nunca roban.
Protestan, sin embargo de que Ceuta “no good”. No es
‘buena’, explican, porque cuando llegaron les facilitaron
una muda de ropa, “y ya nunca más” en los tres meses que
hace que llegaron. Estuvieron casi dos años de viaje, uno
procede de Gabón y el otro, de la República Centroafricana.
Quieren irse a Madrid, a Barcelona o a Francia, en donde uno
de ellos tiene familia.
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