LUNES 5.
Llevaba ya mucho tiempo sin ver a Clemente Cerdeira.
Aunque nunca dejé de preguntar a sus hijos por él. Hoy he
tenido la suerte de hallarlo en la puerta de su casa y nos
hemos puestos a charlar. Porque ambos nos caemos bien y nos
agrada sobremanera pegar la hebra. Clemente me dice que está
a punto de cumplir noventa años. Que los cumplirá el próximo
domingo. Clemente se encuentra lúcido, fuerte como un roble,
y con ganas de vivir. “Pero tengo achaques, Manolo”, me
dice. Los achaques de Clemente los quisiera yo si me
asegurasen que iba a estar como él cuando está a punto de
ser nonagenario. Clemente Cerdeira ha pasado lo suyo en
todos los aspectos. Mas ha sabido sobreponerse a los
contratiempos con una fortaleza digna de encomio. Su
estoicismo, ante las adversidades, que a veces fue tachado
de frialdad, es prueba evidente de que estamos ante un gran
hombre.
MARTES. 6.
Coincido con Pepe Almagro en la sala de estar del
Hotel Tryp. Pepe cojea de la pierna derecha. Y pronto me
pone al tanto de una dolencia que no cede ni siquiera con el
tratamiento indicado. Son las secuelas de una extremidad que
fue sometida a un trabajo intenso durante muchos años. No
olvidemos que la pierna derecha de Almagro tenía la fuerza
de un cañón. El golpeo de balón de Pepe era temible para los
guardametas. A mí se me ocurre decirle que el fútbol es un
deporte muy duro. Tan duro como para que los aficionados no
pongan en peligro la vida jugando ‘pachangas’ domingueras,
sin las condiciones físicas necesarias. Y Pepe asiente.
Luego miramos hacia atrás y nos ponemos a recordar momentos
y situaciones que vivimos juntos. Es cuando PA se abre y me
cuenta lo que nunca antes yo había oído de su boca. Y mi
respuesta es tan sincera como afectuosa. En esta ocasión,
como en tantas otras, podía aplicarse lo del hombre y sus
circunstancias. Las circunstancias, a veces no agradables,
motivaron que tan buen jugador se quedara a mitad de camino
en una carrera que pudo ser mucho más destacada y fructífera
MIÉRCOLES. 7
Me preguntan por la Asociación Deportiva Ceuta. Hay
aficionados que quieren saber mi opinión al respecto. Y les
digo que no puedo opinar de un equipo al que todavía no he
visto jugar. Y metidos ya en conversación, no tengo
inconveniente alguno en decir que si no voy al fútbol es,
precisamente, para evitar tener que dar mi parecer. Y hay
aficionados que muestran su extrañeza ante mi explicación.
Por lo que tampoco me corto lo más mínimo en contarles los
motivos. Veamos. Si voy los domingos al Murube, y alguien
requiere mi parecer, y yo respondo que de fútbol no hablo,
lo más lógico es que ese alguien me ponga a parir en cuanto
me dé la vuelta. Si le cuento lo que he visto, y mi visión
de los hechos no coincide con la de él, tampoco me libraré
de la crítica negativa del aficionado. Y, pobre de mí, si me
da por comentar que el entrenador no ha estado acertado o
que el futbolista Mengano ha cometido errores suficientes
para que se perdiera el partido. Entonces, más pronto que
tarde, el aficionado acabará pensando que mis críticas
estaban ya acordadas con el presidente del club para que
éste se vea fortalecido a la hora de prescindir del
entrenador o del jugador equis. Por lo tanto, prefiero,
antes de ir al fútbol y tener que opinar en la calle, no ir
para evitar complicaciones. Ahora bien, si voy, lo más
conveniente es que emita mi parecer por escrito. Libre de
todo compromiso. Que en algo beneficiará al club. De
momento, lo que sí puedo decir es que el equipo, debido a
los problemas económicos, lo han hecho para no pasar apuros.
Una aspiración que debe cumplirse.
JUEVES. 8
Alberto Gallardo ha pasado por un mal trance. Tan
malo como para que quienes le queremos hayamos estado un
tiempo con el corazón encogido por el. Pero pronto comenzó a
mejorar de sus dolencias y a sentirse con ganas de afrontar
la vida que le pertenece por su edad y por sus ganas de
vivir. Y ha sido tan estupenda su recuperación que hoy, en
cuanto lo he visto, me he llevado una gran alegría. Esa
alegría que brota motivada por el bien ajeno. Que es la más
grande. Entre Alberto y yo, por encima de nuestras
diferencias, surgieron unas buenas relaciones que han venido
perdurando y que pueden ser catalogadas de amistad. AG lo ha
pasado mal. Durante meses. Meses repletos de incertidumbres.
Aunque ha tenido la suerte de contar con una mujer
extraordinaria. Que supo en todo momento hacerle comprender
que estaba obligado a hacer un esfuerzo para superar sus
dolencias. Por consiguiente, y tras haber compartido con él
unos minutos de charla, me resulta imposible resistirme a
contar que Alberto ha vuelto a ser la persona que era.
VIERNES. 9
Invito a una mujer que me ha sido presentada el día anterior
en un establecimiento que suelo frecuentar. Es joven,
esbelta, ojizarca, y luce una dentadura que me recuerda
mucho a los miembros de la familia Kennedy. Le gusta
el fútbol, algo que me había dicho ayer, aunque confiesa no
estar caída de boca por Iker Casillas. Me contó que
es mucho de Reina. Quien, según ella, es su tipo
ideal para permanecer con él un fin de semana en toda regla.
Hoy me he enterado de que ejerce como sicóloga. Y le he
preguntado como lo pasan los hombres que no tienen éxito con
las mujeres. Y me ha dado una explicación que me ha parecido
muy acertada. “Mira, Manolo, desde hace ya bastantes
años, el hombre que no tiene éxito con las mujeres ha estado
obligado a rendirse a la evidencia: él no gusta. Cuando las
muchachas vírgenes y las mujeres virtuosas no cedían, era
infinitamente menos vejatorio que hoy para los varones,
cuando las mujeres emancipadas no les dan bola. Porque
cuando las mujeres no concedían sus favores a nadie, era
fácil que los hombres se consolaran diciéndose que tampoco
los más guapos, los más inteligentes, los más seductores
eran capaces de llevarse las féminas al huerto. Hoy, en
cambio, cuando una chica rechaza a un muchacho, éste deduce
que es repelente. Sobre todo cuando ella se precipita acto
seguido en la cama de otro tipo que a él le parecía,
naturalmente, un adefesio y además idiota”. Como
comprenderán ustedes, a mí no se me ocurrió tirarle los
tejos a la sicóloga. La que está, por cierto, para mojar
pan.
SÁBADO. 10
A José Luis Toledo lo conozco desde antes de venir yo
a Ceuta. Lo cual quiere decir que hace más de treinta años
que nos presentaron. José Luis ha sido siempre cordial
conmigo. Siempre se dirigió a mí de manera amistosa y
franca. Y, por si fuera poco, me consta que lleva muchos
años siendo lector de cuanto escribo. Hoy, a prima mañana,
caminando por la ciudad, nos hemos visto y me ha puesto al
tanto del mal momento que está pasando otra persona a la que
ambos le tenemos ley. Se trata de Manuel Corral. El
cual, precisamente, es colaborador de esta Casa. Ni que
decir tiene que en cuanto he podido me he puesto al habla
con MC y me ha contado su problema. Los dos, es decir, José
Luis y Manolo, no han tenido el menor inconveniente en
decirme que se han alegrado muchísimo de mi vuelta al tajo.
José Luis y Manolo saben, sin duda alguna, que me tienen
siempre a su disposición.
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