DIEGO A.B. (53 años)
Yo quise empezar, sin tener la edad de escolarización, en un
“colegio privado” (una “miga” o “amiga”), donde se recogían
más de sesenta niños. El experimentado maestro D. Conrado,
era muy querido y respetado. Yo, por mi corta edad, no podía
tener plaza. Mi madre me animó a que me “colara”, pensando
que, ante tantos niños, el maestro no se daría cuenta. Así,
que manos a la obra, y provisto del material escolar, me
senté en el primer hueco que vi, pero tuve un conflicto con
un compañero, que me rompió un zapato. Yo tenía grandes
deseos de que el maestro me pusiera mi nombre en el
cuaderno. ¡Y perdí “mi” puesto escolar!
Ya con la edad escolar cumplida, me matricularon mis padres
en el C.N “Generalísimo Franco”, donde realicé toda mi
escolaridad obligatoria, y fui testigo directo de una
magnífica experiencia de educación mixta que, por primera
vez, se llevó a cabo en nuestro pueblo. Tuve la suerte de
moverme, rodeado de buenos compañeros y compañeras, y
maestros excelentes, y guardo un recuerdo muy especial de D.
Antonio que, aparte de docente, era el que nos proyectaba
las películas en el desaparecido cine Atlántico.
Y, por último, como cierre, recuerdo que mi maestro y tutor
me responsabilizó de ayudar a una compañera que venía de
Francia, donde estuvo algunos años, en Matemáticas y
Lenguaje, pues había que mejorarla. Ella ese curso tuvo que
hacer la Primera Comunión… iba como una novia, y me
decepcionó ¡No me invitó a la ceremonia!
DOLORES R. DEL P. (54 años)
Mi trayectoria escolar fue algo “movida”. Mis primeros cinco
cursos los hice en el “Generalísimo”; para hacer el 6º Curso
me trasladaron al Centro cercano “Álvaro Domecq” comúnmente
conocido como “Las Micras”, finalizando la escolaridad, de
nuevo, en el “Generalísimo”.
No me entusiasmaban los estudios. Realizaba el mínimo
esfuerzo para superar los cursos. Yo sentía una fuerte
atracción por el juego. Después de salir del Colegio, me
encantaba ponerme a jugar con mis amigas y dejaba los
deberes para última hora.
Toda mi actividad está íntimamente relacionada con el
deporte y unida, de forma paralela, con mi inseparable amiga
Mari Carmen. Rivalizábamos las dos en conseguir los mejores
éxitos. Era una rivalidad muy noble. Teníamos “madera” de
deportistas.
Cuando salíamos al recreo teníamos dos opciones: dedicarnos
a cantar o practicar el balonmano. El caso era que no
teníamos rivales en otros colegios, y la competición la
hacíamos entre nosotras. Para cantar, las canciones más
populares del momento, y así entonábamos las de Fórmula V,
las de Karina, etc.
En el Colegio tuve buenos compañeros y compañeras: Andresito,
Gil, Mari Carmen –mi rival en lo deportivo-, Pepi, las dos
Victorias y, entre los maestros y maestras, de todos guardo
gratos recuerdos, pero la Srta. Mari Carmen ocupaba un lugar
muy especial, por su proximidad hacia nosotros (6ºcurso) y
su fuerte vocación religiosa. Era para todas como una madre.
CRISTOBAL G.B (53 años)
Recuerdo mi primer día de clase como el peor de toda mi
escolaridad. Nada más llegar al Colegio, salí corriendo
directamente a mi casa. Entré en el cuarto de baño y cerré
la puerta, echando el cierre de seguridad. Mis padres
trataron de convencerme para que volviera al Colegio, pero
yo no estaba por la labor y, por lo tanto, seguía con la
puerta cerrada a “cal y canto”, hasta que, al fin, escuché
las palabras mágicas y decidí abrir. Mis padres me dijeron
que no iría al Colegio, pero sólo por ese día. “Bueno, algo
es algo”, debí decir entonces. Tenía cinco años.
Mi paso por el Colegio “Generalísimo Franco”, fue como el de
la mayoría de los niños, casi de “puntillas”. Ves la
película del recuerdo desde la lejanía del tiempo. Fui muy
feliz: gocé de buena salud, tuve buenos amigos y siempre me
encontré con ganas de jugar.
Mi maestro durante tres años era de Ceuta. Y recuerdo la
primera experiencia de una clase mixta. Un período lleno de
anécdotas, curiosidades, una forma diferente de hacer las
clases. Recuerdo que cursando los estudios de 5º de
Primaria, me inscribió, junto a mi hermano Paco, en 1º de
Bachillerato, en la Modalidad de Radiofónico. Las clases
eran desde las 7 de la tarde a las 10 de la noche.
Con un proyecto tan apretado de aventura escolar, no lo pude
concluir, en principio, por el abandono de mi hermano Paco,
que lo eché mucho de menos, ya que nos ayudábamos
mutuamente.
VICTORIA M.M. (53 años)
Yo procedía del C.P “Álvaro Domecq”, donde realicé toma mi
escolaridad hasta 5º curso. Lo lamentable, en principio, fue
que nos trasladaron a todo mi grupo al centro vecino,
“Generalísimo Franco”. Habíamos terminado todo el ciclo con
nuestra Señorita Mari Carmen, que la destinaron a otro
lugar. Con ella adquirimos una gran formación religiosa y
grandes conocimientos para nuestra formación total. Aún
recuerdo las actividades que realizábamos, en especial, el
Santo Rosario.
Para mí fue sorprendente que nos mandaran a otro Colegio de
la localidad, formándose una clase mixta, donde yo no
conocía a ningún alumno de los que serían mis compañeros. ¡Y
había un maestro! Sí, “un hombre”. Hasta ese momento yo sólo
había tenido maestras. Se me presentó el problema de cómo
serían nuestras relaciones.
En mi nuevo centro descubrí dos cosas: en primer lugar, a un
simpático compañero, Andresito, con el que me unía una gran
amistad. Él me llamaba simpáticamente “Malia al cuadrado”
por aquello de mis apellidos repetidos. En segundo lugar, mi
gran afición al deporte. El patio de mi nuevo centro tenía
unas modestas instalaciones deportivas, que favorecían, en
particular, el balonmano, deporte en el que destaqué como
gran jugadora.
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