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OPINIÓN - DOMINGO, 16 DE OCTUBRE DE 2011

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Cuando yo iba al colegio (VII)
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

DIEGO A.B. (53 años)

Yo quise empezar, sin tener la edad de escolarización, en un “colegio privado” (una “miga” o “amiga”), donde se recogían más de sesenta niños. El experimentado maestro D. Conrado, era muy querido y respetado. Yo, por mi corta edad, no podía tener plaza. Mi madre me animó a que me “colara”, pensando que, ante tantos niños, el maestro no se daría cuenta. Así, que manos a la obra, y provisto del material escolar, me senté en el primer hueco que vi, pero tuve un conflicto con un compañero, que me rompió un zapato. Yo tenía grandes deseos de que el maestro me pusiera mi nombre en el cuaderno. ¡Y perdí “mi” puesto escolar!

Ya con la edad escolar cumplida, me matricularon mis padres en el C.N “Generalísimo Franco”, donde realicé toda mi escolaridad obligatoria, y fui testigo directo de una magnífica experiencia de educación mixta que, por primera vez, se llevó a cabo en nuestro pueblo. Tuve la suerte de moverme, rodeado de buenos compañeros y compañeras, y maestros excelentes, y guardo un recuerdo muy especial de D. Antonio que, aparte de docente, era el que nos proyectaba las películas en el desaparecido cine Atlántico.

Y, por último, como cierre, recuerdo que mi maestro y tutor me responsabilizó de ayudar a una compañera que venía de Francia, donde estuvo algunos años, en Matemáticas y Lenguaje, pues había que mejorarla. Ella ese curso tuvo que hacer la Primera Comunión… iba como una novia, y me decepcionó ¡No me invitó a la ceremonia!

DOLORES R. DEL P. (54 años)

Mi trayectoria escolar fue algo “movida”. Mis primeros cinco cursos los hice en el “Generalísimo”; para hacer el 6º Curso me trasladaron al Centro cercano “Álvaro Domecq” comúnmente conocido como “Las Micras”, finalizando la escolaridad, de nuevo, en el “Generalísimo”.

No me entusiasmaban los estudios. Realizaba el mínimo esfuerzo para superar los cursos. Yo sentía una fuerte atracción por el juego. Después de salir del Colegio, me encantaba ponerme a jugar con mis amigas y dejaba los deberes para última hora.

Toda mi actividad está íntimamente relacionada con el deporte y unida, de forma paralela, con mi inseparable amiga Mari Carmen. Rivalizábamos las dos en conseguir los mejores éxitos. Era una rivalidad muy noble. Teníamos “madera” de deportistas.

Cuando salíamos al recreo teníamos dos opciones: dedicarnos a cantar o practicar el balonmano. El caso era que no teníamos rivales en otros colegios, y la competición la hacíamos entre nosotras. Para cantar, las canciones más populares del momento, y así entonábamos las de Fórmula V, las de Karina, etc.

En el Colegio tuve buenos compañeros y compañeras: Andresito, Gil, Mari Carmen –mi rival en lo deportivo-, Pepi, las dos Victorias y, entre los maestros y maestras, de todos guardo gratos recuerdos, pero la Srta. Mari Carmen ocupaba un lugar muy especial, por su proximidad hacia nosotros (6ºcurso) y su fuerte vocación religiosa. Era para todas como una madre.

CRISTOBAL G.B (53 años)

Recuerdo mi primer día de clase como el peor de toda mi escolaridad. Nada más llegar al Colegio, salí corriendo directamente a mi casa. Entré en el cuarto de baño y cerré la puerta, echando el cierre de seguridad. Mis padres trataron de convencerme para que volviera al Colegio, pero yo no estaba por la labor y, por lo tanto, seguía con la puerta cerrada a “cal y canto”, hasta que, al fin, escuché las palabras mágicas y decidí abrir. Mis padres me dijeron que no iría al Colegio, pero sólo por ese día. “Bueno, algo es algo”, debí decir entonces. Tenía cinco años.

Mi paso por el Colegio “Generalísimo Franco”, fue como el de la mayoría de los niños, casi de “puntillas”. Ves la película del recuerdo desde la lejanía del tiempo. Fui muy feliz: gocé de buena salud, tuve buenos amigos y siempre me encontré con ganas de jugar.

Mi maestro durante tres años era de Ceuta. Y recuerdo la primera experiencia de una clase mixta. Un período lleno de anécdotas, curiosidades, una forma diferente de hacer las clases. Recuerdo que cursando los estudios de 5º de Primaria, me inscribió, junto a mi hermano Paco, en 1º de Bachillerato, en la Modalidad de Radiofónico. Las clases eran desde las 7 de la tarde a las 10 de la noche.

Con un proyecto tan apretado de aventura escolar, no lo pude concluir, en principio, por el abandono de mi hermano Paco, que lo eché mucho de menos, ya que nos ayudábamos mutuamente.

VICTORIA M.M. (53 años)

Yo procedía del C.P “Álvaro Domecq”, donde realicé toma mi escolaridad hasta 5º curso. Lo lamentable, en principio, fue que nos trasladaron a todo mi grupo al centro vecino, “Generalísimo Franco”. Habíamos terminado todo el ciclo con nuestra Señorita Mari Carmen, que la destinaron a otro lugar. Con ella adquirimos una gran formación religiosa y grandes conocimientos para nuestra formación total. Aún recuerdo las actividades que realizábamos, en especial, el Santo Rosario.

Para mí fue sorprendente que nos mandaran a otro Colegio de la localidad, formándose una clase mixta, donde yo no conocía a ningún alumno de los que serían mis compañeros. ¡Y había un maestro! Sí, “un hombre”. Hasta ese momento yo sólo había tenido maestras. Se me presentó el problema de cómo serían nuestras relaciones.

En mi nuevo centro descubrí dos cosas: en primer lugar, a un simpático compañero, Andresito, con el que me unía una gran amistad. Él me llamaba simpáticamente “Malia al cuadrado” por aquello de mis apellidos repetidos. En segundo lugar, mi gran afición al deporte. El patio de mi nuevo centro tenía unas modestas instalaciones deportivas, que favorecían, en particular, el balonmano, deporte en el que destaqué como gran jugadora.
 

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