Antonio Ceballos Atienza, obispo emérito de Cádiz y Ceuta,
visitó ayer la ciudad autónoma antes de que su sucesor,
Rafael Zornoza Boy, tome posesión del cargo el próximo 22 de
octubre. Ceballos, que ha estado al frente de la diócesis
durante dieciocho años, se reunió con el delegado del
Gobierno, el Comandante General y el Presidente de la
Ciudad, para después asistir a la eucaristía que se celebró
para despedirle en la Catedral de Ceuta. Antes de recibir el
Escudo de Oro del Consejo de Hermandades y Cofradías de
Ceuta, Ceballos aclaró que esta visita no era una despedida,
sino una “acción de gracias” porque seguirá siendo emérito.
El que fuera durante dieciocho años obispo de Cádiz y Ceuta,
Antonio Ceballos Atienza, visitó ayer la ciudad autónoma por
última vez antes de que su puesto pase de forma oficial al
recién nombrado obispo, Rafael Zornoza Boy, que tomará su
testigo el próximo día 22. Durante su visita, Ceballos se
reunió con el delegado del Gobierno en Ceuta, el comandante
general y el presidente de la ciudad, con quienes organizó
encuentros independientes que le mantuvieron ocupado toda la
mañana.
Por si estos gestos eran interpretados como un ‘adiós’,
Ceballos aclaró ante los medios de comunicación que su
visita no debía ser interpretada como una despedida, sino
como una “acción de gracias” a los casi 18 años que ha
permanecido al frente de la diócesis. “Seguiré siendo el
obispo de Cádiz y Ceuta pero con otro carácter, el de
emérito”, aclaró el prelado, que hizo un breve repaso a su
trayectoria durante las últimas décadas, unos años “muy
intensos, sobre todo en trabajo pastoral”.
“El Estrecho es el Estrecho y no es fácil venir a Ceuta”,
afirmó Ceballos, que aseguró sin embargo haber estado en la
ciudad siempre, con mayor o menor esfuerzo.
El ya obispo emérito recordó los primeros días en los que
recorrió la ciudad de colegio en colegio, de parroquia en
parroquia. “Así es como he llegado a un conocimiento
completo de la ciudad y sus gentes, y puedo decir que he
visto crecer la vida de fe en la ciudad”.
“Ceuta ha crecido también en la dimensión social, en su
acogida y apertura hacia los inmigrantes. En el 95 vivimos
la eclosión migratoria y hoy en día Ceuta está mucho más
sensibilizada ante esto”, afirmó. El obispo emérito quiso
reconocer la labor de las hermandades y cofradías ceutíes, y
la presencia de los religiosos en Ceuta, importantes a su
parecer sobre todo en la educación. Y en general la unión de
la labor pastoral desde los sacerdotes hasta la
administración, por su forma de colaborar.
El próximo destino de Antonio Ceballos será la ciudad de
Jaén, donde ha elegido “desaparecer” por un tiempo, y donde
vivirá “con los hermanitos de los pobres”.
En cualquier caso, Ceballos tiene claro que esto no es un
‘adiós’, sino un ‘hasta luego’, y que algún día volverá a
Cádiz, donde desea ser enterrado.
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Ceballos: “A los ceutíes me los llevo en el corazón”
La visita ayer de Antonio Ceballos
Atienza, el que fuera obispo de Cádiz y Ceuta durante
dieciocho años, sirvió al obispo emérito y administrador
apostólico de la diócesis para dar las gracias a la ciudad,
a las administraciones y sobre todo a los ceutíes por los
“intensos” años de labor llevados a cabo en la ciudad.
A su sucesor en el cargo, Rafael Zornoza Boy, Ceballos no ha
querido enviarle ningún mensaje de lo que es o no es
necesario seguir trabajando en Ceuta. “Se lo dejaré a él.
Que venga, que conozca la situación y después de ver las
necesidades que opere. Todavía hay mucho por hacer”.
Ceballos utilizó un símil para describir la diócesis
gaditano-ceutí: “está en una bahía, y como si de ella se
tratase da igual si se dice que los caladeros están
esquilmados, habrá que seguir echando la red”. Una red que
Antonio Ceballos Atienza lanzará ahora desde su nuevo
emplazamiento en la península, aunque lo siga haciendo
siempre “con los ceutíes en el corazón”.
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