Hay todo un equipo de doctores que siguen mirando con lupa
esos pequeños neuromas, valorando el porqué del dichoso
engrosamiento del hipogloso, con idas y venidas raudas batas
relucientes al viento. Y correr de pruebas y más pruebas,
dolorosas algunas, caminito del ascensor tan chulo el joven
en la silla tirada por una diosecilla de blanco, simpática y
condescendiente a mas no poder, profesional sin duda, que si
a hacer una radiografía de tórax ahora, al Tac luego, a
resonancia con contraste después ¡Repetición nooo..!,
analítica toca, exploración de “güevos” por un galeno en
busca de algo que se debió perder por entrepiernas, y que a
juzgar por la cara no le gustó al mocetón el magreo lo más
mínimo (si hubiera sido mujer, cachis…) y nada, que no
aparece el pérfido bultito, ni falta que hace copón.
Que la desviación lingual y cervicalgias severas te quieren
arrodillar -a ti, van dáos-, que tampoco la punción lumbar,
resonancia de control, líquido de medula espinal al
laboratorio culé (digo yo que no todo lo azulgrana va a ser
nefasto para un merengue como tú, que creo te debes más al
fútbol de salón del Bar Garden, equipo de amigos donde los
haya); que habrá tiempo para la calma, pues siempre hay un
futuro aguardando a los Jasp (jóvenes aunque sobradamente
preparados) para realizarse sanos y entregados a la lucha de
nuevo.
Mas sigues tirado en la cama del hospital, en la habitación
907 ventana –que ni miras a través del cristal hacia la ocre
ladera del monte del Clavín, donde hay un anciano cuya pose
y afán se semeja a la de tu inolvidable y querido abuelo
Alfonso, que en el cielo está, que venga a atizar con una
vara las ramas bajeras del almendro preñado, que venga a
recoger del suelo a la cesta de mimbre el fruto deseado-, y
ni por mucho calmante que te administren, analgésicos,
nolotil, corticoides varios, omeprazol para reforzar el
estómago, etc…sigues inquieto. Que te mueves más que una
perdiz macho enjaulada. Juventud, divino tesoro, ay.
Superada la experiencia vivida allí durante quince días
largos ingresado en el Hospital Universitario alcarreño, de
gestión pública, ya digo, dan para mucho que pensar,
reflexionar sobre el sentido de la vida, el trabajo, la
familia. Y del amor. Que lo sustenta todo.
Y como de amor hablabamos, tal cual el que le profesa a su
hermano por el estilo cálido, contagioso, optimista, de su “huihui”,
que llena de jovialidad su entorno y pone luz a cuanto hace;
te ha regalado, tengo entendido, un bonito burrito de
peluche gigante de color gris ceniciento que se adorna con
una margarita naranja en su blanco morro, cuyo nombre de
pila es el de “Orejas”. Tú sabrás porqué.
Los padres quedan relegados al banquillo de los suplentes
porque, como es lógico también, puede que jugaran bien en la
primera parte del torneo pero la segunda y no menos
importante, es la que el entrenador (Dios) reserva a quien
toma el testigo para finalizar con bien la competición de la
pareja: nueva vida. Puestos a observar, a la costilla amada
hay que meterle los goles necesarios, aunque la cosa se
ponga fea y el marcador se aturulle de dígitos, que quizás
como sintonía a mejor de los peperos os adjudiquen nuevos
cheques-bebé y así de paso relanzamos la natalidad
autóctona, que tanta falta le hace a nuestra especie.
Uno, que es realista o al menos trata de serlo, sospecha de
la madre de la criaturita pues ésta no se rinde a la
evidencia, quiere protagonismo y claro, no admite sentirse
desplazada ante lo que ella cree ser la “huída” del cariño
de su retoño, que por cierto gasta ya cojones de gorila. Que
no niña que no. Que hay que aceptar los tiempos con sus
pausas y entregas, y ser secundones de oro. Que no es moco
de pavo.
Retomando lo del hospital, allí se siguen protocolos rígidos
pero bien es cierto que al menos en lo tocante a tu entorno,
el personal sanitario se ha volcado con el caso; eso, aún
estando agobiados muchas veces por tanto trasiego de
llamadas, de visitas interesándose por el estado del
enfermo, de gente por doquier..Yo creo que nada han olvidado
respecto de la sanación del humano, y que la sanidad pública
es un reflejo de la sociedad: mucho gasto, mucho
medicamento, muchas pruebas y muchas prisas. Pero también
mucha humanidad para con los enfermos, que se sienten
cuidados, valorados, respetados y más, si me aceptan, hasta
queridos. Humanizan la sanidad. Son vocacionales. Aman lo
que hacen, cuidan su papel de sanadores, cosa impagable
desde el punto de vista humano. Gracias.
Que has sido, me dicen, el juguete vivo de la planta novena,
la de Neurología, el niño mimado de las de bata blanca,
todas legión -sin cabra-, desde tu primer ángel de la
guarda, la doctora doña Carolina Serrano hasta las
enfermeras, auxiliares, celadoras “¡A ver guapetón, que
viene el kit de belleza..!” Y las muy ladinas esbozando una
sonrisa de oreja a oreja te mostraban a hurtadillas los
pañales de adultos para un supuesto cambio postural y
claro…las risas se esparcían al aire por la planta como
ceniza en día de Pascua contagiando de sonrisas a
familiares, enfermos, profesionales de la medicina. Todo
salud. La risa.
Hay un pero, siempre hay un pero. A la ventilación nula de
la habitación, casi de la planta diríase, bien por tener en
los ventanales cerraduras a perpetuidad por las medidas de
seguridad, el aire no corre, el calor inhóspito de la
habitación casi corrompe, atufa el hedor a humanidad
combinado con la peste de los fármacos que dan esa sensación
extraña de aire quedo, como de estar en una cueva sin
oxigeno. Te ahogas. Y por si fuera poco, el compartir la
habitación por cuadro clínico ¿Lo es de igual tener a un
pobre hombre octogenario agonizante de pancreatitis rabiando
de dolores gritando alaridos desesperanzadores?
Con todo, valga la sanidad pública como buena porque los
pobres es lo que tienen. Tenemos. Sin copago de momento.
Que, como bien dice el mesonero Fidel, que imparte
salubridad a raudales con esos bocatas enormes que te
endilga tras la barra del “Marfil”: ”La salud no siempre se
gana con dinero”.
Vinieron. Vieron. Marcharon. Siguen llegando nuevos cachitas
amigos del enfermito, esos mozalbetes cual tabletas de
chocolate haciendo ostentación de puro bíceps que acojona
sólo de mirarlos. Son los héroes de los 1.000 abdominales,
curtidos en el “Sportland”, acaso el mejor gimnasio de la
ciudad.
Pero no dan envidia total porque aquí en tierras caballas
tenemos a los hercúleos Caballeros Legionarios y a sus
hermanos de Regulares 54, que van a su rebufo; claro que
allí los alcarreños tenéis lo más preciado de las fuerzas de
seguridad de la madera, los Geos, que andaban de fiesta creo
por el madrileño parque del Retiro mostrando, además de su
material de ultimísima generación de armas de guerra velando
la paz y artilugios de fuego y tentetieso contra el mal, su
firme apoyo al amigo missing. Lo que siempre es de
agradecer. Que la vida continúa y allá donde uno camine
senda abre, que el hombre no es de donde nace sino de donde
pace, aunque siempre es grato saberse recordado. Y el
recuerdo afianza la amistad. Y ésta se vuelve cercana. Y la
cercanía acorta distancias. Y vuelve el hijo pródigo por
Navidad.
* Dedicado a Hedu, para que nunca cambie su actitud con la
vida y por ser como es: noble, altruista, de gran corazón,
fuerte como la copa de un pino por más que esté mimosillo
ahora, penetrante como cuchillo el “junco” que pincha por
doblarlo de dolores; que nada más busca el cariño de los
suyos, su amada novia en “prime time”. Y para que sane del
todo, le recuerdo al hijo que abra el ipad, que Ceuta late,
que Ceuta es España y que por esta nación damos los
españoles hasta lo que nos pretenden quitar los aborregados
políticos: la sangre. Que no la vida, que esa viaja en
preferente ya que es mucho lo que arrimar os queda a los
jóvenes para acercarnos al sueño que todo ser humano anhela:
Abrazar el futuro.
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