Lógico que este aguijonazo de la
serpiente no sea más que el inicio de una futura
investigación de matiz ecológico tipo “Greenpeace” pero
usando en lugar de barcos para espantar a los balleneros, el
autobús de la frontera para enterarme de quienes tratan tan
de mala manera al pescado que proporciona las reservas de
Omega 3 y demás a la población ceutí. ¡Y esta indagación me
viene cuando tengo lo que tengo! ¿Qué que es? Pues el agobio
y la inquina que provoca a cualquier cristiano de buen
corazón la actividad de matar a seres vivos, es decir la
caza. ¿Que como me voy a quejar de la caza si voy a hablar
de peces que han sido cruelmente arrebatados de las aguas?
Pues porque matar para comer no va contra las leyes de la
naturaleza, de hecho los vegetales están vivos y son redes
de energía según el Universo cuántico, pero a las víctimas
de los cazadores no se las come nadie. Es matar por el
placer de matar y siendo conscientes de que causan dolor y
no me gustan quienes se complacen en causar dolor a un ser
vivo. Tal vez no me gustan porque no les entiendo y porque
he estudiado, dentro de mi humilde nivel, algo de
psiquiatría forense y entonces no es que me causen rechazo,
sino que me inspiran temor. ¿Que sobran bichos en Ceuta?
Pues van los Verdes, callandito, los guardias hacen la vista
gorda, se abre un agujero por cualquier parte y se empuja a
los cochinos hacia los montes de Marruecos, a que se busquen
la vida, luego se cierra el agujero y todos ponen caras de
beatucones y aquí no ha pasado nada. El pescado es otra
cosa, porque hasta que no pasemos definitivamente a la rama
de la espiritualidad que postula el “no comer nada que tenga
ojos” (será porque los ojos del animal muerto te pueden
mirar malamente) los niños sobre todo no pueden pasar sin
palitos de merluza ni rosada frita o sin bocadillos de atún.
Pero me cuentan mis fuentes que tengo que alargarme al ser
de día a la Frontera cuando nos traen del otro lado ese
pescado que es la bendición de Dios y por el que nos
envidian dos: España y el extranjero. Pues bien, si el
género llega a las siete lo normal es que ya estuviera aquí
a la hora, para no romper la cadena del frío, por el tema de
no manipular ni manosear demasiado, por puras garantías, el
del control. Y resulta que no. Que el encargado de
controlar, dilucidar, delimitar, desechar y seleccionar
llega mucho más tarde. ¿Y cual es la razón de que no llegue
mucho más temprano? ¿Es algún tema de tipo personal contra
el pescado? Preocupante si los boquerones y demás tienen que
estar “horas” en nosequé condiciones y los pobres pescaderos
o pescadores también esperando a la puta intemperie ¿Hay al
menos una instalación de aseos públicos con lavabos por si
se quieren refrescar o wáteres por si se les presenta una
necesidad imperiosa e ineludible? Nada. Si quieren
resguardarse que se lleven una tienda de campaña, vale, pero
es que para montar un camping piden muchos requisitos y
muchas licencias (y también una instalación se extintores) y
la pobre gente que va a vendernos la gloria de los mares no
va a cargar con las cajas del pescado, las tiendas, los
extintores y servicios móviles. Y todo porque cuando llegan
no está “el listo” porque si los jureles y las sardinas
llegan a las siete el “listillo” tiene que estar a las seis
y media y si no quiere el trabajo me lo quedo yo que con
solo mirarle el ojo a un salmonete determino su estado de
salud. De verdad que no me importa madrugar un poco y adoro
el pluriempleo. Y si no es por el pescado me levantaré para
espantar la caza. Eso.
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