La Monumental de Barcelona ha
echado el cierre, acabando con cien años de historia y una
de las más grandes tradiciones españolas, los toros.
La explicación de acabar con los toros, refugiándose en los
antitaurinos, no es más que un antiespañolismo propiciado
por los de siempre, por todos esos que amparándose en el no
existente anticatalanismo aspira a una Cataluña
independiente a pesar de que, en cada ocasión en la que se
ha hecho un referéndum sobre el asunto de la independencia,
dejando que voten los menores de edad e incluso los
inmigrantes, han cosechado el mayor de los ridículos.
Cosa más que normal para un pueblo que sabe, con toda
certeza, que de conseguir la independencia va a pasar más
hambre que un caracol en un espejo. Y que esa hipotética
independencia sólo va a valer para que sigan chupando de la
teta de la vaca los de siempre. Esos que van de “más a
menos” pero que, además, saben que sin la ayuda de España
Cataluña no sería nada.
Hasta ahora se les hadado cuanto han pedido. Últimamente
hasta ciertos hospitales en la creencia, absurda por cierto,
de que los iban a vender a empresas privadas como
rosquillas. El resultado está la vista de todos, le van a
rebajar los sueldos a los médicos y a todo el personal
sanitario con lo que, sin discusión alguna, la sanidad
pública se va a resentir.
Ahora, eso sí, acabemos con lo toros que es una tradición
muy española. Mostremos nuestro antiespañolismo, en defensa
del anticatalanismo. De película de ficción.
Muchos se han extrañado que Montilla, un cordobés charnego
en Cataluña, haya votado como antitaurinos cuando,
precisamente, él es de una tierra cuna de grandes toreros. A
mí, personalmente y en persona, no me ha extrañado lo más
mínimo pues lo he escrito, por activa y por pasiva, que los
charnegos que llegaron a Cataluña quieren ser más catalanes
que los propios catalanes.
Los toros, eso tradición tan española, han desaparecido de
Cataluña, por culpa, culpita de esos que acusan a los
toreros del sufrimiento a que someten a estos animales, cuya
raza sólo vale para ser lidiada, pero que defienden a los
“corre bous”, que esos animales no sufren con sus cuernos
lleno de fuego que, en el mejor de los casos, les dejan
ciegos. ¡Cuánto quieren, estas “fermosas” criaturitas, a los
animales!.
Los quieren tanto que están incluso pensando hacer una
cadena humana, para defender a las focas cuando son muertas
a palos, en un acto totalmente criminal, perpetrado para que
algunas personas luzcan un bolso o unos zapatos de piel de
focas.
Acabar con los toros, una tradición muy española,
conllevaría a acabar con una especie animal y convertir las
grandes dehesas en unos eriales, mientras más de 300.000
personas se quedarían en la calle.
Más les valdría solucionar los enormes problemas que tienen
con la sanidad y los geriátricos entre otras cosillas,
porque la teta de mamá España, con todo el anticatalanismo
al que echan mano cuando les van mal las cosas, ya no da más
leche.
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