Es lo primero que se me ocurre que
habría que colocar sobre los costillares de algunos de los
parlamentarios catalanes, que llevados por esas tendencias
nacionalistas y antinacionales, han hecho desaparecer,
momentáneamente al menos, la fiesta de los toros en
Cataluña.
Hace muy pocos días yo escribía sobre este mismo tema y
ahora que acabo de ver los reportajes de los dos últimos
festejos en la Monumental de Barcelona, tengo que
reafirmarme en lo que dije ya varias veces y es que la
fiesta de los toros hubiera sido, incluso, subvencionada si
en sus orígenes hubiera tenido un mínimo de tufillo de la
cultura catalana, pero al ser española, profundamente
española en su raíz, los nacionalistas trasnochados, con
algún andaluz o castellano que es más nacionalista que los
propios nativos han hecho tabla rasa de la fiesta aquí.
Ahora a esperar, un amante de los toros, empresario y dueño
de la propia plaza Monumental de Barcelona, Pedro Balañá, no
dice la última palabra y se limita a marcar su propio
terreno:” Aquí están cerrando empresas, fábricas, muchos
negocios y a nosotros nos cierran”. Nunca mejor dicho, eso
de cerrar, sin ir más lejos hasta los quirófanos cuando hay
pendientes intervenciones graves de cáncer, por ejemplo.
Pero los políticos son otra cosa, los políticos son la mala
casta de nuestros días, que miran hacia sí, que buscan lo
suyo y muy poco se preocupan de lo que pertenece a todos los
demás..
Y volviendo a las banderillas negras, también con el tiempo
podrían ser merecedores de ellas aquellos políticos que
salgan elegidos el 20-N, especialmente si salen ganando con
mayoría absoluta, en algún grupo y con esa mayoría absoluta
no declaran la fiesta de los toros como elemento cultural,
de ámbito nacional, para todo el territorio nacional.
Hay mucho tiempo por delante y lo más lamentable, en este
como en otro tipo de circunstancias es que una minoría, con
sus firmas, sean capaces de sobreponerse a la voluntad de
una mayoría absoluta que marcha silenciosa.
La Monumental de Barcelona ha cerrado, tras un largo fin de
semana, con la competición futbolística ya, echando humo,
pero en esos días la fiesta de los toros dio más que hablar
que el propio campeonato liguero, con lo que queda claro que
los toros, también, tienen muchos seguidores.
Aquí en Ceuta, por haber carecido, desde hace ya muchos
años, de un coso taurino, poco a poco en los últimos
cuarenta años se ha ido perdiendo la afición, dicen que
buena afición, que había por los años 60 en esta ciudad.
Y eso, aquí, será difícil, yo diría que imposible, volver a
recuperar, lo primero porque la juventud aquí va por otros
caminos y luego porque en lugares como Ceuta hay más
dificultades que en otras partes para estar en contacto con
todo lo que atañe a los toros.
Barcelona, el resto de Cataluña, debiera ser otra cosa y
bastará con que grupos seguidores de la fiesta de los toros
con el apoyo de un Gobierno Central en condiciones, para
que, aunque con trabajo, vuelvan a recuperar lo que unos
políticos llevados por ciertas corrientes nacionalistas se
han cargado ahora.
Que nadie piense que esos políticos son defensores de los
animales, especialmente de unos animales que nacen, se crían
y viven para terminar en un coso taurino.
Eso de la defensa de los animales es la verborrea barata de
unos inconsecuentes que han ido contra la fiesta de los
toros y que apuestan más por el botellón o por otro tipo de
“festejos” nocturnos.
Como empezaba así voy a terminar, los toros que no sirven
son castigados a banderillas negras, los políticos que
malgastan las costumbres y vivencias de todos, también deben
recibir el mismo correctivo.
|