1. Definición
En los últimos tiempos se ha hecho evidente el uso y el
abuso de la palabra estrés, se ha vuelto tan popular que ya
forma parte del vocabulario cotidiano. Ahora bien, para
propósito del tema a desarrollar, debemos abordar esta
definición desde tres perspectivas, a saber: A) el estrés
como estímulo o acontecimiento, b) estrés como respuesta
adoptada por el organismo y c) estrés como interacción entre
un organismo y su entorno.
Desde la concepción de estrés como estímulo, podría
definirse como aquellos estímulos o acontecimientos
ambientales que obligan a llevar a cabo cambios adaptativos
por parte del sujeto (en este caso del niño) sobre el que
inciden, provocándole un aumento de la tensión emocional y
dificultando los patrones normales de respuesta. Las
categorías que engloban tales acontecimientos son las
siguientes (Elliot y Eisdorfer 1982): estresores agudos,
limitados en el tiempo (por ejemplo, la visita del niño al
dentista); secuencias estresantes (por ejemplo, la muerte de
uno de los padres del niño); estresores intermitentes
crónicos (por ejemplo, exámenes escolares); y estresores
crónicos continuos (por ejemplo, que el niño sea objeto de
abusos físicos recurrentes por parte de sus padres).
Desde la perspectiva del estrés como respuesta, se hablaría
de reacción de estrés, esta visión es adoptada por numerosos
autores. Ellos operativizan tales reacciones en términos de
alteraciones perceptivas, motivacionales, conductuales, etc.
Ante un mismo acontecimiento estresante, dos niños pueden
tener dos respuestas totalmente distintas entre sí. Este
carácter diferencial de la reacción de estrés introduce la
tercera de las concepciones del término estrés, aquella que
lo aborda como una interacción entre el niño y su entorno.
Desde esta tercera perspectiva queda conceptualizado como
una desproporción o desequilibrio entre las demandas
ambientales que acontecen sobre el niño y las respuestas que
produce al verse enfrentado a ellas.
2. FACTORES DE LOS QUE DEPENDE LA REACCIÓN INFANTIL DE
ESTRÉS
No se puede establecer una relación fija entre el evento
estresante y la respuesta que éste provoca en el niño, ya
que ésta puede ir desde el extremo de la
adecuación/adaptación hasta el polo opuesto de la
inadecuación/desadaptación a los requerimientos del medio.
Con esto se pueden establecer diferencias no sólo
interindividuales, sino también, dada la inestabilidad
propia de la infancia, intraindividuales entre diferentes
situaciones y momentos en la vida del niño.
En definitiva, los factores de los que va a depender la
reacción de estrés del niño incluyen: las características
del estresor, las características del niño estresado y las
características del entorno social en el que se halla el
niño.
1.1- Factores relacionados con las características del
estresor:
Resulta obvio que no todos los acontecimientos estresantes
van a tener el mismo potencial nocivo para el niño. Así, por
ejemplo, un evento estresante como puede ser el nacimiento
de un hermanito, en principio, resultará menos lesivo para
el niño que la pérdida de uno o ambos padres y el proceso de
duelo subsiguiente también será diferente.
Además por la naturaleza propia de los acontecimientos
estresantes, podemos clasificarlos en las siguientes
dimensiones (Milgram 1989):
• Estresores originados dentro del círculo familiar frente a
estresores originados fuera de la familia.
El hecho de que los estresores tengan lugar en el seno del
hogar, va a aumentar considerablemente su probabilidad de
ocurrencia, así como el tiempo de exposición del niño a los
agentes estresantes. Por tal motivo, se puede pensar que
estos estresores serán más perjudiciales para la salud tanto
física como emocional del niño. Estresores dentro del ámbito
familiar son entre otros: divorcio o separación de los
padres, duelo de uno o ambos padres, maltrato físico por
parte de los padres, abusos sexuales en el hogar, etc.;
circunstancias todas ellas que tienen una repercusión
negativa sobre el bienestar emocional del niño.
• Estresores que actúan sobre el niño como sujeto frente a
estresores que inciden sobre el niño como miembro de una
familia o de un grupo de niños.
En este caso, los primeros representan una mayor repercusión
en la salud mental del niño.
• Estresores asociados a victimización primaria del niño
(ser objeto directo de acontecimientos adversos) frente a
padecimiento como víctima secundaria (presenciar o tener
conocimiento indirecto de tales actos).
• La duración de la exposición a los estresores.
• Los agentes estresores pueden durar desde unos minutos
(por ejemplo, ser testigo de un crimen), horas (por ejemplo,
padecer un secuestro en el autobús que lo lleva al colegio),
o días (por ejemplo, ser víctima de maltrato físico por
parte de sus padres).
• El carácter reversible o irreversible del acontecimiento
estresante y de sus consecuencias, siendo los irreversibles
los que tienen efectos más nocivos sobre el niño.
• El origen o naturaleza del estresor.
Si es humano como por ejemplo ser víctima de maltrato físico
o consecuencia de fenómenos de la naturaleza. Por regla
general, producen más perjuicios en la salud infantil,
aquellos estresores que son consecuencia de comportamientos
humanos intencionados, por ejemplo, abusos sexuales en la
infancia.
1.2- Factores relacionados con las características del niño:
Se sabe que el mismo acontecimiento estresante no tiene las
mismas repercusiones en todos los niños, va a depender del
grado de vulnerabilidad del niño para padecer una
perturbación relacionada con el estrés. Esta vulnerabilidad
está conformada por todos los recursos y estrategias de los
que dispone el niño y que se pueden dividir en dos grandes
categorías: personales (edad, sexo, habilidades sociales,
autoestima, etc.) y ambientales (nivel socioeconómico, salud
mental de los padres, ambiente familiar, sistemas de apoyo y
estilos de crianza) (Buendía y Mira, 1993).
1.3- Factores relacionados con las características del
entorno social:
En este punto son de especial importancia, de cara a la
prevención y tratamiento de las posibles reacciones
estresantes en el niño, las redes de apoyo social de las que
disponga éste. Este apoyo social (Thoits, 1986) ayudaría,
entre otras cosas, a que el niño pudiera definir, comprender
y afrontar (de acuerdo a su grado de desarrollo) las
situaciones problemáticas que se le puedan presentar;
compartir con otros semejantes experiencias similares; y
obtener ayuda material y psicológica de las personas que
componen su red de apoyo.
3. ATENCIÓN ESPECIALIZADA Y SUGERENCIAS DE INTERVENCIÓN
Aunque padres también sienten estrés, niños necesitan
atención especial durante este tiempo. Es posible que
muestren su estrés en diferentes formas. Un padre que
responde al temor de su niño no lo está mimando. Al
contrario, si el niño siente que no puede - o no debe -
expresar sus emociones, éstas podrán aparecer luego, cuando
la razón no será tan evidente. La mejor manera de ayudar a
su familia a enfrentar el estrés es con su disponibilidad y
un oído atento.
Niños de Edad Pre-escolar
Es posible que vea ciertos comportamientos como el mojar la
cama, chuparse el dedo, o un temor de dormir solo. Sus niños
quizás se quejen de dolor de estómago o de cabeza, y no
querrán ir a la escuela. Es importante recordar que estos
niños no se están ‘portando mal’. Tienen miedo, y éstas son
algunas recomendaciones que usted puede seguir para ayudar a
su niño o niña a enfrentar sus temores:
-- Párvulos necesitan saber que están seguros. Provea
comodidad adicional y permita que por las noches el niño
hable sobre sus temores. Déle muchos abrazos.
-- Trate de entender las emociones de su niño sobre el
desastre. Anime a niños a hacer dibujos sobre el desastre y
luego hablar sobre su dibujo. Diferentes juegos pueden
ayudar al niño a expresar su temor o ira.
Niños de Edad Escolar
Niños de esta edad probablemente tendrán muchas preguntas
sobre el desastre, y es importante que usted trate de
contestar esas preguntas claramente. Si un niño está
preocupado por su padre o madre en dificultad, no vale
decirle al niño que no se preocupe. Esto sólo le hará
preocuparse más.
Estos son algunos consejos para tener en mente con niños de
edad escolar:
- Sea honesto con niños de esta edad. No diga que un
desastre como este nunca ocurrirá otra vez; los niños saben
que eso no es verdad. En cambio, recuerde a su hijo que
usted siempre tratará de mantenerlo a salvo y que hay mucha
gente trabajando muy duro para prevenir que algo similar
ocurra en el futuro.
- Los temores de un niño a menudo empeoran a la hora de
dormir. Quizás desee permanecer con el niño hasta que se
duerma para que así se sienta protegido.
- Esté pendiente de los medios de comunicación. Imágenes del
desastre y del daño causado pueden crear gran temor en un
niño, y quizás sea mejor controlar lo que pueden ver. Una
buena manera de hacer esto sin que el niño se de cuento de
su preocupación es por medio de una actividad en un horario
fijo. Por ejemplo, leyendo un cuento, dibujando, o
escribiendo cartas a amigos o familiares durante la hora de
las noticias.
- Permita que sus niños se expresen por medio de juegos o
dibujos. Al igual que niños menores, niños de edad escolar a
menudo hallan consuelo al expresarse por medio de juegos o
al dibujar imágenes del desastre.
- No tema tener que decir “No sé.” Parte del proceso de
recuperación tras un desastre es el mantener una
comunicación honesta y abierta con su familia, y a veces
será necesario admitir que usted no tiene todas las
respuestas a las preguntas de sus hijos. En estos casos,
explique a su hijo o hija que un desastre es imprevisible y
que causa situaciones que hasta adultos hallan difícil de
entender. Pero asegúrele que adultos siempre harán lo más
posible para mantener a sus niños sanos y salvos.
Adolescentes
Anime a adolescentes a enfrentar sus preocupaciones sobre el
desastre. Es típico de un adolescente el parecer indiferente
a su situación. En general, es una buena idea el hablar
sobre estos asuntos, manteniendo abiertas las líneas de
comunicación y siendo honesto sobre el impacto económico,
físico y emocional del desastre sobre su familia.
Adolescentes típicamente se hallan en la fase de identidad
de su desarrollo. Esa identidad a menudo se define por
posesiones y por amigos. Es muy difícil para un adolescente
el tener que cambiar de escuelas o admitir a sus amigos que
están viviendo en un albergue o refugio. Ofrezca su apoyo y
ánimo recordándoles que pronto las cosas mejorarán, y
pídales que ayuden con los reparos o prevención de mayor
daño.
SUGERENCIAS DE INTERVENCIÓN PARA PADRES Y MADRES
“Dedique más tiempo a su hijo, y use parte de ese tiempo
para conversar con ellos”.
Quizás podrá hallar algún consuelo al recrear sus
alrededores familiares (por ejemplo, pida a su familia y
amigos copias de fotos, y permita que su hijo reponga su
juguete favorito).
No se sorprenda si su niño tiene dificultad con tiempos de
separación (al ir a la escuela, o a la hora de dormir). Es
muy importante asegurar al niño de su seguridad. Es bueno
que el niño sepa donde está usted durante el día, y déle
permiso para ponerse en contacto con usted si es necesario.
Esté pendiente de las imágenes que sus hijos están viendo,
sea por televisión u otro medio de comunicación. Estás
imágenes pueden ser traumáticas. Si es posible, mire
televisión con sus hijos.
Permita que el niño hable sobre el desastre, pero no lo
obligue. En sus conversaciones, ponga énfasis en el hecho
que el niño ahora está seguro.
BIBLIOGRAFÍA
AJURIAGUERRA, J. de (1993) Manual de Pisiquiatria Infantil,
Masson, España.
PIAGET, J. (1987), El criterio moral en el niño, Ed.
Martínez Roca, Barcelona.
TRIANES, M. V. (1999), Estrés en la infancia, Narcea
Ediciones, España.
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