“El pueblo judío es una invención”

Nuria de Madariaga
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La existencia de seres depravados es una realidad. El psiquiatra Rojas-Marcos respondía a una pregunta sobre si todos los delincuentes, capaces de cometer los crímenes más espantosos, eran enfermos mentales con una rotunda negativa. Para el prestigioso médico y escritor existen las personalidades “perversas” seres que sencillamente son “malos” sin que presenten ningún tipo de patología. El Mal, con mayúscula, existe. Y surge de vez en cuando materializándose bien verbalmente, bien por medio de opiniones escritas. Así cuando mi amigo del alma Jacob Hachuel, recién llegado de un entrañable Congreso de Judíos Sefarditas que siguen hablando nuestro “ladino”, me ha remitido la abominación escrita por Hisham Mohamed titulada “La industria del Holocausto” y publicada en un medio digital tan repugnante como el propio artículo, puedo decir que la pantalla del ordenador se me ha llenado de fantasmas con brazaletes amarillos que exhibían la estrella de David y proclamaba “¡Juden!”. Y el rumor de las olas que se se desliza por los ventanales de mi despacho ha dejado de sonar a mares amigos, porque lo silenciaba el ruido de las botas de los SS marchando sobre el pavimento empedrado del ghetto de Varsovia. Antisemitas han existido muchos, los hubo que hacían “pogroms” en las juderías y acabaron exterminando a seis millones de criaturas. Pero la versión de Hisham Mohamed en su artículo es que “Asimismo el estado alemán regala abundante material a Israel que, complementado con las ingentes sumas que le regala EEUU constituyen gran parte de la riqueza israelí, basada en la extorsión y en la especulación sobre un hecho histórico que diversos estudiosos, algunos judíos, ponen en duda el holocausto” (disculpen los ingentes errores de redacción y de sintaxis para trato de transcribir y hacer legibles las frases). Así el sr.Hisham acusa al pueblo judío de “extorsionar y especular” sobre el exterminio más atroz de la Historia de la Humanidad y añade el pseudoarticulista que “El holocausto empezó a gestarse a finales de los cincuenta-sesenta, hasta entonces ni a los propios judíos interesaba demasiado y este echo (sin h) coincidió con la llegada de esos fondos”.

Y así mismo el sr. Hisham ha echado (esta vez sin “h” porque no es del verbo “hacer” del que deriva “hecho” sino del verbo “echar que echa la hache” ¿Irá tal vez el antisemitismo aparejado a la ignorancia más supina?) repito, ha echado mano probablemente de las teorías “negacionistas del Holocausto” que los antisemitas hacen pulular por internet, “negacionismo” que constituye un delito grave en la mayoría de los países occidentales por lo de vil, canallla y repulsivo que resulta el vejar a seis millones de almas y a sus descendientes, pero que en Sefarad, España, se lleva a la vía penal no por el “negacionismo” en sí sino por la vía de la apología y por la del artículo 510 del Código Penal que señala : 1.Los que provocaren a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias (sic)... serán castigados con la pena de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce meses. 2 .Serán castigados con la misma pena los que, con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad, difundieren informaciones injuriosas sobre grupos o asociaciones en relación a su ideología, religión o creencias...(sic). Blanco y en botella.

A lo que el sr. Hisham puede responder diciendo que sus afirmaciones escritas y sus ideas nada tienen que ver con lo que recoge el artículo y que no se trata de antisemitismo ya que, según refleja también en su libelo difamatorio aferrándose a las ideas de otro loco antijudío de los que proliferan en la red “el pueblo judío es una invención” y eso lo dice un pirado llamado Sand que ha escrito un libro para demostrar como “se inventó” el pueblo judío. Y redunda Hisham en las paranoias del más siniestro antisemitismo en el párrafo en el que apunta que “Esta singularidad del holocausto (siempre lo pone en minúscula) proporcionó al pueblo judío el estado de Israel, pero ni siquiera existe unanimidad respecto a la existencia de ese pueblo”. ¡Madre del Amor Hermoso ten piedad de nosotros! ¡Y ahora resulta que el pueblo de Dios no existe desde hace 5.000 años ni los hombres de las estrellas escribieron la Toráh! Es decir que el tal Hisham no solo acusa al holocausto (con minúscula) de “industria” ni se limita a publicar una asquerosa caricatura en la que se ve a un montón de cadáveres en un campo de exterminio mientras dos tipos filman “la película” sino que insiste en el carácter de invención del pueblo de los Profetas que aparecen en su propia religión islámica. No existen. Y como no existe tampoco existió una joven judía llamada María que dio a luz a un Niño también judío llamado Jesús de la Casa de David, ni Jesús era de Nazareth, ni los judeocristianos debemos adorar a nuestra Santa Madre judía ni a Su Hijo muerto en la cruz. Mala cosa. Mala cosa cuando el odio se dispara, el antisemistismo adquiere tintes paranóicos y te enfrentas no al Pueblo Judío en su totalidad, sino a los judeocristianos en general y a los esenios, la rama más judáica del cristianismo, los más talmúdicos, gnósticos y esotéricos ( y también los que producimos más cántaras de mala leche y peor condición) en particular. ¿Declaración de intenciones antisemitas del sr.Hisham que comienza su infamante artículo con unas palabrejas de condena que son posteriormente desvirtuadas por las aberraciones siguientes en negro sobre blanco y publicitadas en la red?O.K. Si ha lanzado el guante nosotros lo recogemos, pese a que somos “seres ficticios” por no ser más que “una invención” y por ello Hitler exterminó a “seis millones de invenciones”.

¿Y dicen que a ese Hisham le ha dado dinero la Ciudad Autónoma para el “rumbo a Gaza”? ¿De que va la Ciudad Autónoma disponiendo del dinero de los españoles “contra” Israel?. Pero no teman. “Todo” no es tan ignominioso y diabólico, ni tan cobarde y abyecto. Les cuento dos pinceladas del libro que he firmado ya para publicar, son del primer capítulo y relata unos hechos de hace medio siglo, cuando mi hoy santo esposo era un poco conflictivo y fue a llevarse nada menos que el retablo de Oberwesel, considerado “el corazón de Alemania”. El compañero que le acompañaba en la fechoría, ante la obra impresionante exclamó “Jefe ¡Esto debe valer mucho!” A lo que mi marido, belga y con las ideas muy claras respondió “Sí. Una fortuna, ¿Tu sabes cuanto vale Oberwesel, el corazón de Alemania? Vale una sola de las lágrimas de un niño judío camino del crematorio, ese es el precio y no es otro” Y arrampló con “el corazón de Alemania” porque consideraba que Alemania, no merecía tener corazón.