“Exigente y autocrítico” consigo mismo ya que considera
que la pobreza en Bombay es una lucha incesante. Por eso
piensa que deber ser “útil” porque el día que no lo sea, se
sentirá “infeliz”. Y es que el periodista Jaume Sanllorente
cambio el timón de su barco económico por la canoa de la
humanidad hasta llegar a fundar ‘Sonrisas de Bombay’, que
esta noche será galardonada con el XIII Premio Convivencia y
que su creador recogerá sintiéndose “tremendamente honrado”
al haber sido propuesto por la Comunidad Hindú, síntoma de
que “no lo estamos haciendo tan mal”. Una simple frase con
la que el escritor une su propia definición a su estrategia,
en la que “no piensa en los resultados, le obsesiona lo que
queda por hacer”.
Pregunta.- ¿Qué le gustaría que conociesen los ceutíes
sobre el fundador y director general de la ONG ‘Sonrisas de
Bombay’?
Respuesta.- Me gustaría que conocieran, sobre todo, la
organización, el trabajo de desarrollo de las capacidades
humanas de los habitantes de las zonas más vulnerables de la
ciudad de Bombay a través de proyectos educativos,
sanitarios y de desarrollo socio-económico. Han sido 6 años
ya de camino, somos una organización todavía muy joven pero
creo que con resultados que ya empiezan a ser bastante
tangibles y con muchas cosas por mejorar, lógicamente. Pero
me gustaría que los ceutíes conocieran el trabajo de campo
que estamos haciendo, que es uno de los puntos principales
de ‘Sonrisas de Bombay’ porque está planteada desde el punto
de vista de la comunidad beneficiaria.
P.- Y esa comunidad a la que se refiere, ¿a qué margen de
población alcanza?
R.- Hablamos de que, actualmente, los proyectos de la ONG
están cubriendo a unas 4.500 personas, aproximadamente:
niños, pacientes con lepra, mujeres sobre todo para reforzar
su autonomía y autosuficiencia económica, y comunidades
enteras, es decir, familias.
P.- Todo ello no hubiera sido posible sin no hubiera
fundado al entidad social, lo que resulta totalmente
contradictorio pues su especialidad era el periodismo
económico, de grandes cifras, para pasar a la más extrema
pobreza. Entonces, ¿cómo se describe personalmente?
R.- Creo que seré toda la vida periodista y escritor, de
hecho, desde que fundé la organización he seguido
escribiendo. Pero di un giro radical en mi vida profesional
del día a día en 2005 y me hizo ponerme las pilas en
cooperación al desarrollo porque, lógicamente, si una cosa
vi los primeros años, es que tenía que formarme muchísimo.
Entonces he tenido que aprender muchas cosas muy rápido;
podía haber salido fatal pero bueno, creo que no ha salido
tan mal. A la vista está que la organización cuenta con 224
trabajadores directos e indirectos que están relativamente
organizados y todo funciona relativamente bien.
P.- Crea curiosidad también que sólo seleccionéis
trabajadores de Bombay incluso como voluntarios, tal y como
se recoge en vuestra web...
R.- Sí, lógicamente, porque conocen la zona. De todos modos,
en el entorno que conocemos nosotros, no necesitamos
personas porque estamos en una ciudad donde ya hay muchas,
formadas, donde hay recursos, que no llegan a todo el mundo
y no están bien repartidos. Con esto quiero decir que, el
que nosotros no aceptemos voluntariado exterior, no quiere
decir que otras organizaciones que sí los admiten, estén
haciendo mal, porque quizás ellos sí necesiten arquitectos u
otras profesiones. Pero Bombay, que es el centro financiero
y comercial de la India, sí hay personal formado.
P.- Otro contraste entre la visión de extrema pobreza de
Bombay y las riquezas abundantes de las que usted habla...
R.- Bombay es una ciudad muy cara, muy rica, con mayor
riqueza que toda España junta, lo cual hace aún más
agravante que el 60% de sus 20 millones de habitantes viva
en la extrema pobreza, sin sus derechos humanos más
elementales cumplidos, sin acceso a agua potable,
electricidad, educación, sanidad, incluso vivienda. Porque
para vivir en una chabola se puede pagar hasta un alquiler
de 1.000 euros al mes. La lucha contra la pobreza en Bombay
no es tan fácil; siempre la comparo con una muñeca rusa que
vas abriendo y aparece una, otra, otra y otra. Llevo 8 años
en Bombay y cada día sigo descubriendo algo porque es una
pobreza muy complicada. Por eso vengo a España, y me aburro
(entre risas).
P.- ‘Sonrisas de Bombay’ ya ha sido galardonada con otros
premios pero este en concreto, ¿qué significa para vosotros?
R.- Cada premio, y aunque suene a que toca decirlo, es
distinto el uno del otro, y cada uno es muy especial. Este
galardón ha significado tres cosas; la primera, y no lo
vamos a negar, una inyección económica muy importante que
llega en un momento de incertidumbre económica para todas
las empresas y organizaciones no gubernamentales. Entonces,
bendito sea el premio en este sentido porque nos ha ido muy
bien. Segundo, es algo muy especial y lo primero que me vino
a la cabeza cuando me lo comunicaron, es haber sido
propuestos por la Comunidad Hindú de Ceuta, es un
reconocimiento tremendo. Hemos visto en los dos últimos años
que empezamos a tener muchos reconocimientos por parte de
indios y eso es un indicativo clarísimo de que no estamos
trabajando tan mal. Y en tercer lugar, que es un premio que
han ganado personas a las que conozco muchísimo, a las que
admiro o quiero, como Vicente Ferrer o Adolfo Suárez.
P.- ¿Cuál será vuestro próximo proyecto?
R.- Una serie de cooperativas de mujeres para que ellas
mismas creen sus empresas; nosotros sólo les damos un primer
impulso, incluso estamos pensando que directivos retirados o
no, se junten con ellas y tracen juntos planes estratégicos.
Así se refuerza la autonomía de la mujer en las comunidades
más pobres, que realmente es una necesidad. La mujer es uno
de los siguientes pasos de ‘Sonrisas de Bombay’, sin duda
alguna, para que tengan total independencia económica del
marido.
P.- En otras entrevistas hemos podido leer que hablaba de
creencias religiosas, ¿es creyente?, ¿cree en la justicia
divina?
R.- Creo en Dios, no en las religiones. Creo en la justicia
divina pero no de un Dios castigador porque pienso que lo
hacemos nosotros mismos. Las cárceles las hemos construido
nosotros, y somos nuestro problema y nuestra solución. Y
todo tiene que volver a su lugar de origen, por lo que
pronto todos deberemos replantearnos este sistema.
P.- ¿Se ha llegado a sentir realizado completamente?
R.- Tengo un defecto; pocas veces me paro a pensar en los
resultados y muchas veces me obsesiona lo que todavía queda
por hacer. Soy muy exigente y súper autocrítico conmigo
mismo. Ser así tiene sus frutos buenos y, por eso, sigo
siendo así. Y quiero ser útil porque el día que no lo sienta
en el mundo en el que vivo, ese día seré infeliz. No quiere
decir que esté todo el día saltando de felicidad porque
todos tenemos problemas y la persona que venda que no,
miente.
P.- Cuando mira al futuro, a la ONG, ¿qué ve?
R.- Para la organización tengo muy claro lo que quiero,
también que tendré épocas de dudas. Ahora prima la calidad
sobre la cantidad y me sigo viendo como un director general.
Pero llegará un día en el que encuentre a una persona que me
releve y tendré otra función, pero siendo útil, si no, me
retiraré.
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