PORTADA DE HOY
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OPINIÓN - VIERNES, 23 DE
SEPTIEMBRE DE 2011 |
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OPINIÓN / ANÁLISIS |
La España que hoy emigra |
Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com
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Alguien recuerda a los miles de
españoles que actualmente se encuentran como emigrantes en
el extranjero? ¿A que no?. Lógico, en esta España del
españolito que vienes al mundo, te libre Dios, que una de
las dos Españas ha de helarte el corazón, la corrección
política impuesta coercitivamente bajo la amenaza de caer en
el ostracismo, no ve con buenos ojos el que se insista en
los cientos de españoles que en un incesante goteo van
teniendo que abandonar la patria para buscarse la vida.
Normal en un país con cinco millones de parados y ocho
millones de pobres censados por Cáritas más otro millón de “sintecho”.
Pero en los telediarios que se arrebatan ahítos de puras
virtudes lacrimosas cuando llega desde Marruecos la patera
con los ilegales que son humanitariamente acogidos con todo
tipo de garantías y derechos, en esos hipócritas telediarios
los españoles que emigran en autobuses para ganarse el pan y
los jóvenes que salen de los aeropuertos o de las estaciones
con billetes de bajo coste y con dos mochilas en la espalda,
la primera cargada de decepciones y de expectativas
truncadas y la segunda con un par de cojones para ir a
buscarse la vida en otra tierra, esos “nuestros” ni son
despedidos por los altruistas y caritativos corazones de los
miembros de las oenegés, ni motivan marchas solidarias que
exijan para ellos el “gratis total pagado con el sudor de
los impuestos de los trabajadores”. Nada. Por lo menos
cuando el Caudillo nuestros emigrantes en Francia, en
Alemania y en Suiza (llegaban con el contrato de trabajo
debajo del brazo derecho y los antecedentes penales limpios
bajo el izquierdo) recibían visitas de las artistas de la
época que iban a hacer actuaciones en las Casas de España y
siempre acababan cantando inexorablemente y aunque no
viniera en el programa un “Suspiros de España” que en
aquellos países donde anochecía a las cinco de la tarde y
hacía tanto helor, parece que calentaba el alma con el
rescoldo de los recuerdos. ¿Y como piensan que viven tantos
jóvenes que han tenido que marcharse a Inglaterra con una
mano delante y otra detrás a realizar trabajos esclavos para
ganarse unos euros y costearse el aprendizaje del idioma? ¿Y
como son los barracones en los que viven nuestros jornaleros
en Francia? ¿Y lo que van a pasar este invierno los que han
acudido a “trabajar en la obra” en Rumanía?. Pero a nivel
estatal ese es un tema que molesta profundamente y mejor no
tocarlo, porque ser un país exportador de mano de obra y de
grandes cerebros de la medicina, la investigación y la
ingeniería que aquí tienen que subsistir dando clases
particulares a los niños de la ESO, la evidencia de que
nosotros, los humanitarios para los ajenos y los perros
malos para con los propios, nos quedemos con el culo al aire
a nivel opinión mundial es un descrédito. Porque a ver
¿Quienes son los primeros en acudir con toneladas de dinero
cuando las catástrofes como la de Haití una nación que ha
recibido fondos para levantarse tres veces y no ha puesto
todavía ni el alcantarillado? Pues los españoles, porque el
Gobierno que hemos sufrido siempre ha sido generoso,
rumboso, altruista y dadivoso con los ajenos y cruel y
despiadado con los propios. ¿Se imaginan ustedes como
podrían haber aprovechado nuestros pobres, parados y
jubilados, los dineros que han destrozado en “ayudas
humanitarias y cooperación internacional”? ¡La de fatigas y
necesidades que hubieran quitado esos fondos bien
gestionados en España! ¡La de pequeñas empresas que podrían
haber reflotado y cuantos puestecitos de trabajo hubieran
producido esas pymes! Y lo mismo muchos de los españoles que
hoy tienen que estar en tierra extraña podrían haberse
evitado el desarraigo y nosotros nos ahorraríamos el tener
que rescatar al coplilla del sublime Carlos Cano cuando
decía “Pan y alegría nunca nos falte, que vuelvan pronto los
emigrantes, “haiga” trabajo y prosperidad”.
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OPINIÓN / SERPIENTE DE VERANO |
Palabras de Presidente |
Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com
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Existe una frase que he tenido
ocasión de escuchar de boca del Presidente Juan Vivas en
varias ocasiones “Aquí a nadie se le pregunta de donde viene
sino hacia donde va”. El significado de esta afirmación
considero que viene a constatar el carácter abierto del
Partido Popular que es un proyecto político en el que caben
todos los hombres y mujeres de buena fe y que comparten una
serie de valores y de principios éticos, morales y
espirituales. En eso me recuerda al “Nadie en el Tercio
sabía, quien era aquel legionario, tan valiente y temerario,
que a la Legión se alistó” si, precisamente la dinámica
hospitalaria en lo político del PP me trae a la memoria las
estrofas del que tal vez es el himno más hermoso de la
lengua castellana. Y el que mayor emoción provoca. Por todo.
Por su implícito y romántico patriotismo y porque es
exaltación del valor individual y de la lealtad como
características sublimes del ser humano. Lógico el que a una
España sedienta de valores tras la inmensa sequía espiritual
e intelectual de los últimos nefastos años le vaya a faltar
tiempo, a partir del 20 N de reafirmarse, conmemorar,
homenajear, exaltar al Santísimo al son de la Marcha Real y
refocilarse en todo aquello que los xilófagos del alma que
hemos padecido y soportado nos han tratado de arrebatar, que
es nuestra Historia y que es el ser español. PP-Tercio-PP si
en la Legión nadie te preguntaba el origen al alistarte en
este PP al que se refiere Juan Vivas nadie “te echa cuentas”
ni te pide el currículum ideológico. Tal vez porque se
considera que uno de los mayores derechos del ser humano es
el derecho a equivocarse, ya que es la única manera de
aprender, los errores son grandes lecciones vitales y de
ellos se extraen experiencia y conocimiento. El pasado no
existe, el futuro no está y lo que se vive es el ahora que
es el que debemos disfrutar y aprovechar. Por eso fastidia a
nivel político la facilidad que tienen algunos de ver la
paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. Y una de
las chinchorrerías horteras que parece encantarles a los de
cierta oposición es reprocharle al uno y al otro que haya
“estado en el GIL”. ¿Y quien puede ser tan torticero como
para seguir recordando, habiendo pasado tantos años, aquella
especie de extinta anécdota política que fue el GIL? Máxime
cuando aquella anécdota no tiene en el armario los fantasmas
de los partidos de la izquierda paridos por el marxismo que
a nivel español empapó las tierras de España con la sangre
de los cristianos, de los curas, de las monjas y de los
desafortunados inquilinos de sus checas (que le pregunten a
Santiago Carrillo el carnicerito de Paracuellos por la checa
de Fomento) ¿Y a nivel mundial que abominaciones no ha
provocado el marxismo? Recuerden los millones de muertos del
mayor asesino de la Historia que fue el padrecito Stalin. Y
los farisáicos que se llenan la boca reprochando pasados
“gilistas” son quienes tienen colgado el perenne sambenito
de haber compadreado o de estar compadreando de una u otra
manera con el comunismo, esa puta recesión de la Historia de
la Humanidad. Curioso que precisamente quienes más tienen
que callar y que esconder bajo el pico de la alfombra son
los que presumen de tener mejor memoria a la hora de
“reprochar pasados” y encima cuando los pasados que echan en
cara no pasan precisamente por torturar a monjitas, ni por
matar a curas ni por quemar iglesias y conventos. Mucha cara
y muy poca vergüenza es lo que hay en los de la “moralina de
la pamplina”. Que no son los del PP.
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