De siempre me ha gustado el
fútbol, como a todos, y suele ser una constante en la
tertulia del Casinet, aunque no participo con frecuencia en
los debates futboleros.
En todo caso, hago una excepción en mí línea de opinión y
escribiré la misma sobre el fútbol.
Las ilusiones que se fomentaron con el nuevo equipo
representativo de nuestra ciudad, el Ceuta de la segunda B,
van cayendo cada semana que pasa.
Aunque somos conscientes de que un equipo que consigue
‘llenar’ el estadio con poco menos de 1.000 espectadores
jamás conseguirá permitirse tener en sus filas jugadores de
élite como, por ejemplo el Málaga, cuenta también la enorme
laguna que deja las ayudas económicas negadas.
Lástima que las esperanzas de disponer un equipo en la
División Adelante se diluyan poco a poco como es jornada a
jornada.
Ya en la División BBVA, cosa que deshonra a nuestras
federaciones por permitir nombres comerciales, vemos que el
gallo que tanto cacarea por todo el mundo y que suele estar
rodeado de tantos gallitos, algunos guapos y ricos, es
solamente un pobre gallo desplumado de corral que se pelea
con su propia sombra.
El Real Madrid, que entrena el mencionado gallo del párrafo
anterior, se las da de mejor club del mundo pero no deja de
ser un conjunto formado por mercenarios matones.
Parece ser que el entrenador portugués ha aprendido las
técnicas del maestro chino de Kárate Kid y las va enseñando
a sus jugadores. Cosa que va destruyendo poco a poco la fama
del equipo merengue.
Las terroríficas entradas de sus jugadores, teniendo delante
chicos que no les llegan a la suela de los borceguíes en
cuanto a sueldos, son dignas de figurar en la analogía del
terror.
Que algunas entradas terroríficas las haga el contrario
pueden ser comprendidas y absorbidas porque se enfrentan con
la impotencia de superar a ‘los mejores jugadores del
mundo’, pero que sea al revés: que ‘los mejores jugadores
del mundo’ entren en la espiral de juego violento, teniendo
como tenían enfrente un equipo modestísimo, ya es otro
cantar.
No es de extrañar que el entrenador portugués siempre se
esté quejando, hipócritamente, de jugar diez contra once y
malparir a los árbitros cuando estos muchas veces hacen la
vista gorda con muchas acciones de sus propios jugadores
(comprobable gráficamente).
Un equipo de ‘alta alcurnia’ como es el Real Madrid no debe
ni debería permitirse esta actitud.
Tal vez sea por la afinidad de colores de la camiseta del
Levante con el equipo que más odian los merengues: el Barça,
porque de otra forma no se comprende esa actitud de
jugadores como Khedira, Ramos, Pepe (este tío es un
auténtico criminal del fútbol) y otros, por no hablar de la
tremenda chulería de Ronaldo. Menos mal que no entró Marcelo
que con su redomada pillería es el más criminal de todos,
por encima de Pepe, con lo que empaña su magnífico juego.
En cuanto a ese entrenador portugués, antiguo traductor del
Barça, asco y vergüenza me da, mucha, cuando declara a los
medios de comunicación que la culpa de la derrota madridista
en el campo del Levante es culpa de uno de sus jugadores.
Obviando que estos sólo cumplen sus órdenes, órdenes de
destrozar al contrario como sea.
Que siga protestando contra los árbitros, contra los
fantasmas federativos. La cosa será para largo mientras
Florentino Pérez no tome cartas en el asunto.
Este portugués ha convertido a un señorial equipo de fútbol
en el peor protestón fuera y dentro del campo. Mientras el
Barça habla jugando.
El Real Madrid es ahora un equipo agresivo físicamente, de
patio de colegio de periferia marginado y castigado, encima,
por los recortes.
En fin. La vida sigue, yo también y respirando tranquilo
mientras el Barça sigue diferenciándose del Real Madrid, en
todo.
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