Aunque este camote nunca te olvidará, ya no estoy triste y
no padezco insomnio, ni pesimismo. Mi vida se ha rehecho
poco a poco por mas que tú, fierecilla indómita, sigas
ocupando mi pensamiento antes de quedarme dormido en las
noches espesas sin fin.
Quiero que sepas, allá donde estés, que es muy probable que
andes con los de Betel, Betania o qué se yo del nombre
impuesto, que deseo lo mejor para ti y para la pequeñarra,
la que imagino seguirá creciendo guapetona, noble,
inteligente y encantadora…
Que sepas que he vencido mi distracción contigo, pues la
vida me da la motivación suficiente y el sentido que siempre
ha tenido para mí. Sigo ocupándome de mi pasión doble, que
tú aborrecías rechazando de plano: el trabajo vocacional y
la literatura. Como puedes comprobar.
Con esto no quiero decir que me apartara del triste destino
de durar, de tener miedo a morir si no lo era a tu lado y
dónde fuese, en el confín de este mundo, así fuera peinando
canas tirado holgazán en una hamaca del gran chaco. No, que
tonteria. Sabes que soy autosuficiente o al menos así lo
intento, que me las valgo por sí sólo aunque algunas
materias me cueste asimilarlas (sigo planchando las camisas
al revés y la verdad, me queda bien la arruga bella; sigo
quemando las tortillas francesas pero no es porque me guste
achicharrarlas tras largo castigo batiendo huevos, no, es
que el chauvinismo del concepto me da una fuerza titánica
que no veas). Sabes que tengo el ego por las nubes, la
autoestima por montera, pelín narcisista que es uno, toma,
siempre también en busca de las gratificaciones de la vida,
que pueden ser banales a veces; que no todo va a ser ganar
dinero, money, flus, plata, que es el sentido único y
pragmático de tu vida, niña.
Tan banales a veces, repito, como lo es tomarse un té en
buena compañía y en velador romántico con agradables vistas,
que es aconsejable para bajar la tensión y subir el estado
de ánimo que a veces el trabajo abnegado y no siempre
gratificante te depara; disfrutar del amanecer viendo el mar
encrespado por la furia del dios Eolo o soltar la
imaginación, acaso una furtiva lágrima también, tras el
ocaso de una puesta de sol rojizo por poniente, igual. O ver
llover desde los luminosos ventanales del nuevo hogar,
rodeado de mar, espacio noble a mano y buena vecindad en la
escalera (que tú ni podrías imaginar); penetrar también en
el mercado central y patear la lonja de pescado viendo los
ojos de los besugos – no de los peces panza arriba, sino de
los humanos que desnudan a tu compañera que ciñe su cadera
con vaqueros apretados y sueter cuyo pecho ¡porque tiene y
por eso enseña, qué caramba! parece haber desenterrado el
hacha de guerra -, de los jureles, boquerones y atunes
frescos como el atontao que se llevó un capón por atreverse
a retar a la dama. Y por merluzo.
Pero nunca te olvidaré niña, por mucho que cierto día te
dijera (¿no lo sabías?) que empezaba a olvidarte, a dejar de
ver tu foto, a tener sueños plácidos y sin traiciones,
porque si perdonas has de ser perdonada, porque el dolor es
reparado con amor, pues en verdad los que de corazón se
quieren solo con el corazón se hablan. Porque en esta vida
el amor se injerta en cada amanecer, en cada puesta de sol,
en cada luna y en cada estrella. O nó.
¿Puede no llamarse amor a tu pareja si, tras de otra bronca
en el hogar, eres humillado al comprobar que tu mejor
vajilla, perfumes y muebles son rotos por un diablillo
colérico que solo dialoga con las manos, uñas inclusive,
forzando claro es a llamar a la policía y, tras de ésta,
salirte con la cabeza gacha llevando la maleta con cuatro
prendas, útiles de aseo y unos euros camino del hotel en
evitación de males mayores, y no cursar denuncia alguna?
¿Cabe decir o apostillar que no hay amor tras nuevos sucesos
de violencia física y verbal, y creyendo en su cese
definitivo, por creer demasiado en la humanidad, pasar seis
días voluntarios de fútil, delirante e inconsecuente cavilar
sobre todas las cosas de este perro mundo en el interior de
un pisorrio oscuro, malsano por fétido, húmedo y desangelado
cual escondrijo en El Sarchal, pongamos por caso?
Pasarán días con sus noches al calor de la mutua
incomprensión, de la inevitable estancia conyugal que se
mostraba ya quebrada como flecha en pétrea roca. Mas no
anida odio a tu pareja ¿para qué?, porque pudiera existir el
milagro de una luz, de una llama incombustible, la mejor y
más grande de las esperanzas: el amor de nuevo.
Lo que no puede ser no puede ser y ya está. Punto. Promesas
al viento. Y dos almas (y pico) separadas, una al menos
asolada de recuerdos. Que hay un vacío hiriente de amor por
el alejamiento físico, sí, pero también una esperanza tenúe
como la luz de un candil porque donde hubo fuego, brasas
humean.
Me siento feliz aquí, y aunque el amor pueda no decrecer, la
distancia le axfisia en silencio. Porque fuerte es como la
muerte el amor. Aunque también morir de amores se pudiera,
con embrujo o sin él.
* Dedicado a Nayat Mohamed, por abrirme la puerta de su
corazón primero, por ofrecerme su amistad verdadera después,
que mantengo, y por darme sabio consejo para luchar por lo
que yo más quería, que tanto apoyo podría haber jugado en su
contra pero no. Por todo ello y porque, según ella, los
amigos estamos para entendernos…Mil gracias querida amiga.
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