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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 21 DE SEPTIEMBRE DE 2011

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

“Mantenello y no enmendallo” Dignidad versus Prudencia


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Es evitable o resulta inevitable que en el transcurso de una rueda de prensa a los políticos se les “caliente la boca” y despotriquen? Es evitable y aunque existen las libertades de opinión y de expresión los límites los marca el Código Penal por una parte y cierta astuta prudencia por otra. El problema comienza cuando se prescinde de un básico instinto de conservación y la prepotencia supera con mucho la inteligencia, de hecho cuando Juan Luis Aróstegui pontificó en una de sus convocatorias contra Francisco Sánchez Paris acusándole de corrupción sin más base que meras suposiciones maliciosas, rumorología de barra de bar, presunciones sin fundamento o simple sobredosis de vanitas-vanitatis para aparecer-comparecer como el “salvapatrias” o “el azote de los viles”, sencillamente se equivocó porque no supo calibrar la más que probable reacción del agraviado. Que ha sido la que ha sido, primero la conciliación donde queda el recurso de rectificar y pagar, la imprudencia de ratificarse en las acusaciones difamatorias y la consiguiente interposición de una querella criminal . Así se pasa de público acusador (que no de acusación pública que es el cometido de los representantes del Ministerio Fiscal) a querellado que es posición incómoda porque el artículo 206 del Código Penal aunque no contempla penas “graves” si puede conllevar una inhabilitación que supondría el fin de la etapa política del lider de la Coalición Caballas. Y todo por lengüetón y por no atarse los machos y fundamentar documentalmente la sarta de improperios con las que gusta de rociar de modo habitual a sus adversarios, elevando sus sospechas o aquello que “presume” como cierto a auténticos dogmas dignos de ser manifestados con mucho bombo y más platillo. Y servidora, que procede de la zona más alevosa y donde más apasionan las correndijas a los Juzgados que es la Costa del Sol, ha presenciado auténticos escarnios expositivos y ha sido testigo de las mayores abominaciones dialécticas. Pero con pruebas plenas y cumplidas capaces de enervar siete millones de veces cualquier atisbo de presunción de inocencia, cuando se acusa, se acusa, empapelando el lugar de malintencionados dossiers y de un material probatorio de “aquí no te menees”. Nada de mera “actividad indiciaria” tipo “se dice, se cuenta se rumorea” sino que el que está dispuesto a joder al contrario tiene la cautela de coger los indicios, agarrar la realidad, hacer malabarismos con ambos y de un indicio plenamente contrastado con la realidad sale una prueba monda y lironda, más bonita que un San Luis y de una abrumadora consistencia. Porque para darle a la “sin hueso” no hay que ser temerario, en lo más mínimo, porque la temeridad siempre tiene un alto coste económico en multas e indemnizaciones, lo que hay que ser es precavido y amigo de los “amarres” legales además de tener una gran capacidad para manejar y controlar esa “exceptio veritatis” la excepción de la verdad que es arma de fatal contundencia en las acusaciones por calumnia.

Mi opinión sobre este patinazo es la de que, por tradición secular, en esta ciudad se han entrecruzado insultos, difamaciones de mayor o menor calado, injurias y maliciosidades sin demasiada acritud. Y que el agraviado de alguna manera se conformaba y lo dejaba pasar en plan “a ver si se olvida” y no por economía procesal, es decir, por ganas de no darle trabajo a los Tribunales, sino por la ardua tarea que conlleva el sacar para adelante una imputación, conseguir que se incoen unas Diligencias Previas y pasar meses o incluso años enzarzados en litigios que es una actividad agotadora. Y de este talante ceutí que no tiene especial querencia por las escaleras de los Juzgados ni por perder las mañanas entre declaraciones y trámites, se han aprovechado personajes a quienes el insulto les ha venido saliendo gratis y que, confundían la falta de respuesta legal con cobardía o directamente con miedo por parte de su víctima. Lógico que la laguna de “acción-falta de reacción” hace que el vilipendiador se vaya creciendo y echándole huevos en la creencia de que el contrario los tiene planchados como una tortillita francesa y que no se va a meter en “follones” sino que se la va a tragar doblada. Mucho envalentonamiento por una parte y mucho apoquinamiento por la contraria. Hasta que “le toca la vez” a alguno que ni se arruga ni se desinfla, ni se acojona ni se acogota porque los hay con temple y con esa “moral del lacedemonio, nacido para el combate” (la referencia aparece en Derecho Romano I) le echa testiculina al invento, se sube por las paredes, hace un recule como los toros antes de la embestida y se lanza con la leche de un mihura, encantado de haberse conocido y ávido por pelearse porque le gusta un pleito más que a un tonto una volaera.

El mayor riesgo del fanfarrón y del bocazas es topar con un follonero de tronío para quien la injuria, la calumnia y la difamación hacen el efecto de agitar un capote rojo ante un morlaco, ahí la embestida está garantizada y ya no sirve tirar el capote, soltar la espada, meterse en cada ingle una banderilla y salir echando leches para el burladero. Ahí hay que estar y dar la cara con bravura, mantenella y no enmendalla, o por el contrario tirar de instinto de conservación en plan “donde dije digo digo Diego”, Aróstegui parece haber apostado por emprender una discreta retirada muy poco convincente ya que ratificó hace unos meses sus frases acusatorias y en este momento procesal el desdecirse no resulta nada creíble, de hecho, ni creíble ni increíble, lo dicho grabado está y lo único que puede alegar es que “fue engañado” por sus informadores, a lo que se puede responder que “antes de largar hay que documentar” y que si se lía a cacarear el primer chisme que pilla sin la cautela anticipativa de confirmar su verosimilitud es un imprudente y esa imprudencia es punible. Y no cabe alegar “error” porque se trataría de un error vencible si se toma uno el trabajo de investigar por aquí, escarbar por allá, recabar testimonios, hacer fotocopias hasta dejar la fotocopiadora más quemada que el cenicero de un bingo y argumentar sólidamente todas y cada una de las fulminaciones que se van a soltar por el pico (para pico el de Joselito “el ruiseñor de las cumbres” ídolo en los oscuros años 50 de la era anterior). Resbalón, patinazo, cortocircuito, metedura abismal de pie, pantorrilla y pata, apañillo final de recular y tratar de enmendar y mal, malísimo arreglo sobre todo cuando se tiene a un jurista de colmillo afilado y con más espolones que un parque temático del mundo gallináceo como es el sibilino Carlos García-Selva. Pero unas veces se gana y otras se pierde y ahora a Juan Luis Aróstegui le ha tocado perder y seguramente acabará en un banquillo lo que supondrá una dura lección para sus ínfulas y una impagable ocasión de crecimiento espiritual.
 

Sofía, la niña ceutí-apátrida


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Existen hechos, como los que voy a exponerles, que tan solo parecen tener cabida en las crónicas de sucesos de los telediarios porque pertenecen a una especie de categoría intermedia entre lo increíble y lo inadmisible y no obstante son ciertos. En este caso las víctimas, una niña de diecinueve meses y su padres, han optado por acudir a pedir amparo al Presidente de la Ciudad, Juan Vivas, antes que pasearse por los platós para despertar morbo y simpatía y de esta manera lograr que alguien solucione su lacerante problema. Un problema que viene a ser un caso idóneo para una Oficina del Defensor del Pueblo, si lo hubiera en Ceuta, que no lo hay o alternativamente un tema de Juzgado de Guardia. Porque ¿A alguien le puede caber en la cabeza que exista una niña de diecinueve meses, hija de padres de países miembros de la Unión Europea que se encuentre absolutamente indocumentada desde el mismo día de su nacimiento? Y este es el caso de la pequeña Sofía Tommasi Pelmus, hija de padre italiano residente en Ceuta y de madre rumana igualmente residente en esta ciudad, la familia con su consiguiente empadronamiento y libro de familia español. ¿La nacionalidad de la párvula Sofía? Italiana como su padre, aunque el Consulado de Italia en Madrid tenga el pasaporte de la pequeña durmiendo “el sueño de los justos” tras haber recibido toda la documentación, partida de nacimiento de Ceuta, libro de familia, empadronamiento, documentos de los padres, a través del cónsul Cerdeira quien siempre ha prestado su apoyo a la familia, pero cuyo Consulado de Italia en esta ciudad no puede emitir pasaportes, porque esa atribución es del de Madrid y allí ni lo hacen ni tan siquiera responden a las quejas de sus nacionales. Ineficaces, incompetentes y con las maneras de personajes de una película de Alberto Sordi, puro esperpento italiano.

¿El resultado de estar indocumentado? Pues que la niña no puede viajar con sus padres ni ir a visitar a sus abuelos a Italia ni a Rumanía porque legalmente “no tiene nacionalidad” ni documento alguno que acredite de donde procede. Al ser hija de italiano y de rumana en nuestra policía no pueden otorgarle un pasaporte español ya que se le niega el derecho a la nacionalidad española y los italianos, pese a los denodados esfuerzos de Clemente Cerdeira, tampoco la documentan, así que la niña ceutí Sofía es una niña apátrida e indocumentada pero con el plus de que tampoco le han facilitado en Comisaría el patético documento con del titular en el que se reconoce a su usuario el estatuto de apátrida que es el más trágico que puede ostentar un ser humano. Lo cierto es que la familia compuesta por Giovanni Tommasi y Sylvia Pelmus viven desde hace años en esta ciudad y tienen una empresa textil con una nave en el Tarajal, están afiliados a la Seguridad Social y poseen sus respectivos NIES. Sofía Tommasi tiene menos papeles que una liebre y “no existe” como ciudadana de ningún país de la Unión Europea. De nada han valido gestiones, llamadas, avisos ni reclamaciones ante el caótico Consulado de Italia en Madrid que es una auténtica grillera (opino de lo que conozco porque he estado esperando pacientemente mi turno en su peculiar “sala de espera” y al ser la Embajada de Italia un maravilloso palacio y el Consulado estar ubicado en un elegante pabellón anexo, la sala de espera del público está al aire libre,para que quienes vayan a realizar alguna gestión estén fresquitos, concretamente el público espera en el parking del pabellón y eso no lo he visto yo ni en el más cutre de los consulados españoles en el extranjero donde, si les falta espacio o no hay instalaciones, cuando menos te ofrecen cortésmente una silla). Con los italianos no se puede contar, a menos que se intervenga directamente a nivel del Embajador para que se le caiga la cara de vergüenza y que lo haga una alta autoridad española como defensora de los derechos de Sofía. Lógico por lo tanto que sus padres, ceutíes de adopción, acudan directamente al Gobierno de la Ciudad para que sea el Presidente quien intervenga e interceda para dilucidar este contencioso que es algo parecido a una broma de mal gusto en la UE del siglo XXI. Y esta historia demuestra que “en todas partes cuecen habas” y en Italia hornean pizzas y abandonan a sus ciudadanos por quienes parecen no sentir ni el mínimo respeto. Y encima siendo uno de los Estados que ha firmado la primorosa carta de los Derechos del Niño. Por lo menos en España con nuestros millones de pobres y de parados, se hace lo que buenamente se puede por proteger a la infancia, es decir que hemos firmado los Derechos del Niño y tratamos de respetarlos, pese a que en nuestra comisaría ceutí no quieran concederle a Sofía ni el carnet de apátrida para que pueda montarse en un avión, pero se hace lo que se puede y si los padres acuden a pedir amparo a Juan Vivas es porque están convencidos de que se va hacer, no lo que se pueda, sino lo que haya que hacer.
 

 
OPINIÓN / SERPIENTE DE OTOÑO

Ceuta otoñea


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Otoño... la más romántica de las estaciones, el tiempo que asociamos de manera casi automática a paseos alfombrados por hojas de tonalidades doradas. ¡Que hermosura! Siempre que, por supuesto, exista la previsión de los jardineros-paisajistas de los buenos Ayuntamientos o de las buenas Ciudades Autónomas, de pergueñar alamedas machadianas para que, en un determinado momento del año, se decoren con espléndidos tapices de hojarasca que suene al andar “chof,chof”. Por cierto ¿Existe en Ceuta algún paseo elegantemente ornamentado por álamos o por cualquier otra especie arbórea de hoja caduca? Seguramente porque en esta ciudad atlante conviven y compiten multitud de especies a modo de minipulmones verdes, bucólicos y pastoriles como la poesía del gran Garcilaso. Y hablo de él que no de Quevedo por lo que no se admiten a estas alturas ni alusiones ni rimas susceptibles de motivar una carcajadota grosera con “otoño” “madroño” y demás términos que acaben en “oño”. Y a quien le pique ajos come, aunque en este periodo, al igual que en la primavera, proliferan las alergias estacionales en este caso por la humedad del ambiente que provoca moqueos, rinitis, síntomas de resfriados, pero no picores. Con excepción de a las personas especialmente sensibles como es el caso del concejal de Caballas Mohamed Alí que en el Pleno de hace un par de fechas se mostraba especialmente “picajoso” cada vez que le tumbaban a fuerza de manos alzadas, alguna de sus propuestas. Y se quejaba con toda la razón del mundo y con toda la amargura del Universo sobre la evidencia de que basta que los de su Coalición digan “blanco” para que el resto apueste por el verde esmeralda y si se va al verde los otros optan por un elegante color camel, porque se recoge lo que se siembra y quien siembra vientos recoge tempestades. Y también quien tiene la elegancia de plantar álamos conforma alamedas enmoquetadas por las hojas otoñales. Otoño-madroño y stop. Pero ignoro la causa de las lamentaciones de Caballas porque han sido ellos quienes comenzaron a “picar” y a hacer emblemático galardón del enfrentamiento por el enfrentamiento y ahora “se pican” porque se sienten hostigados. ¿Y que pueden hacer para que alguna de sus onegetistas propuestas salgan adelante? A ver, por mi talante solidario puedo tratar de realizar un acto tan extraordinario e inusual en mí como es el maquinar y no hay que tener la astucia ni la sabiduría del admirado y aclamado toro Ratón para aconsejar que si los de Caballas quieren algo no tienen más que pedir justo lo contrario, porque resultan tan ominosos y antipáticos que por tal de contrariarles, cachondearse de ellos, conseguir que les de un soponcio, disfrutar del simpático show del enervamiento de Aróstegui y causarles disgusto, el resto de la Asamblea no dudará en proclamar un rotundo “no” con el estilo que encanta a los millones de encantadores votantes del reputado y simpar “rodillo peperillo”. Aun cuando se tratara de que, acodados en la barra de un bar Mohamed Alí apareciera invitando rumbosamente “¡Tómense algo porque no dejo que me inviten, hoy pago yo, ele!” Respuesta de la muchedumbre “¡No nos tomamos nada porque no no sale de los cojones y encima hoy invitamos nosotros y si usted no acepta nuestra invitación es que es un racista y un espeluznante y olé!”. Así que nueva estación-nueva estrategia y para enjaretarla no he tenido que pasear por una alameda inspirándome con los matices del otoño.
 

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