OPINIÓN - LUNES, 19 DE SEPTIEMBRE DE 2011

La absoluta urgencia de la reforma del Código Penal

Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com
 

Cuando en una ciudad, en este caso en Ceuta, resultan dañados en una madrugada treinta y cinco vehículos es que algo falla estrepitosamente en el Sistema, porque no se trata de “sacar a más policías a las calles” ni de saturar toda Ceuta de cámaras de seguridad que si bien es cierto que sirven para identificar a los delincuentes e incluso para intimidarles al desaparecer la sensación de impunidad con la que actúan, siempre pueden ser neutralizadas cuando los malhechores van encapuchados o extreman precauciones para que no les reconozcan. Con respecto a incrementar la presencia policial es la aspiración común de todos los españoles que seguimos la teoría de que se convocan escasas oposiciones para el Cuerpo y que los sueldos son una mierda, vista la tesitura deseamos que doblen el número de agentes y que les doblen el sueldo para que se encuentren contentos, motivados y con la seguridad de que su trabajo es valorado y reconocido desde un punto de vista económico. Pero de nada sirve colocar a un guardia en cada esquina si luego los fiscales y los jueces tienen que moverse con un Código Potagero que no se adecua a la realidad social en la que vivimos y que padecemos.

Así, los delincuentes del domingo se pueden dividir en dos grupúsculos por una parte quienes atacaron cuatro vehículos y robaron a quienes se aplicaría un delito continuado de robo del artículo 237 que comporta unos buenos añitos a la sombra más un delito continuado de daños del artículo 263 que comporta tan solo una multa. Para los vándalos que arrancaron los espejos retrovisores de treinta vehículos unos daños continuados. Escasa relevancia penal y tímida respuesta ante el vandalismo que habrá de recogerse y castigarse en las futuras Leyes Penales como respuesta social de la máxima contundencia hacia los cafres que dañan y destrozan propiedades ajenas, manteniendo en el tiempo unas conductas que no son incívicas sino propias de sociópatas y que , ante la falta de un castigo adecuado al daño económico y a la sensación subjetiva de inseguridad que estos hechos provocan, desembocan en conductas que suelen “ir a más”. Del coche destrozado al cajero incendiado, del escaparate roto al contenedor en llamas, el vándalo tan solo tiene como límite su seguridad personal y la creencia de que “lo que hace” tendrá escasas repercusiones porque las leyes no lo castigan con la suficiente contundencia. Si le imponen una multa resulta que es insolvente y no la paga y las víctimas raramente son resarcidas. Y esto es un fallo por parte de un Sistema que no ha sabido legislar de manera que la cuantía de las penas que pudieren corresponder a los actos ilícitos, constituyera un elemento claramente disuasorio, más incluso que un buen sistema de cámaras de vigilancia. ¿Y como se tratará en la reforma del Código Penal-Potagero la figura de los actos vandálicos o vandalismo urbano? ¿Será con el suficiente rigor como para prevenir futuras manifestaciones de los antisistema, antiglobalización y anti pollas a las que acuden los individuos con el pasamontañas ya preparado, el cocktel molotov , actuando con tácticas de guerrilla urbana y dispuestos a causar serios destrozos y a atacar a la Policía? Y les planteo una cuestión comparativa: Díganme que opinan que perjudica más a la sociedad en general y a ustedes en particular, pongamos el ejemplo de un tipo al que detienen en la frontera con tres kilos de hachís y al que condenan a tres años de cárcel sin que pueda alegarse el estado de necesidad si se trata de un parado-desesperado, ni circunstancia modificativa alguna :va a prisión. Pero el traficante no constituye un factor de riesgo para ustedes, no les va a quemar sus coches, ni va a incendiar contenedores, ni atacará los escaparates de sus tiendas para de paso robar con violencia todo lo que pille, no lanzará bolas de acero ni cocktels molotov contra la Policía, ni apedreará a los agentes, ni convertirá las calles en un escenario de guerra, los traficantes “no hacen esas cosas”. Pero se les detiene. Mientras que la Policía en una manifestación violenta de auténticas fieras, de un centenar de auténticas fieras parece incapaz de detener a más de tres o cuatro delincuentes y encima el juececillo de turno les pondrá de inmediato en libertad cuando, si el mero vandalismo, llevara aparejadas penas de cinco años de prisión y conllevara la prisión preventiva de manera automática por el riesgo de reiteración delictiva, los de las piedras y los incendios se lo pensarían tres veces antes de salir con los pasamontañas. Pura necesidad de coordinación: la policía deteniendo a todos-el fiscal acusando y el juez dictando autos de prisión para sacar de la circulación a los violentos utilizando de forma recta y lógica el concepto de “alarma social”. ¿Y que les “alarma más socialmente”? ¿El desgraciado del hachís en la frontera o las bandas de guerrilleros urbanos robando, destruyendo, incendiando y atacando a los agentes? ¿Que quieren un buen ejemplo a nivel Europa? ¡Echen mano de las Leyes Penales francesas, van a alucinar! ¿Que cual es el delito más duramente penado en Francia? El atentado contra agentes de la autoridad, casi tanto como el homicidio y para considerarse atentado les garantizo que hace falta mucho menos que apedrear a los policías. De hecho, podríamos optar por traducir el Código penal francés y aplicarlo, así nos ahorraríamos trabajo para los legisladores, disgustos para los victimizados policías y actos delictivos. Estas leyes ya no sirven. Eso sí, en los últimos años la nebulosa figura del “blanqueo” ha sido objeto de todo tipo de atenciones, toneladas de arbitrariedades, quintales de mala utilización y caprichos interpretativos según le saliera de los huevos al que se pone siempre al otro lado del hilo telefónico. Blanqueo por aquí, blanqueo por allá, frivolización del término, uso desaforado e indebido de la figura jurídica, batiburrillo con vulgares delitos fiscales (si acaso) y destrozo de todas las garantías del Sistema. Mientras tanto bandas de extranjeros con cien antecedentes han hecho de Cataluña el paraíso de los ladrones, toneladas de mercancías robadas salen por las fronteras, menos el cobre que se lo llevan en cargueros a China, las bandas del Este tienen de rodillas a todas las urbanizaciones de España y los cientos de miembros de las temibles maras sudamericanas se postulan como tales y salen presumiendo en televisión cuando en los Estados Unidos ya no caben en las cárceles porque están todos. De paso los antisistema, los okupas y la calaña borroka siembra el caos cuando les apetece. ¿Comprenden la exigencia del electorado para que el Partido Popular nos garantice una regeneración radical de esta podrida realidad? ¿Y cuando vamos a empezar a hablar de reformas legislativas que nos garanticen que los elementos que han destrozado en una noche treinta y cinco vehículos en Ceuta no tienen más panorama que su ingreso automático en prisión por actos vandálicos que no por daños ni robo?. La regeneración es saneamiento y el saneamiento limpieza de las calles de delincuencia con una política de tolerancia 0. Porque no solo de “soluciones al paro y a la crisis” se alimenta ideológica y doctrinalmente una formación política, porque hay muchos más problemas que exigen soluciones. Y problemas graves ante los que los españoles pedimos respuestas.