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OPINIÓN - DOMINGO, 18 DE SEPTIEMBRE DE 2011

 
OPINIÓN / COLABORACION

Un corte de mangas al verano

Por Manuel Corral


No me pregunten por qué deseo que este verano se marchite ya ¿o nos tocará padecer todavía el veranillo de San Miguel, conocido también por “el del membrillo”?. Este verano que es latazo ya, por largo, tedioso y canicular y que además ha venido con la zozobra de sufrir enésimos y prolongados cortes de suministro de luz y agua, tan necesarios para la cotidianeidad de la vida ceutí, que nada bueno dice de quienes tienen la potestad de que ello no suceda en la era moderna en que vivimos. Chapuzas.

Que joden los continuos cortes de suministro de agua en la mañana porque sí, sin venir a cuento, sin anunciar, que te dejan pasmado amén de ridículo en pelota viva cubierta tu piel de gel en la ducha, que nada mas se ven tus ojos de ira entre la espuma, huidiza la única gota de agua que se escurre por la alcachofa, plim, y dejas de cantar jotas y rumbas; solo maldices en altavoz en recio castellano, arameo, dariya, caló.. Que va a ser cosa de cambiar los hábitos de aseo, mira a la vez me ahorro unos eurillos, caminando con dirección a los baños árabes del Paseo de la Marina Española y, para no desentonar - en vez de calzarte con chanclas y vestir con el albornoz blanco que burlaste del hotel aquél ruinoso del galleguiño feo, patizambo, nariz de sapo, ancho de hombros estrecho de culo ¿sigo?, que no te ponía ni papel del WC, a lo mejor trataba de limpiarte él, menos siquiera te dejaba la pastillita de jabón “La Toja”, que le dén.. (¿Como propina, como castigo?) -, vas embutido altanero con el yabador y las babuchas tangerinas que tantos recuerdos te traen moro, a mucha honra, y alehop, a eliminar bacterias, grasa y mosqueos que poca salud te dan.

Mas no son los únicos cortes, que ahora vienen de luz en la tarde-noche porque también -que habrá que echarse unos velones de esos que portan los monumentos en los pasos de la semana santa ceutí, de gran arraigo aquí, chapeau, y más céntimos de eurillo pa la buchaca-, porque tienen empatía con los “aguadores” al igual que tienen las granadas de mano fallas que los sargentos de infantería y un cabucho colorao orgulloso de reenganche y repetidor estulto de las normas de seguridad, véte al peo hijo…., nos enseñaban a estrellar entre las rocas calcáreas del campo de tiro de Fòncalent, en Rabasa, Alicante, cuando uno no tenía mas que pajaritos en la chola. Decía, que estas bombitas cual piña piñonera detonaban a la par por simpatía, no sé si científica o ilusoria, con lo que la buena, tras corto y arqueado vuelo desde la trinchera terrosa, actuaba de guía o líder para la torpe o traidora que, ahora sí, explosionaba con un estallido tal que a uno por muy recluta gastador que fuera se le hacía extasiador…¡boum, booouumm!

Nuevos cortes. De liquidez monetaria en plena noche esta vez porque igualmente erraste al envidarle al azar -que mira que te lo avise, cenizo, capullo, que a ti por no tocarte no te toca ni la lotera y eso que está de chupa pan y moja, para comérsela vamos..-, encima hombre vaya que si me descuido, lo que faltaba…¡Saca las posaderas del mercedes antes de que empiece a correr el taximetro, que aún la lías!, que todavía no tas enterao que las del bingo, sí, esas que tanto te sonreían y guiñaban el ojo izquierdo para embaucarte a soltar la pela, no te han dejao “flus” ni para viajar siquiera en el manillar del carrito ese con ruedas que arrastra el barrendero, encima. Y por lo que se aprecia, mucho mejor que el destino que arrastras tú. Majadero.

Cortes de sueño después, porque a ver quien es el guapo que sucumbe a morfeo en el lecho, teniendo al dios baco ahogándote la traquea, hip hip, por un lado, y a la diosa fortuna haciéndote un corte de mangas, por el otro, aupada para más coña marinera, en el carajo del carrusel de las risas. Y tú que no estás para troncharte precisamente.

Como tampoco se retuercen de risa las autoridades que se ven desbordadas, aunque lo nieguen, casi como la ciudadanía ejemplar que apechuga sin levantarse en jarras, igualmente sin cachiporras en mano, atemperando tantísima presión de culturas extrañas, de fuera y de dentro, conste. Ciudadanos sensibilizados con la diáspora de los tiempos, también apenados ante la entrada masiva de subsaharianos alentada por organizaciones mafiosas, lucrativas, que traen lo peor para la humanidad: la desesperanza.
 

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