He dado una vuelta por el viejo
Casinet con ánimo de interesarme por los viejos contertulios
de antaño.
Algunos no están, no porque no quieran acudir, sino porque
acudieron a su última cita y algunos están esparcidos por el
espacio acuoso-etéreo-terrestre y otros descansan en nichos
acorde con su antigua posición social.
Los que ahora están no son los que estaban, y los que
estaban no están hoy. Caras nuevas pero no desconocidas.
Unos están enfrascados en las noticias políticas de última
hora; otros comentan las incidencias de los partidos de
fútbol europeos en los que participan equipos españoles con
desigual suerte; y los menos están leyendo la prensa
mientras un cortado se enfría o un café con hielo se
calienta.
Unos pocos están en un estado mental que los definen como
esos españoles que han comido el pan que les venden los
panaderos de la peor derecha que existe en el mundo y se
sienten contentos ante las perspectivas porque sus vísceras
están satisfechas.
Allá ellos.
La política, la de siempre, de la derecha española puede
resumirse en esto: construir una casa cuesta un año,
derruirla un día. El líder pepero, Mariano Rajoy, se ha
apuntado a esto. Para Rajoy todo lo hecho por el Gobierno
socialista está mal, muy mal. Él cree hacerlo mejor, mucho
mejor… para los suyos y al pueblo… que le den bananas.
Algunos se han preguntado cuánto dinero han perdido por no
gobernar el PP, una derecha que hoy en día no se lleva en
ninguna parte del mundo verdaderamente democrático.
El pueblo va a tener lo que se merece: una derecha que
saqueará la Hacienda Pública en beneficio de los ‘suyos’,
amigos, empresarios y gente de vivir diferente. Al tiempo.
Un dinero que serviría para paliar las necesidades de los
ciudadanos españoles pasará a manos de los creadores de
puestos de trabajo en China, de los que han cerrado fábricas
en el país, de los ‘patriotas’ a los que tanto defienden en
el PP.
La manipulación de los medios informativos afines a esa
derecha son obra de maníacos de la ultraderecha. Lo digo por
la manipulación gráfica de “El Mundo” en su edición del
pasado 27 de agosto.
El responsable de todo ello es el director y ¿propietario?
del periódico por permitir publicar un incentivo al odio y a
la polémica como es recortar gráficamente una pancarta que
en vascuence decía “No a las imposiciones. Somos una nación”
haciendo juego con la palabra ‘INPOSAKETARIK’ reduciéndola a
‘ETA’. ¡Ya está bien Pedro JETA Ramírez!
Eso es apología al terrorismo.
Parece ser que al terror económico que genera el PP se le ha
unido la decisión judicial de incrementar la inseguridad con
la condena a Otegi, considerándolo como dirigente de ETA,
cuando toda la sociedad pensaba que se estaba cerrando el
ciclo del terrorismo y la violencia en este país.
Desde luego que no tenemos más remedio que respetar y acatar
esa sentencia, pero me parece un jarro de agua fría,
tremendamente fría, contra los vascos y que puede conducir a
desestabilizar el nuevo escenario político vasco donde han
apostado por la normalización política y la paz.
Entre líneas se nota que se trata de sacar réditos para la
próxima campaña electoral, por parte de la derecha, aunque
si fuera por elecciones a Euskadi, mal lo iban a pasar los
políticos del PP y del PSE, sobre todo por parte del PP que
insiste, demasiado empecinadamente, en recordarnos a cada
segundo la existencia de ETA y dudo que algún día olvidemos
que existió algo llamado así, como tratamos de olvidarnos de
aquellos tiempos de tinieblas anti-libertad.
En mi opinión, personal e intransferible, esta sentencia
supone un error, un paso atrás en el proceso imparable de la
paz en Euskadi y en la libertad de expresión y de opinión..
En fin. La vida sigue, yo también pero…
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