El próximo día 22 de septiembre se celebrará en Estrasburgo
una Cumbre de Alcaldes para dar una respuesta a la creciente
discriminación que se sigue produciendo contra los gitanos
en Europa, y a su marginación social y económica. La
Declaración de Estrasburgo sobre los Rroma, adoptada en la
Reunión de Alto Nivel del Consejo de Europa por los Estados
miembros el 20 de octubre de 2010, puso de relieve la
especial importancia de la acción local y regional para
mejorar la situación de los romaníes.
La Unión Romaní, consciente de la importancia de este
encuentro, difundió ampliamente la noticia de su celebración
tanto en sus medios propios como en los de comunicación
social públicos.
Pero hoy, cuando se ha hecho público el programa oficial,
plagado de personalidades y de permanentes figuras que
siempre han estado en el entorno de la investigación de la
causa gitana hemos de denunciar la falta de consideración
con que los organizadores de la Cumbre han tratado a nuestro
país.
España, y los gitanos españoles han mantenido con el
Consejo de Europa una relación antigua y hasta privilegiada.
Y nuestra organización ha aportado a la alta institución
europea algunos de sus activos más determinantes a la hora
de analizar y defender la causa gitana en nuestro
continente. Pero lo más grave es que a la hora de determinar
cual debería ser la representación española en dicha cumbre
no se haya contado con el Consejo Estatal del Pueblo Gitano
que es el máximo órgano de representación oficial de los
gitanos españoles ante los poderes públicos.
Prueba evidente de la falta de consideración hacia España
mostrada por los organizadores es que la interpretación de
la cumbre se hará en las siguientes lenguas: inglés,
francés, alemán, ruso e italiano. No han incluido el español
a pesar de que solo en España vivimos casi tantos gitanos
como la suma de los viven en el Reino Unido, Alemania,
Francia, Rusia e Italia.
La Unión Romani española agradece la celebración de esta
Cumbre y tendrá muy en cuenta sus conclusiones pero se
siente excluida de sus resultados a pesar de que entre la
lista de “invitados” aparezcan algunas figuras gitanas cuya
verdadera representatividad podría ser cuestionada. Al final
nos queda la sensación de que todo esto es un montaje de la
clase política europea, amparada, eso sí, por algunos
nombres de prestigio en el ámbito de la investigación, pero
donde los gitanos y las gitanas europeos no hemos logrado
otro status más que el de “invitados”.
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