Genéricamente, las disartrias son errores de la articulación
de las palabras, que no coinciden con las normas
socioculturales impuestas por el ambiente, que dificultan la
inteligibilidad del discurso y que se presentan a una edad
en que ya se debiera tener una articulación correcta.
Si la causa que produce dichos errores se encuentra a nivel
del SNC, se denominan “disartrias” en sentido estricto, y si
se encuentra a nivel periférico, se denominan “dislasias”.
Siendo esta la única diferencia entre las disartrias y las
dislasias, y puesto que sus características clínicas son las
mismas, las estudiaremos conjuntamente, centrándonos en las
de origen funcional, por ser las que entran dentro de los
Trastornos del Desarrollo Psicológico y, por tanto, de la
competencia específica del psiquiatra.
Consideraciones generales
El término disartria deriva del griego dys, que significa
defecto y arthron, articulación. Genéricamente se trata, por
tanto, de una alteración en la articulación o pronunciación
de los sonidos del idioma “por causas neurológicas”.
Por lo general, la disartria se manifiesta en la
conversación diaria por la dificultad para expresar ciertos
sonidos o palabras. Esta condición suele ser causada por el
exceso de medicamentos como los narcóticos, la fenitoína o
la carbamazepina, entre otros. La intoxicación con alcohol
también causa disartria.
Los trastornos neurológicos degenerativos que afectan el
cerebelo o el tallo cerebral, también pueden causar
disartria, al igual que el accidente cerebrovascular que
afecta el tallo cerebral o las regiones cerebelares.
Asimismo, cualquier debilidad facial, como la parálisis de
Bell o la debilidad de la lengua, pueden causar disartria.
La anartria es el caso más extremo y más severo la
disartria. Las personas anártricas presentan una
imposibilidad para articular correctamente los fonemas.
Etiología
Aunque se enumeran muchas de las causas que provocan la
disartria, en la mayoría de los casos no actúa una sola,
sino que son combinaciones de varias de ellas las que actúan
sobre el niño.
Baja habilidad psicomotora. Entre lenguaje y psicomotricidad,
sobre todo a nivel del desarrollo de la psicomotriz fina,
hay una estrechísima relación. La mayoría de los niños
disártricos son torpes respecto a la coordinación
psicomotora general y, en particular, con respecto a la
motilidad de los órganos fonatorios. Esto es tan importante
que su reeducación deberá pasar por una reorganización de su
esquema corporal y una armonización de todos sus movimientos
(aunque no influyan en la articulación de las palabras),
junto con la enseñanza más específica de los movimientos
articulares fonatorios.
Desorientación temporo-espacial. El lenguaje se aprende por
imitación de gestos, movimientos y sonidos, y se va
afectando si el niño no es capaz de percibirlos y
organizarlos desde su integración en el espacio y en el
tiempo. Así, el niño disártrico vería un movimiento pero no
lo percibiría tal y como es y no lo diferenciaría de otro al
no lograr captar matices de situación y ritmo.
Dificultad de comprensión o discriminación auditiva. El niño
tendrá dificultad de repetir fonemas diferentes porque no
los distingue como tales. Oye bien, pero analiza mal los
fonemas que oye y al no distinguir intensidades y/o
duraciones y/o ritmos y/o intervalos, confunde algunos
fonemas. “La condición de una pronunciación correcta es la
elaboración de una buena audición fonemática. Así en la
corrección de la disartria es preciso, ante todo, ejercer
una percepción auditiva correcta, por una educación
sistemática del oído”.
Factores psicológicos. “El lenguaje es una capacidad
compleja en la que intervienen múltiples factores, entre los
cuales lo de origen psicológico influyen en su desarrollo y
ulterior desenvolvimiento” (12). Un niño muy egocéntrico
puede persistir en sus fallos de articulación como cuando
era pequeño, para lograr que se le mime y proteja. Múltiples
causas afectivas como, separaciones, inadaptaciones
familiares, rivalidades, celos, fallecimientos, rechazos,
sobreprotección, etc., pueden ocasionar trastornos que se
reflejan en la expresión del lenguaje que se podrá ver
retrasado y/o perturbado. “Responden también a un mecanismo
psicógeno y a motivaciones ambientales, aquellos casos en
que, luego de haberse alcanzado un nivel lingüístico acorde
con la edad, reaparecen en el lenguaje formas y modalidades
expresivas propias de edades anteriores. El niño de 5 y 6
años vuelve a hablar como lo hacia a los tres o como lo hace
el hermanito menor, por quien se siente desplazado en el
cariño y la atención se sus padres. Con la vuelta a un
lenguaje más infantil, pretende fortalecer sus vínculos
afectivos y recuperar su supremacía en el grupo familiar”.
Factores ambientales. Carencias familiares, trato en
determinadas instituciones, niveles socioeconómicos muy
deteriorados, etc., influyen muy negativamente en el nivel
de desarrollo y, en muchos casos, en la expresión del
lenguaje. Una situación especial es el bilingüismo que, en
algunos casos, puede crear dificultades en la etapa de
fijación del lenguaje.
Factores hereditarios: dada la evidencia de casos en una
misma familia, en muchas ocasiones es prudente considerar la
existencia de factores hereditarios, fundamentalmente de
tipo predisponente.
Sintomatología
Los síntomas específicos son la sustitución, omisión,
inserción y distorsión de los fonemas.
Además, suelen ser niños de aspecto distraído,
desinteresados, tímidos, agresivos y con escaso rendimiento
escolar que, en muchas ocasiones, creen hablar bien, sin
darse cuenta de sus errores, y en otras, aunque sean
conscientes de ellos, son incapaces por sí solos de
superarlos.
a)Sustitución: es el error de articulación por el cual un
sonido es reemplazado por otro. El niño no puede realizar
una articulación y la suple por otra más fácil o, de
entrada, percibe mal el sonido y lo reproduce tal como el lo
discrimina (como lo emite). Es el error más frecuente dentro
de las disartrias funcionales y el que presenta más
dificultades para su corrección. Las formas más frecuentes
son la sustitución de r por d o por g, de s por z y del
sonido K por t.
b)Omisión: se omite el fonema (p. ej. “iño” por niño) o toda
la sílaba en que se encuentra dicho fonema (p. ej. “loj” por
reloj).
c)Inserción: se intercala un sonido que no corresponde a esa
palabra para apoyar y resolver la articulación del
dificultoso (por ej. “Enerique” por Enrique).
d)Distorsión: Se articula el sonido de forma incorrecta pero
aproximada a la adecuada y sin llegar a ser una sustitución.
Formas y variedades
-Rotacismo, disartria del fonema r (vibrante múltiple).
-Lambdacismo, disartria del fonema l.
Gammacismo, disartria del los fonemas guturales g, x y k.
-Deltacismo, disartria de los fonemas t y d.
-Rinoartria, disartria de los fonemas nasales m, n y ñ.
-Pararrotacismo, sustitución del fonema r por otro como g,
t, d, l, etc.
-Paralambdacismo, sustitución del fonema l por otro.
-Paragammacismo, sustitución de los fonemas guturales por
otros.
-Paradeltacismo, sustitución de los fonemas dentales por
otros.
Diagnóstico
Debe considerarse ante una alteración del habla, con una
toma articulatoria de carácter permanente, antecedentes de
afección neurológica, toma de los movimientos biológicos y
órganos del aparato articulatorio (labios, lengua y velo del
paladar), que pueden ser de mayor o menor cuantía, lo que
dificulta la masticación y la deglución e incoordina la
movilidad velar y provoca un aumento de la resonancia nasal
nasalismo abierto.
Una disartria se inscribe con mayor o menor exuberancia, de
síntomas y signos en un síndrome neurológico determinado, lo
que constituye un capítulo separado de los trastornos del
lenguaje, ya que es una entidad semiológica bien determinada
y es susceptible de una terapéutica específica.
Según los criterios del profesor Cabañas, (expuestos en el
Trabajo de Terminación de la Residencia de la Dra. Regal),
la disartria, desde el punto de vista cuantitativo de la
toma articulatoria, se clasifican en simple, múltiple y
generalizada; así como desde el aspecto cualitativo, la
alteración de los fonemas pueden ser por distorsión,
sustitución u omisión de éstos.
Desarrollo Somático Psíquico
En el cuadro sintomático de la disartria se pueden
diferenciar los trastornos primarios que caracterizan la
patología y un grupo de trastornos secundarios que surgen a
consecuencia de los primeros.
Como trastornos primarios se detectan los trastornos de la
motricidad articulatoria, pronunciación, respiración, de la
voz, entonación y motricidad general. Secundariamente
aparecen los trastornos de lectura y escritura, alteraciones
de desarrollo psíquico, limitaciones del desarrollo de
vocabulario y en el uso y comprensión de las estructuras
gramaticales.
A continuación definiremos cada uno de estos trastornos:
-Trastornos de la motricidad articulatoria: En relación a
los trastornos de la motricidad articulatoria podemos decir
que los movimientos articulatorios en los niños disártricos
son superficiales, poco fluidos, en algunos casos se inician
y no llegan a realizarse totalmente, son insuficientes,
débiles. El cambio de un movimiento a otro puede ser
deficiente, demorado.
El niño muchas veces busca la articulación correcta, prueba
una y otra vez, pero no lo consigue. La lengua se desvía
hacia la derecha o hacia la izquierda.
-Trastornos de la pronunciación: Producto de las paresias y
parálisis presentes en los niños disártricos, la
pronunciación se caracteriza por la ausencia de muchos
sonidos, sustituciones, distorsiones. En ocasiones la
búsqueda infructuosa de la posición articulatoria correcta
provoca la inconstancia en la pronunciación de los sonidos.
-Trastornos de la respiración: La respiración es
superficial, frecuentemente clavicular, la inspiración es
breve. En algunos casos se observa que el niño tiende a
hablar durante la inspiración, lo que provoca una sensación
de ahogo.
-Trastornos de la voz: Las alteraciones de la voz se deben a
la parálisis y paresias de las cuerdas vocales y del velo y
a los trastornos de la respiración. La voz involuntaria
durante el grito o el llanto no presenta grandes
desviaciones. La voz voluntaria es ronca, nasal, poco
modulada. Se evidencian trastornos del tono, la intensidad y
el timbre.
-Trastornos de la entonación: El lenguaje oral de los
disártricos es poco expresivo, monótono, poco modulado. A
veces acelerado, otras retardado. Se observan pausas
desiguales e irracionales. Algunos autores señalan que los
disártricos hablan como si tuvieran la boca llena.
-Trastornos de la motricidad general: Se manifiestan
fundamentalmente en la torpeza, inexactitud, e imprecisión
de los movimientos, en el aumento o disminución del tono.
Frecuentemente se afecta la coordinación motriz
fundamentalmente de los dedos. Estos pacientes presentan
dificultades para escribir, pintar, armar pirámides,
desatarse los zapatos, abotonarse y desabotonarse la camisa,
etc. La escritura es distorsionada, con letras desiguales e
inclinadas. Es muy difícil para estos niños saltar en un pie
y en ocasiones en los dos, caminar por una línea, saltar una
soga, el modo de andar es inseguro con balanceos y tropiezos
frecuentes.
En relación a las alteraciones del desarrollo psíquico, los
severos trastornos de la motricidad general limitan
considerablemente su contacto directo con el mundo externo.
Los severos trastornos de lenguaje imposibilitan el
desarrollo normal de su función como regulador de la
actividad y como vehículo de comunicación y relación social.
Estos dos factores influyen negativamente en el desarrollo
de la personalidad y la actividad cognoscitiva. Son por ello
frecuentes en los casos de disartrias severas, los retardos
en el desarrollo psíquico y las alteraciones secundarias del
intelecto.
Los niños disártricos por lo general son poco comunicativos,
se aíslan fácilmente, se niegan en ocasiones a participar en
las actividades en grupo, se manifiestan indiferentes,
apáticos, inseguros, se agotan fácilmente, y la atención es
muy dispersa. Se detecta un desarrollo insuficiente en los
procesos superiores del pensamiento, estrechamente
relacionado con el insuficiente desarrollo de los aspectos
esenciales del lenguaje.
Los estudios demuestran que en muchas ocasiones, la limitada
relación del niño disártrico con el medio que lo rodea, la
poca comunicación con las demás personas y los severos
trastornos de pronunciación dificultan considerablemente el
desarrollo del vocabulario y el dominio del aspecto
semántico del lenguaje. Estos niños por lo general poseen un
vocabulario muy limitado, tienen serias dificultades para
comprender y utilizar palabras que expresen relaciones de
tiempo y espacio.
Las limitaciones del vocabulario y el insuficiente
desarrollo de los procesos superiores del pensamiento,
presente en una parte significativa de los casos, limitan la
comprensión y el uso de las estructuras gramaticales. Por
todas esas razones, la disartria se presenta en muchos casos
como una forma de insuficiencia general en el desarrollo del
lenguaje que dificulta el proceso de aprendizaje en las
escuelas de enseñanza general, por lo que muchos niños son
ubicados en escuelas especiales para niños con trastornos
del lenguaje.
Es necesario destacar que todas las limitaciones antes
descritas no están presentes absolutamente en todos los
casos; dependen de muchas causas, entre las que podemos
señalar la gravedad del trastorno disártrico, las
particularidades de la personalidad del niño, las
posibilidades de comunicación con otros niños y personas
mayores; el ambiente verbal y nivel cultural de la familia;
la atención oportuna al trastorno y otras.
Las limitaciones del vocabulario y el insuficiente
desarrollo de los procesos superiores del pensamiento,
presente en una parte significativa de los casos, limitan la
comprensión y el uso de las estructuras gramaticales. Por
todas esas razones, la disartria se presenta en muchos casos
como una forma de insuficiencia general en el desarrollo del
lenguaje que dificulta el proceso de aprendizaje en las
escuelas de enseñanza general, por lo que muchos niños son
ubicados en escuelas especiales para niños con trastornos
del lenguaje.
Es necesario destacar que todas las limitaciones antes
descritas no están presentes absolutamente en todos los
casos; dependen de muchas causas, entre las que podemos
señalar la gravedad del trastorno disártrico, las
particularidades de la personalidad del niño, las
posibilidades de comunicación con otros niños y personas
mayores; el ambiente verbal y nivel cultural de la familia;
la atención oportuna al trastorno y otras.
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