La luz no se apagó para dar paso al drama. Los intérpretes,
en el patio de butacas. Un actor que da vida a un actor. El
teatro dentro del teatro, con un ingrediente nuevo: el
miedo. Aunque se hizo esperar hasta la llegada a escena de
la mujer de negro, personaje -interpretado por Cristina
Mhidal- que da título a la obra con la que anoche se
inauguró la temporada teatral del Auditorio del Revellín.
Un rostro desfigurado que aparece en mitad de la nada. Algún
susto de los de dar un respingo en la butaca y algún otro de
los de ‘me lo veía venir’. La compañía local ‘César Martín’
logró un aforo casi completo, un público que, sin embargo,
no estuvo a la altura de la obra: se levantaba, salía,
entraba... Los que aguardaron, disfrutaron de una historia
que demostró que quitarse a los fantasmas de encima no
siempre es fácil. El propio César Martín, en el papel de
Kipps, y Juan Señas -que bordó un buen repertorio de
personajes- completaron el reparto. La voz en off la puso
Emilio Pomares. El texto, una nueva versión de la adaptación
de Mallatratt de la novela homónima de Susana Hill.
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