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OPINIÓN - JUEVES, 8 DE SEPTIEMBRE DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Nadie es perfecto
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

No se borra de mi mente el verano de 1998. Concretamente el mes de agosto. Porque las fiestas patronales fueron más políticas que religiosas y destinadas al ocio. En esos días, de lo que más se hablaba era de Antonio Sampietro: un tipo del GIL que era el encargado de hacer proselitismo de su partido y de convencer a los ceutíes de los muchos beneficios que obtendrían votando a unas siglas que ya regían los municipios de Marbella y Estepona.

La invitación del GIL me llegó muy pronto. Así que la acepté y fue distinguido con un asiento a la derecha de Sampietro en la cena celebrada en la caseta de San Urbano. Perteneciente a la Policía Local. Evidenciando que lo del GIL iba tan en serio como palpable era que contaba ya con el apoyo de instituciones muy respetables.

De aquella cena, en la cual Sampietro mimaba ya a Aida Piedra, mujer joven y atractiva, recuerdo cómo bramaban de alegría algunos ceutíes que presumían de haber sido los mensajeros primigenios que habían convencido a Jesús Gil para que enviase como candidato a la alcaldía al muchacho catalán que hasta entonces solo había destacado como remedo de bon vivant.

Y a fe que el tío no se privaba de nada. Aunque es bien cierto que en cuanto abría la boca se le notaban mucho los conocimientos que había adquirido como ligón de piscina de barrio. Lo cual, aunque no fuera moco de pavo, en aquellos tiempos tan revueltos, no suponía suficiente aval para aspirar a convertirse en la primera autoridad de Ceuta.

No obstante, AS, testaferro de Jesús Gil, sabía que su candidatura gozaba de todas las ventajas habidas y por haber. Ya que el malestar existente en la ciudad era un hecho palmario. Malestar contra el Gobierno de Aznar. Porque éste no había dado muestras de generosidad alguna hasta entonces.

De hecho, cuando el GIL ganó las elecciones fue cuando Aznar comenzó a darse cuenta de que había tenido abandonado a los ceutíes. Son palabras de un dirigente que sigue ganando elecciones por mayorías absolutas.

Quienes se afiliaron al Gil -periodistas de la época, personajes destacados de la ciudad, algunos llegaron a ocupar cargos destacados, profesores, funcionarios…-, salvo rara excepción, siguen negando que lo hicieron convencidos de que aquel partido sacaría a Ceuta de su atraso secular. Según proclamaban a voz en grito. Es más, cuando se les recuerda su pasado político, se vienen abajo y lo primero que te dicen es que ellos no tuvieron ninguna influencia en el desarrollo de los acontecimientos. Porque se avergüenzan de haber pertenecido a un partido que vino dispuesto a saquear las arcas municipales. Tal y como hicieron en la Costa del Sol.

Por tanto, y aunque yo no estoy dispuesto a regalar ditirambos a los políticos, debo reconocer que Juan Vivas es el único que ha sabido siempre mantener el tipo cuando se le ha preguntado por los ‘gilistas’ que fueron acogidos en el PP. Al no tener ningún reparo en declarar, una y otra vez, que si los ‘gilistas’ están en el Gobierno es porque han demostrado aptitudes suficientes para ello. Y que todo el mundo tiene derecho a evolucionar y a enmendar yerros.

Así que ya va siendo hora de que quienes pertenecieron al GIL, cuando se les pregunta o se les critica, reconozcan su error. Y aquí paz y después gloria. Ya que nadie es perfecto.
 

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