Contaba yo, la semana pasada, en
la miscelánea semanal, página que tanto me celebran, cómo
Juan Vivas, después de mucho tiempo sin dirigirnos la
palabra, estuvo dispuesto a regalarme el oído, aunque para
ello tuviera que echar mano del socorrido fútbol.
Detalle que nunca viene mal. A no ser que uno quisiera
seguir empecinado en demostrar que lo que da más pote en
esta tierra es mostrarse como enemigo irreconciliable de
quien más manda en esta ciudad. Y no es mi caso.
Quien más manda en esta ciudad es, sin duda alguna, Juan
Vivas. Verdad que está demostrada no sólo por las mayorías
absolutas que éste viene obteniendo en las urnas sino,
también, por el afecto que le profesan los votantes. Poderes
más que suficientes como para que el presidente se sienta
imbuido de una fortaleza que le permite afrontar sus
decisiones con la confianza que genera saberse respaldado y
querido por tantísimos ciudadanos.
El presidente de la Ciudad ha venido gobernando, durante
diez años, sin una oposición dispuesta a complicarle la
existencia. Una situación que le ha permitido no tener que
emplearse a fondo como gobernante. Ya que los plenos fueron
transcurriendo con una normalidad apabullante
Una normalidad que se quebró en el preciso momento en el
cual Juan Luis Aróstegui entró a formar parte de la
coalición Caballas. Un Aróstegui que no deja de ufanarse de
haber conseguido un escaño de diputado aunque para ello haya
debido unirse a un partido al que odiaba cordialmente. Pero
a la fuerza ahorcan. Y no deja de airear que está dispuesto
a darle matarile político a Vivas. Debido a que éste hizo
uso y abuso de la prensa para impedirle obtener su acta de
diputado.
A mí me parece muy bien, y más que bien excelente, que haya
una oposición fuerte. Una oposición que no dude lo más
mínimo en fiscalizar cuantas decisiones dudosas tome el
Gobierno. Y, naturalmente, para que ningún consejero se
atreva a meter la mano en la caja. Que de eso sabe Aróstegui
un rato largo. Pues no vano ocupó otrora cargos de
responsabilidad en áreas donde los dineros manaban en
abundancia. Tal es así que tomó decisiones que hicieron
exclamar a un empresario, muy conocido, lo bien que le
salían las cuentas cuando llegaba a acuerdos concretos con
el secretario general de CCOO.
No obstante, Aróstegui, por no ser aún tonto de baba, sabe
perfectamente que, tras muchos años esperando lograr su
anhelado escaño, lo ha obtenido en mal tiempo. Pues el que
se avecina no es bueno para sus intereses. Y los intereses
del hombre que manda en Caballas son claros. Obtener todas
las prebendas posibles, a cambio de no ser intransigente a
tiempo completo.
La intransigencia del hombre que sigue propalando que todos
los medios están vendidos a Vivas, se quedará en nada y
menos si se cumple lo que auguran las encuestas: que el PP
arrasará en las urnas. Lo cual unido a la mayoría absoluta
de los populares en Ceuta, hará posible que el transcurrir
aguerrido de Aróstegui se quede en agua de borrajas. En un
querer y no poder. Si bien no es mi deseo, faltaría más, que
la desmoralización hiciera presa en él. Hasta el punto de
que me privara de oírle injuriar al nuevo Delegado del
Gobierno y a Vivas. Mientras éstos deciden hacerle una higa
en toda regla. Todo un disfrute para mi body.
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