Ayer se cumplió el décimo aniversario del accidente de avión
de Binter de 29 de agosto de 2001 entre Melilla y Málaga que
costó la vida a cuatro personas. Se trataba de un modelo CN-235
de Binter Mediterráneo que despegó del aeropuerto de Melilla
a las 9:37 horas con 47 personas a bordo (44 pasajeros y 3
de la tripulación) y que tras un vuelo que transcurrió
normal y sin ningún incidente durante su paso por el mar,
finalmente tuvo problemas cuando estaba apunto de aterrizar.
Justo después de iniciar la maniobra de aterrizaje, el motor
izquierdo se apagó. El piloto comunicó a los controladores
aéreos del aeropuerto de Málaga que deberían de realizar un
aterrizaje, pero el avión perdió altura, y se desplomó a
escasos metros de la cabecera de aterrizaje de emergencia.
El avión siguió desplazándose hasta llegar a la carretera
N-340, donde afortunadamente, no pasaba ningún coche.
Tras el impacto, fallecieron tres pasajeros (Emilio Martínez
Plaza, de 67 años y residente en Melilla; Mohamed Mohamed
Uassani, de 46 y también de Melilla, y el francés Herve
Troadec, de 41 años), y a tempranas horas de la tarde,
falleció en el hospital Carlos Haya el piloto (Mariano
Hernández Ruano, de 55 años). El Juzgado de Instrucción
número 4 de Málaga decretó el sobreseimiento del
procedimiento penal por el accidente del avión Binter tras
el fallecimiento del copiloto Luis Checa, que era el único
imputado en la causa. El copiloto del avión falleció por
enfermedad a principios de octubre de 2004, lo que fue
comunicado oficialmente por su defensa al juzgado instructor
encargado de la causa y que por ello suspendió la acción
civil.
El auto judicial indicó que se podía seguir la acción civil
contra los “herederos o causahabientes” del copiloto, es
decir, sus descendientes y antecedentes. Además, también
podía actuar contra la compañía y la aseguradora.
El siniestro se produjo en un vuelo entre Melilla y Málaga
el 29 de agosto de 2001, cuando la aeronave llevaba 44
pasajeros y tres tripulantes. Un informe de la Comisión de
Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIAC)
apuntó que la causa del accidente fue una negligencia por
parte de la tripulación del aparato. Así, determinó que no
se siguió el manual de operaciones de vuelos del aparato, un
CN-235 de la extinta compañía Binter Mediterráneo,
provocando “la parada consecutiva” de los dos motores “con
la pérdida total de empuje, de modo que se impidió la
progresión del vuelo”, lo que originó su colisión con la
carretera N-340, situada en los alrededores del aeropuerto.
El documento también detalla que la creencia de los pilotos
de que uno de los motores se había incendiado “resultó ser
falso” y que esta circunstancia se pudo deber a la presencia
de “humedad y/o suciedad” en los conectores del circuito
detector de fuego de la aeronave.
El documento de la comisión recoge la transcripción de las
conversaciones de las cajas negras entre el piloto y el
copiloto del avión CN-235 de la compañía Binter, en la que
el piloto reprendió al copiloto por haber apagado por error
ambos motores, al intentar sofocar el presunto incendio
advertido en uno de ellos. El gran error cometido por el
copiloto Checa fue encender el mecanismo de extinción del
fuego correspondiente al otro motor, el derecho, lo que dejó
al aparato sin posibilidad de recuperar su rumbo. La caja
negra recogió las últimas y dramáticas conversaciones
mantenidas entre los dos pilotos, con una frase del
fallecido Hernández Ruano -”¿Pero qué motor me has parado?
¡Me has parado los dos!”.
|