Buenos días, Ceuta.
Estoy observando los resúmenes de los partidos de la segunda
jornada de las ligas españolas y algunos encuentros
internacionales en que los goles son protagonistas supremos
mientras me recupero de las lesiones.
Al mismo tiempo se recupera el político del PP que se
accidentó con su bicicleta. Le están arreglando la cara, no
porque la tenga dura, que la tiene, sino que los destrozos
son evidentes.
Ir con la moto trae su consecuencias aunque sean por culpa
de terceros pero ir en bicicleta, a cierta edad, es más
peligroso aún. Por eso yo no voy en bicicleta, aunque sea en
el Parque Central de la ciudad.
Mientras en nuestro país los peperos cantan victoria a
destiempo, el mundo sigue girando con sus terrores encima.
Terrores marcados por las matanzas de los propios humanos.
Algunos con su indiferencia a cuestas.
Lo de Libia es una especie de continuación de ciertos
recuerdos de nuestro propio país: el ensañamiento de unos
contra otros. Como en Siria.
El primer problema que tiene el ser humano es la religión.
Millones de muertos en nombre de una fe que no tiene, en
realidad, razón de ser.
El segundo problema es la innata venganza por cualquier
acto, por nimio que sea, inherente a la condición humana de
algunos. Esos algunos ya son muchos, demasiados.
Extrapolando la violencia a la política. Vemos que los
socialistas han cambiado, una vez más, su panegírico social
para adecuarlo a las instrucciones de la derecha, cuando no
de la extrema derecha, y ello nos lleva a que veamos al país
gobernado por los conservadores con disfraces de
socialistas.
Sinceramente considero negativa la propuesta de reforma de
la Constitución, sobre que el Estado no debe gastar por
encima de sus posibilidades, principalmente porque en verdad
el Estado no hace eso: lo de gastar por encima de sus
posibilidades.
Según los datos, que he analizado, demuestran que el gasto
público por habitante de España está muy por debajo de lo
que pretenden hacernos creer. En realidad es el más bajo de
la UE, salvando algunos países.
Que el Estado esté en déficit no significa que gaste
demasiado porque eso no es un buen indicador de la situación
económica. Ya sabemos que el déficit se mide en dos
dimensiones: los gastos y los ingresos. Dependiendo de estos
últimos es como se determina el déficit público. Con ello
significo que no es así, en realidad, el problema no es que
se gaste demasiado sino que lo ingresos son demasiado bajos.
El problema no es achacable a la ciudadanía que trabaja y
que está en nómina porque ya paga sus impuestos. El problema
si está en las rentas superiores, en las grandes empresas y
en la banca que representan un ingreso de solamente el 20%
de lo que pagan sus homólogos en Europa. En determinados
países de Europa.
Eso significa que no podemos competir con Alemania o Francia
en el tema de economía pública.
Una cosa es que veamos nuestras posibilidades económicas
según nuestras propias reglas y otra muy distinta aceptar,
por acatamiento, los que nos impongan estos países
mencionados arriba.
Pero todo eso no es más que las pretensiones de la derecha
conservadora. Siempre, es una constante, han intentado
reducir el Estado y la protección social para debilitar el
mundo del trabajo en una cadena de radicalización igual a la
que preconiza el ‘Tea Party’ estadounidense.
Está muy claro que Rajoy utiliza el argumento de la presión
de los mercados para conseguir lo que siempre han pretendido
los conservadores: el descenso de los salarios y la
protección social; la privatización del Estado de Bienestar.
En fin. La vida sigue, yo también a pesar de que mengua mi
bolsillo.
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