Con apenas ocho años Carmen es perfectamente capaz de contar
un cuento valiéndose de sus compañeros para escenificarlo,
haciendo a la vez de narradora y apuntadora de una obra de
teatro improvisada que se desarrolla en la Sala Infantil de
la Biblioteca Pública a primeras horas de la mañana. La
pequeña forma parte del Taller de Animación a la Lectura
para los más pequeños que la biblioteca municipal organiza
cada verano, desde hace ya quince años. Su monitora, la
maestra y cuentacuentos oficial del centro, Matilde Miaja,
sabe que en los cálidos meses de verano el espacio de la
biblioteca puede convertirse en un rincón perfecto para que
los niños aprendan a desarrollar su instinto lector, y
muchas otras más cualidades, además del interés por los
libros.
“Aquí los niños aprenden convivencia, respeto, juegos
tradicionales...”, explica Miaja, que espera la llegada de
los últimos en aparecer por el aula. Esta última semana
faltan ya algunos niños que están de vacaciones, pero
durante julio y agosto, el taller ha estado prácticamente
lleno en los dos turnos, llegando a reunir a unos 100 niños
de entre 6 y 12 años a lo largo de todo el verano. “Muchos
de ellos piden su primer carnet para la biblioteca aquí”,
comenta la maestra con satisfacción.
Este año, el tema en torno al que gira el taller es ‘Peter
Pan y los malos humos’, un clásico de ficción infantil
combinado con la apuesta de la consejería de Sanidad por un
hogar sin humo. Así, sin cambiar el cuento original de J.M.
Barrie, se les ha planteado a los niños reflexiones como si
preferirían vivir en un lugar sin humo, como ‘Nuncajamás’.
Después, se anima a los niños a contar sus propias historias
“porque escuchar y narrar forma parte del hábito para
iniciarse en la lectura”, y Miaja lo hace cediendo el
protagonismo a los niños. Son ellos quienes traen su cuento
aprendido de casa cada día, y lo narran ante los demás.
Durante el resto de la mañana (el taller dura de 11.30 a
13.30) también se dedican a actividades manuales
relacionadas con la pintura o el reciclaje, aprendiendo a
utilizar su imaginación.
“Lo más importante es que los pequeños aprendan que la
biblioteca es un lugar al que pueden venir, en verano el
ambiente es todavía más distendido y eso ayuda a que hagan
suyo el espacio, que lo sientan como su propia casa”, matiza
la cuentacuentos.
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