Nadie posee la verdad absoluta. Nadie. En la riqueza de sus
diferentes opiniones está la riqueza de un pueblo, con todos
sus matices y credos religiosos, políticos y culturales, en
su formas de pensar, de vestir, de expresarse, en la forma
en que cada uno eilge cómo, cuándo y con quién besarse...
Su columna titulada “Los 15 mierdas”, publicada en este
diario, y para ser educados y correctos, es totalmente
despreciable. Creo que estaremos de acuerdo en que no se
puede insultar ni escupir a nadie, y mucho menos usar la
violencia física para expresar tus opiniones o desacuerdos,
que el mismo derecho que tienen unos a cantar, rezar y
llorar por una persona con túnica blanca y zapatos de Armani
la tienen otros para gritar por sus derechos, por los miles
de niños que en ese mismo momento, sí, el mismo puto
momento, estaban agonizando y que seguro no entenderán que
un majestuoso escenario cueste más o menos lo mismo que sus
vidas.
Pocas horas después, ninguno de los dos existirán. A un
descampado de recuerdos, a un valle de pequeñas tumbas. Si
una parte de la sociedad ha mostrado su rechazo a las
políticas actuales, debemos escucharles y pedirles a la vez
el mismo respeto para los que no están de acuerdo con estas
movilizaciones, llámelas 15-M o llámelas desesperación. Yo,
perroflauta, volveré a mis cloacas, esas en las que abrazo a
mis hermanos africanos, argentinos, peruanos, indios,
españoles, con la bandera en el pecho y a los que no tienen
bandera...
Nunca nos preguntamos en qué dios creían ni a quién le
rezaban o si simplemente, no tenían dios o tormenta a quien
pedir. Nos respetamos, nos queremos con todos nuestros miles
de defectos y hasta a veces soñamos con las mismas locuras.
No somos peores ni mejores, somos diferentes..., qué
alivio sabernos a miles de sueños de sus insultos, de sus
radicales ideas, de su intransigencia frente a las opiniones
que no sean las suyas, frente a su estúpida amenaza de
volver a vernos las caras...
A pecho descubierto y el viento a mi favor, le espero.
Sin más armas que mi palabra.
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