Al principio tengo que reconocer
que los llamados “indignados”, que ni son “indignados” ni
leches, que sentí ciertas simpatías por ellos y, sobre todo,
por algunas de las propuestas que hacían que coincidía con
lo que llevo escribiendo, por activa y por pasiva, sobre el
cambio de la Ley Electoral.
Pero en cuanto iba avanzando éste movimiento llamado los
“indignados” empecé a tener ciertas dudas razonables. Por
principio todos los movimientos tienen un líder que es el
que los dirige, no un “mindundi” desde una red social.
Y fue, en esos momentos, cuando empecé a dudar de estos
llamados “indignados” y de la credibilidad de ese movimiento
al que se le ha dado por llamar el 15 – M.
Me dieron la sensación de que eran unas marionetas,
gobernadas y dirigidas por las manos hábiles de algún
personaje con poder, que hacía que nada más llegar estas
marionetas a una acampada a la Puerta del Sol,
inmediatamente apareciera la furgoneta con los bocadillos,
las bebidas y todo lo necesario para que nada les faltase a
estos polichinelas.
Sólo hay que pensar unos segundos y preguntarse de qué viven
estos personajes, que dicen ser los llamados “indignados”,
si no tienen un sólo euro y, por tanto, volverse a preguntar
quién o quiénes mantienen este movimiento suministrándole
todo cuanto necesitan para vivir e incluso quién o quiénes
pagan su manutención, durante ese recorrido que hace desde
distintas ciudades, para llegar a Madrid.
Y uno, inocente en todo éste asunto, se sigue haciendo
pregunta, cómo es posible que vayan contra la ley
prohibiendo la libre circulación de las personas, impidiendo
que los comercios establecidos, en esa zona de acampadas en
el kilómetro cero, puedan vender sus mercancías por falta de
clientes y, además, aceptar un duro golpe a la economía de
la hostelería de la mencionada zona.
Y ojo, que la policía no les vaya a hacer “pupitas” a estos
llamados los “indignados”, que no son ni “indignados ni
leches” a los que hay que tratar con toda delicadeza. Por
qué hay que tratar con toda delicadeza, a unos personajes
que están incumpliendo la ley, por parte de quienes tienen
el deber y la obligación de hacerla cumplir. Cómo no lo
expliquen con claridad, esto no hay un dios que lo entienda.
Habrá quienes digan que entre ellos se han infiltrado
radicales, okupas, que son esos hijos de papá que no quieren
dar un palo al agua y antisistemas que son esos que quieren
vivir a costa del resto, pero sin pedirle que doblen el
espinazo, que lo de trabajar está muy feo.
Y, para mí, han perdido toda la credibilidad, cuando han
empezado a denunciar a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad
del Estado, a igual que hacían los etarras. Incluso dos
señoritas, de alguna forma hay que llamarlas, acusaron a
cinco agentes de haberlas violados, diciendo: “les vamos a
arruinar la vida”. Menos mal que los exámenes médicos
demostraron la falsedad de la acusación.
Qué quieren que les diga sobre estos polichinelas. Que nos
son más que una “quintan columna de muñequitos” a los que
alguien está manejando con una gran habilidad
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