Más de cincuenta veranos lleva Paqui viniendo a las fiestas
de Ceuta. De hecho, hubo un tiempo en que hacía dos ferias
en la ciudad autónoma: una las fiestas patronales y otra la
de Hadú. Era entonces una niña que venía acompañando a su
madre, la cual, cuando cada verano la ve partir hacia Ceuta,
se queda con las ganas de venir. “Pero es mucho jaleo ya
para ella”, dice Paqui, que explica que su madre ya esta
mayor “para estos trotes”. Su familia, todos ellos
procedentes de Lucena (Córdoba), la componen seis hermanos:
“Y todos somos ruteros”, apunta, mientras explica que ella y
dos de sus hermanos hacen la ruta que para por Ceuta, y
ahora ella se va a Almería, otro a la feria de Málaga y un
tercero a la de Linares. Pero a ella le gusta esta: “Es que
si no viniera a Ceuta en cada feria, me faltaría algo”,
agrega, mientras evoca cuando era adolescente y se iba de
discotecas al Monte Hacho.
Paqui tiene un puesto de turrones. Es una de las tres
personas que ha decidido quedarse unos días más en Ceuta,
aunque la feria haya terminado ya. “Total, uno de mis
hermanos se ha intentado ir y ha tenido que pasar toda la
noche en el Puerto por las caravanas que se montan para
salir, así que aquí, al menos, estoy vendiendo”, agrega. El
otro de esas tres personas es su hermano Nicolás. Aunque los
dos añaden que vender, no han vendido mucho. “Se ha notado
sobre todo el Ramadán, la gente estaba asimilándolo todavía
y no venía”, explica Paqui.
Aún así le compensa. “Me encanta Ceuta”, repite, y asegura
que los cambios de este medio siglo en el que lleva viniendo
han ido siempre a mejor. Una ciudad que ha mejorado mucho,
sobre todo en seguridad, “Antes a la gente le daba miedo
venir, se montaban muchas broncas, pero ahora no”, explica.
Que se sienta “muy a gusto” en esta ciudad es otro de los
aspectos que le hacen tener ganas de venir a Ceuta y, de
momento, aprovechar y quedarse unos días más. Al menos,
mientras se lo permitan.
Su hermano explica que tienen previsto marcharse el viernes.
Agrega que para los puestos de turrones es más fuerte la
venta de día que la de noche y que, por ello, esperan poder
hacer algo más de caja en estos días de prórroga. “Por la
ubicación de nuestros puestos -al principio de la Marina
Española, a la altura del inicio del Paseo del Revellín-,
por la noche apenas vendíamos nada porque el recinto ferial
nos pillaba muy lejos, y cuando más vendíamos era cuando la
gente se dirigía hacia la feria”, explica Nicolás.
El tercero de los puestos de turrones es propiedad de
Francisco. Es de Linares y lleva viniendo a Ceuta desde hace
45 años, tres menos de la edad que tiene. En esta ocasión,
ha aprovechado para darse un paseo por la ciudad porque
aunque lleve viniendo tantos años hacía algunos que no
sacaba un hueco para pasearse por la ciudad. Además de sus
recuerdos como feriante, conserva uno muy especial: “Hice
aquí la mili, así que soy medio caballa, por obligación pero
también por devoción”. Destaca de esta ciudad que la gente
les trata “muy bien”.
En cuanto a cómo ha ido la feria, explica: “Como la venta ha
estado floja, le hemos pedido permiso al Ayuntamiento para
quedarnos unos días más y nos ha dicho que sí”. Este año han
traído como novedad las pipas garrapiñadas. Aunque asegura
que los que más se han vendido, además de las manzanas
caramelizadas y de chocolate, “que son clásicas”, son los
pitufos de peluche y las muñecas negras, “que están este año
de moda”.
Cuando mañana, Paqui, Nicolás, Francisco y sus respectivas
familias, recogan los bártulos y se enrolen en el barco
hacia Algeciras se irá con ellos los últimos resquicios de
estas Fiestas Patronales. Los últimos cocos, manzanas de
caramelo, turrones y esos juguetes que los niños aún señalan
al pasar por la Marina.
|