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OPINIÓN - MARTES, 9 DE AGOSTO DE 2011

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Cabra como baca
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Estamos en Port-la-Nouvelle, aún dentro del Languedoc-Rosellón, una muy importante estación balnearia francesa con más de 15 km de playa.

Aunque estoy de vacaciones, no consigo despegarme de las ganas de escribir y de contactar con el mundo, mi mundo, a través del portátil (bendito invento y no los que se inventa el del Vaticano). Además, entre descanso y baños, me da tiempo para escribir los artículos. Más tiempo que en mi despacho de la ciudad.

Las grandes extensiones de cepas que observo a mi alrededor me da la idea de cómo es el centro de producción ‘de vins del pays’ con la denominación de origen ‘Vins del pays des Coteux du Litoral Audois’, por el departamento francés del Aude. Donde estamos.

En la Avenida del Mar encuentro con que todas las edificaciones siguen igual que hace años, especie de casas de campos, chalets y barracones habitables, con la dársena a pie de calle y la zona industrial al otro lado, sin un bar digno donde tomar un tentempié.

Decidimos aparcar en el ‘Boulevard del Monument’ y buscar un restaurante donde apagar la sed. Se nota que los franceses no son aficionados a las tapas. Ni un bar en quinientos metros a la redonda.

Desistimos de seguir buscando y acordamos largarnos a otro sitio. La sensación de soledad que produce Port-la-Nouvelle nos hace caer en el desánimo, ¿no nos habremos equivocado de carretera y estemos en un poblado del ficticio Oeste americano en el desierto de Tabernas?

Tuvimos que conformarnos con comer en un McDonald de la avenida de España de Narbonne (Narbona), con lo que odio este tipo de comida servida por jovencitas, inexpertas pero rápidas.

Echo de menos las barbacoas nocturnas en las playas gaditanas, después del Torneo Carranza.

A falta de noticias sobre las que verter mi opinión diaria, contacto con amigos a través de ese fenómeno social conocido por “cara de libro” o “libro de las caras”, cuya traducción al inglés es ‘Facebook’.

Ya sabemos, tenemos experiencia, que los inmigrantes ubicados en Ceuta suelen aprovechar los días de fiesta (la Feria) para andar alrededor de las caravanas o transportes de los feriantes, meditando dónde colarse para cruzar el Estrecho en plan polizón. Algunos desgraciados se suben al techo y se quedan haciendo el muerto; otros se meten entre los ejes… no quiero pensar lo que sufren, porque no pueden hacer el muerto so pena de quedar muerto entre las ruedas.

Tengo un amigo paisano de Ceuta, en Ceuta, que tiene dos hijas monísimas y una mujer mona. No una mona mujer, por favor.

Este amigo, Manuel Palma, anda con la mosca en el techo de su coche. Quiero decir con la cabra. No es que se haya vuelto “majara” como una cabra y confunda la cabra con la baca, sino que como todos Vds. saben, la cabra siempre tira al monte, pero como en Ceuta los montes están llenos de inmigrantes con ganas de hacer una barbacoa estilo “gaditana del Carranza” ya no se fían, las cabras, de su hábitat habitual y en la ciudad han encontrado montones de montes en los coches.

Ya saben Vds. esto: no aparquen el coche al lado de un árbol porque las cabras se subirán para comer las hojas y dejar el techo de la carrocería con hoyuelos y bolitas negras.

Todo un efecto psicológico, como el que le ha ocurrido a otro paisano ceutí, de Ceuta, que creyó que las abolladuras del techo de su “haiga” se la habían hecho unos gamberros.

Ahora anda de busca y captura de la trotamontes para hacerse su propia parrillada.

Si no fuera porque he prometido a unos amigos míos, españoles, visitarlos en su casa de Aiguês-Mortes, me volvería enseguida a mi país. Harto estoy de ver caras largas por todas partes en el país de Sarkozy.

En fin. La vida sigue, yo también, aunque con ganas de bañarme en “mis playas” y comer la única comida del mundo que acepto completamente: la producida por la cocina española. Las carnes semicrudas de la cocina francesa me producen repelús.
 

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